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Inquietante espectáculo de Ferrera y esfuerzo de Perera con la de Victorino

Antonio corta una oreja y Miguel Ángel resulta cogido de manera espectacular en la Feria de Abril
Raúl CaroEFE

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Emilio de Justo venía a desempatar el cartel, a convertir en terna lo que al final la empresa Pagés decidió dejar en un mano a mano. Un tercero hubiera enriquecido el espectáculo, pero quedó así la tarde del sábado, la noche del «pescaíto», el comienzo del ferial, la corrida de Victorino que antes eran palabras mayores y hoy sigue siendo una duda que despejar con otras connotaciones. Fue justo en Madrid donde Emilio sufrió una fuerte voltereta el Domingo de Ramos. De esos impactos que pudo tener un desenlace fatal y le ha retirado de la profesión durante unos meses. Otro susto nos llevamos ayer con Miguel Ángel Perera casi al acabar el festejo con el sexto. Era bueno el toro, pero lo cogió de mala manera y a pesar de que siguió se notó que todo fue un esfuerzo mayúsculo para el torero. Más porque el toro se orientó y hubo que convencerlo de nuevo. Era el único Victorino que le había dejado un resquicio para el triunfo.
Estrecho de sienes y agresivo de pitones el segundo. Y vacío de casta. Tremendo. Tanto que Perera se tuvo que resignar. No mejoró con el cuarto, que tenía buena condición pero ninguna fuerza ni transmisión. Perera quiso justificarse y lo hizo con derroche de temple, pero de ahí a la emoción hubo un abismo.
Turno de Ferrera
Ferrera nos sorprendió con un capote azul satinado que parecía de seda. Quiso poner al primer ejemplar de Victorino de lejos y lucirlo en el caballo, pero cuando la bravura no está no puede exhibirse. Chacón y Fernando Sánchez hicieron un buen tercio de banderillas, de esos de en corto y por derecho cargado de toda literatura. No fue toro con el sello de la leyenda del ganadero de Galapagar. Hundió los pitones en la arena en el comienzo de faena, pero duró poco. Después, esa entrega quedó en una media embestida sin fiereza con la que Ferrera se defendió con oficio y una mala espada.
Tenía presencia el tercero, aunque tampoco quiso ir al caballo. Sí tuvo cosas buenas el toro y lo vio Ferrera que no dudó en sacarse al toro al centro del ruedo y ahí plantarle faena. El victorino tomó el engaño por abajo y con franqueza. No tardó el extremeño en tirar la ayuda y despejado de ella torear al animal. Tenía la fiereza más que justa, así que como el empuje pero el tranco era bueno. Con la espada se retiró seis o siete metros y así fue caminando hacia al toro y resultó efectiva la estocada. La gente había entrado en la faena y pidió el trofeo. El presidente no quiso. Quedó la vuelta.
Todo cambió con el quinto. Como un presentimiento. Se hartó de pegarle lances, cosidos uno a otro hasta casi llevar al toro de vuelta. Se preveía la locura que estaba por venir. Brindó al futbolista Joaquín, que es ya un fijo, ayer con Juanma Moreno, y hubo una especie de disputa porque Ferrera quería sacarlo al ruedo y él no. (Está prohibido) A vistas de parar el espectáculo salió. Lo que vino después no es fácil de relatar porque entra dentro de las coordenadas de Antonio Ferrera, ese espectáculo que él genera, dentro de lo imprevisible, de no saber qué va a pasar en cada momento, de transitar entre el toreo agarrotado a un soberbio derechazo. Lo que no hay duda es que el público, en modo feria, entró de lleno en esta historia.
El toro era extraordinario por temple y ritmo, por querer tomar el engaño por los vuelos, como lo hizo en una tanda final de naturales en la que Antonio estaba relajado y en otra dimensión. En la suerte suprema recreó de nuevo las distancias, pinchó y a punto estuvimos de la tragedia porque forzó querer meter la espada ahí. Loco todo a la segunda agarró con precisión. Le dieron un trofeo, pero el alguacilillo desapareció a la hora de la entrega. Se le pidieron dos. Dio una vuelta al ruedo más por su cuenta. A estas alturas no se entendía nada. Vámonos que nos vamos a la Feria. ¿O ya estábamos?
Ficha del festejo
SEVILLA. Sexta de abono. Se lidiaron toros de Victorino Martín, desiguales de presentación. El 1º, sin fiereza y a menos; 2º, descastado; 3º, noble y de buen tranco; 4º, de buena condición pero sin transmisión ni fuerza; 5º, de extraordinario ritmo y temple; 6º, de buen aire pero se orienta enseguida. Tres cuartos de entrada.
Antonio Ferrera, de blanco y oro, dos pinchazos, estocada, cuatro descabellos, aviso (silencio); estocada (vuelta tras petición); pinchazo, estocada (oreja con petición y dos vueltas).
Miguel Ángel Perera, de grana y oro, tres pinchazos, media (silencio); estocada caída (silencio); estocada (saludos tras petición).