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Estreno

'La Patética' vuelta de Miguel del Arco a Miguel del Arco

Ocho años después, el director madrileño se pone al frente de un texto propio, una pieza que habla de la muerte con Chaikovski como banda sonora

De izquierda a derecha, Israel Elejalde, Jimmy Castro, Manuel Pico, Jesús Noguero, Francisco Reyes, Juan Paños e Inma Cuevas
De izquierda a derecha, Israel Elejalde, Jimmy Castro, Manuel Pico, Jesús Noguero, Francisco Reyes, Juan Paños e Inma CuevasBSP

Miguel del Arco es contundente cuando se le habla de su regreso a las tablas: “Nunca me he ido”. Y no le falta razón. De una forma u otra, siempre ha estado ahí desde que la aventura del El Pavón Teatro Kamikazeechase el cierre en 2021. Aunque no es menos cierto que desde 2017 no dirige un texto propio (‘Refugio’), circunstancia que sí vuelve a suceder ahora con la programación de ‘La Patética’ en el Centro Dramático Nacional.

Desde entonces, ha adaptado ‘Ricardo III’ y levantado, con texto de Jordi Casanovas, el caso de la Manada (repuesto esta misma temporada en un proyecto diferente); y coqueteó con la televisión (‘Las noches de Tefía’) y la ópera (‘Rigoletto’); sin dejar, por supuesto, la producción junto al resto de kamikazes... Por todo ello, no le falta razón a el bueno de Miguel en eso de que nunca se fue. “Me siento un jedi cuando me lo dicen”, ríe quien estrena esta pieza tras “una etapa particular”, define de su particular vía crucis tras “la muerte de mi padre y el cierre del Pavón”.

Asegura el director de escena que cuando empezaron “a padecer el cierre” del teatro de la calle Embajadores todo tenía un halo “de muerte en general” que “se ha ido transformando hasta este espectáculo”. Y fue ‘Morir’, la novela de Arthur Schnitzler, el chispazo que necesitaba (sumado a la correspondencia y diarios de Piotr Ilich Chaikovski). Su versión “libre” es la base de esta ‘Patética’, en la que lleva la acción al presente: Madrid, 2025. Pedro Berriel (interpretado por Israel Elejalde, cómplice habitual de Del Arco), un director de orquesta de 53 años, se encuentra inmerso en la grabación de la ‘Sinfonía N.º 6’ (‘La Patética’) de Chaikovski (Jesús Noguero), fallecido en 1893 con la misma edad que el protagonista de la función.

Israel Elejalde convertido en el director Pedro Berriel
Israel Elejalde convertido en el director Pedro BerrielBSP

La apariencia es la de un hombre concentrado en su tarea. Un tipo que ha naturalizado que el compositor ruso esté a su lado y siga con atención sus movimientos. Elejalde condesa su figura en la de un señor “articulado por la terrible noticia de que se va a morir”. Y es que, tal vez, la verdadera razón de este delirio sea que el director se encuentra en la fase terminal de esa “enfermedad fulminante”, señala Del Arco. Es entonces cunado “se plantea dejar huella en este mundo a través de la creación artística”.

El texto reflexiona sobre la muerte, “sobre qué pasa cuando se acaba ese embrujo de la vida. Pensamos que somos inmortales y vivimos de espaldas a la realidad. Un día sientes la finitud y eso cambia radicalmente la forma de observar la vida –continúa el actor–. Tenemos una sociedad que vive de espaldas a la muerte”.

De este modo, el director madrileño se aparta de la “habitual” acepción del “patetismo”. “No es solo algo penoso, también es, como recoge la RAE, ‘algo que se expresa con gran dolor y con un enorme sentimiento’”. Lleva a su personaje a abrazar la dualidad de su “necesidad por preservar el legado y el ridículo de dejar una huella profunda”, defiende.

Al ritmo que marca Chaikovski

‘La Patética’ se sumerge así, al ritmo que marca la melodía de Chaikovski –“tremendamente vital”, afirma Del Arco–, en la angustia por culminar la obra artística que, de algún modo, suponga una resistencia a la propia muerte; más allá, claro, del sufrimiento por la desaparición real. “La obra es un viaje enajenado entre la realidad y la ficción. Los delirios hilarantes de un hombre que se revuelve ante la tragedia de su propia extinción”.

Jon (Jimmy Castro), el marido de Pedro Berriel, lo fuerza a seguir el tratamiento médico sin rendirse a la desesperanza a pesar de que la agresividad del mismo imposibilite su empeño artístico. En un momento en el que parece que su estado mejora, y preso de una arrolladora energía vital, el protagonista decide aceptar la invitación del Concurso Internacional Chaikovski para dirigir ‘La Patética’ en Moscú. Un lugar hasta el que se trasladará el mismísimo Vladimir Putin (Juan Paños) como presidente de Rusia y del evento. “Porque lo político también atraviesa esta pieza”, apunta un Paños que reproduce un discurso real del autócrata: “Parece hasta grotesco. Es absolutamente reconocible en una sociedad como la nuestra”.

Pedro Berriel concibe una idea en la cabeza: si finalmente no puede terminar la grabación destinada a convertirse en su legado artístico, al menos intentará llevar a cabo una acción frente al “homófobo” mandatario que haga que su dirección en vivo de la ‘Sexta Sinfonía’ pase a la historia... aunque no necesariamente sea por circunstancias artísticas: “Tiene claro cómo debe ser ejecutada la ‘Patética’, cuál ha de ser el sentimiento preciso que la ilumine. Cree tener la clave para desentrañar el programa secreto con el que el compositor vertebró su última creación [autodenominada como biográfica]. Nada más lejos de la intención de Pedro que su obra se relacione con la acepción ridícula y vergonzante mucho más corriente en nuestro idioma. Pero hay veces que se necesita más de una vida para aprender a morir”, apunta Del Arco.

Inma Cuevas y Francisco Reyes, en un momento de la obra
Inma Cuevas y Francisco Reyes, en un momento de la obraBSP

El director enmarca su obra como “una comedia con un protagonista trágico”, aunque en el equipo se debaten entre el “drama con mucho humor”, de Manuel Pico, o la “tragicomedia”, de Noguero. “El humor no es solo un alivio, sino que da cuenta de cómo es la vida”, afirma quien da vida a Chaikovski o “Chococrispis”, sonríe este último actor.

Del Arco, por su parte, se muestra cauteloso con la risa: “Hay que tener cuidado porque es un caballo desbocado. Si un día tienes una risa, al día siguiente quieres tres. Somos insaciables con las carcajadas”. La suya, la del director, por ejemplo, es “contagiosa”, en palabras de otra de las intérpretes a su cargo, Inma Cuevas: “No es una comedia, pero tiene la risa contagiosa de Miguel [del Arco]. Él tiene un punto de vista de la vida muy risueño y eso se ve en esta pieza, que es como un juego. La belleza está constantemente en la vida y la muerte también puede ser bella. Hay que enfrentarse a ese momento. A veces, deberíamos celebrar la fiesta de la muerte”.

  • Dónde: Teatro Valle-Inclán, Madrid. Cuándo: hasta el 22 de junio. Cuánto: 20 y 25 euros.