¿Y si Susan Sontag hubiese conocido a Goya?
El Price une al pintor y a la autora neoyorquina en un montaje que, inspirado en los "Desastres de la guerra", conjuga el circo con el teatro
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Susan Sontag busca una imagen que acabe con la guerra, pero termina pronto: «No existe», dice. Ni la niña Phan Thi Kim Phuc corriendo del napalm en Vietnam (inmortalizada por Nick Ut en 1972), ni Muerte de un miliciano» (1936) de Capa, ni Goya con sus Estragos en la guerra (grabado de 1810) sirvieron para terminar con el horror. «Ni una mirada ni la otra han sido suficientes», continúa Fernanda Orazi enfundada en el traje de Sontag. «Por algún motivo, la guerra seduce. Y vuelve. Ninguna advertencia de ningún fantasma logró detener el desastre», recita la actriz alrededor del escenario del Circo Price.
Doscientos años separan al pintor aragonés de la escritora y pensadora neoyorquina, y, sin embargo, comparten un punto en común a la hora de hablar de la guerra, señala Marcos Pereira (Goya, en la función): «Ambos tienen una visión humanista, cercana y terrenal. Pese a que vivan en tiempos distintos, la guerra es la misma. Las cuestiones que se hacen no cambian porque todo continúa igual. Sucede y lo normalizamos, como podríamos hacer hoy con Ucrania, cuando la indignación se ha ido reduciendo con los meses...».
«Mientras Francisco de Goya toma el bruñidor y el escoplo como si fuera a tocar un tambor para grabar las imágenes que la guerra mostró ante sus ojos, Susan Sontag va a tratar de dilucidar nuestra relación con el espanto y la insensatez; la relación con la guerra de los que no estuvimos allí, de los que no lo hemos vivido. Goya lo vio y nos lo contó», resume Rakel Camacho (Una novelita lumpen, Coronada y el toro), directora del hilo conductor de Humanidad (cinco visiones de Goya para circo).
El «padre» de las Majas es el centro de un espectáculo en el que cuatro piezas cortas de circo de otros cuatro creadores diferentes (Zenaida Alcalde, Extraña devoción; Herminio Campillo, Casi solo; Stefano Fabris, El espantapájaros lo miró con lástima; e Ilaria Senter, Maravillas o caprichos enfáticos) se inspiran en los Desastres de la guerra, de Goya, para generar «un diálogo con el sector» entre Madrid y otros puntos como Fuenlabrada y Toulouse, explica María Folguera (Elena Fortún, Safo), directora artística del Teatro Circo Price y autora de ese texto que dirige Camacho y que sirve para hilvanar un montaje a cinco bandas. «Hay que reivindicar esta generación de autores de circo», añade. El intercambio entre la capital y otras ciudades es uno de los tres puntos que se ha propuesto Folguera con este estreno, que estará programado hasta el domingo. Los otros dos: la accesibilidad, «es la primera vez que incorporamos el lenguaje de signos desde el principio de un proyecto en el que también tendremos todas las funciones adaptadas para personas sordas [intérprete y mochilas vibratorias]»; y, por último y fundamental, poner en valor a Goya como «pionero de esa mirada subjetiva sobre el horror», sostiene la autora.
En el empeño de Folguera por la inclusión, Pereira se convierte en una pieza clave de la obra, pues no solo interpreta a un pintor rejuvenecido que huye «de la imagen tópica del Goya maduro», sino que apuesta por un artista con discapacidad, como el autor de El quitasol al final de sus días: «Tengo una pérdida auditiva muy profunda que he trabajado desde pequeño con logopedas y con la familia. Pero este papel es un punto de inflexión por romper el miedo y el cliché de la persona sorda. Hay que empezar a abrir la mente», defiende el intérprete, que, a su vez, comparte con Julia Monje («otra vertiente de Goya», explica) el papel principal. Pereira propone un Goya protagonista, y Monje le hace de espejo mientras transforma al lenguaje de signos las palabras de su compañero y de Orazi, quien, por su parte, habla «del dolor del otro» en boca de Sontag: «Solemos hacer que parezca sentimental, y Susan defiende que hay cosas demasiado serias y difíciles de experimentar desde fuera. Una experiencia intransferible».
De esta manera, el trío a cargo de Camacho se alterna sobre el círculo escénico del Price con sus compañeros circenses; Pía Bautista, Eyal Bor, Sofía Cancino, Zuska Drobna, Sirio Fernández y Riccardo Pedri arriesgan con el trapecio, los malabares, la cuerda lisa y la suspensión capilar en un juego de sombras que busca recrear esos grabados que Goya pintó con aguafuerte entre 1810 y 1815.
- Dónde: Teatro Circo Price, Madrid. Cuándo: hasta el 21 de mayo. Cuánto: 18 y 20 euros.