Ganaderías

La Quinta regresa hoy a Las Ventas en uno de los carteles de la temporada

Esta ganadería, galardonada con «El Hierro de Oro» de RNE es ejemplo de superación tras la pandemia

La Quinta
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Más allá de las encerronas que se acumulan esta temporada y que ponen en valor el peso histórico de hierros legendarios, el campo bravo reconoce el empeño de plazas como Las Ventas por impulsar encastes minoritarios. Así, aplauden iniciativas como los desafíos ganaderos, corridas concurso o la ya histórica «Feria del bombo». Pero, a través de laUnión de Criadores del Toro de Lidia, el mundo del toro denuncia también algunas de las trabas para la sostenibilidad del sector y su diversidad: la exigencia de los pliegos en plazas de primera y que últimamente también imitan hasta las de tercera. «Algunos ayuntamientos excluyen al 90% de las ganaderías, exigiendo un volumen de cabezas y festejos inalcanzable para ellas. Lo más incoherente es que se presuma del impulso que significa la tauromaquia para la España vaciada y al mismo tiempo se pongan tantas trabas a una de sus principales economías», reclama Antonio Bañuelos, ganadero y Presidente de la Unión de Criadores.

«Evidentemente, hay un reglamento que cumplir, pero también hay muchos otros factores subjetivos que responden a modas. A menudo, además del peso reglamentario y la movilidad, se exigen otras condiciones como la probabilidad de que el animal sea protestado, si está en el tipo, si tiene trapío suficiente o incluso si la corrida es más pequeña que la del día anterior, privando al ganadero de capacidad de decisión».

El novillo con el que Diego García abrió la Puerta Grande de Las Ventas el pasado domingo pesaba lo mismo que uno de los toros de El Cortijillo del día siguiente. «Ojalá desaparecieran las tablillas. 20 kilos de diferencia en un toro de lidia no se aprecian, solo depende de la caja o morfología ósea. Además, presumir de que a un novillo le falta un mes para ser toro o alabar su más de media tonelada va en contra de la naturaleza de las novilladas. Más allá de cumplir el reglamento, el ganadero selecciona genética y bravura, no kilos de carne», analiza Bañuelos.

El 20 de marzo el mundo rural se unía para reclamar su sitio y acabar con el silencio del sector. La Unión celebra aquella movilización: «Nuestra clase política desconoce la realidad del mundo rural y en particular, abandona al mundo del toro desde el Ministerio de Comercio y hasta el de Cultura. Se olvidan de que Bruselas reconoce las 600.000 hectáreas del campo bravo como espacio de ‘gran valor ambiental’». Con todo y con eso, los ganaderos han demostrado una resistencia titánica en pandemia ante la mayor adversidad y han obrado el milagro de conservar la riqueza genética de encastes.

El Presidente de la UCTL también destaca el ejemplo de Morante de la Puebla como figura comprometida: «En 2020 y 2021 ha mostrado una gran generosidad, tirando del carro junto a Ponce aunque solo hubiesen 1.000 personas en la plaza o no se retransmitiera por televisión. Pero además, José Antonio puso en valor la exposición de encastes. Estamos muy agradecidos a él». El ganadero de La Quinta, Álvaro Marínez Conradi hijo, suscribe la admiración hacia Morante, quien además se apuntaba el primero a su corrida de San Isidro, a la que se sumaron El Juli y Pablo Aguado. Sin embargo, el ganadero asegura que la dimensión del cartel no ha afectado a su elección original de la camada para la tarde más importante de su trayectoria.

La UCTL defiende ejemplos de superación como La Quinta, mientras recuerda a quienes corrieron peor suerte: «Aunque temimos por la desaparición total de algunos hierros, la decisión que han tomado las ganaderías es vaciar sus reses. Así, desde la Unión pudimos fomentar que otros ganaderos adquiriesen esos hierros, a cambio de suprimir la cuota de 9.000 euros para entrar en la Unión». «Pero además de la solidaridad del sector, la ayuda de la Comunidad de Madrid (con Isabel Díaz Ayuso al frente) ha sido determinante y ejemplo para otras regiones».

Afortunadamente, las previsiones para 2022 son positivas. Después de la radical devaluación de las reses, parece que los empresarios muestran sensibilidad para recuperar el valor del producto de lidia». Pero a pesar del crecimiento, la recuperación plena se estima en unos 4 ó 5 años.

Un ejemplo de estos «brotes verdes» es el hierro de La Quinta, cuyo gran momento contrasta con su ausencia en Sevilla, donde tienen una de sus fincas. «Teníamos una camada excepcional reservada para debutar en corrida de toros en la Feria de Abril, pero la empresa se demoró y cuando llamaron ya la teníamos comprometida con otra plaza. Pero ya existe el compromiso de organizar una gran tarde en 2023». Por si fuera poco, La Quinta fue valiente en los peores momentos: «Hemos mantenido las 150 vacas, porque de ello depende la mejora en la selección y el encaste Santa Coloma».