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En el castigo está la penitencia

Daniel Luque se llevó la única oreja de una corrida de Victorino a la que se masacró en el caballo en la última de la Feria de Fallas de Valencia
Daniel Luque, con un Victorino en Valenia
Daniel Luque, con un Victorino en ValeniaLitugo/NautaliaLitugo/Nautalia
La Razón
  • Paco Delgado

    Paco Delgado

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Se cerró la feria de fallas -a la que este año ha ido mucha más gente que en las últimas ediciones- con un festejo que no respondió a las expectativas creadas en torno suyo. Al menos en cuanto a asistencia. Que la plaza registrase media entrada, espectador más o menos, un día de San José, con dos millones de personas en Valencia y con el cartel que se anunciaba, da qué pensar. Buena parte del atractivo de esta última función fallera estaba en el ganado. Los toros de Victorino Martín siempre han tenido un atractivo especial, lidiando ahora un encierro de muy desiguales hechuras y cuyo comportamiento se vio muy seriamente condicionado por su falta de fuerza pero, puede que más, por lo mucho que se les castigó en varas. Bien es cierto que, de un tiempo a esta parte, se ha rebajado notablemente la casta del toro en general, dándole a cambio mucho mayor volumen, pero sigue sin ser proporcional el fortísimo castigo a que se les suele someter en el primer tercio, como fue en el presente caso.
Fue ovacionado de salida el victorino que abría plaza, un pavo de casi 600 kilos, alto, ancho y veleto... y que se fue al suelo casi acto seguido. Movió al caballo por la inercia de su tonelaje y tomó la muleta con nobleza y suavidad. Tuvo que ayudarle Ureña, llevándole sin tirones ni violencia en una faena a trompicones, procurando ir alargando las embestidas de su oponente pero en la que no pudo evitar numerosos enganchones ni calentar el ambiente.
El tercero, muy en el tipo clásico de la ganadería, fue tobillero de salida pero tras una buena tanda en varas se aplomó y apenas tuvo energía para seguir el engaño.
Tras unos momentos de confusión al salir el quinto, creyendo la cuadrilla de Ureña que había salido el sexto en vez del suyo, el murciano se lució a la verónica y buscó lucimiento muleta en mano, pero tras un inicio prometedor el toro se fue orientando y se llevó algún que otro achuchón en una faena valiente pero sin macizar.
El primer toro de Luque fue bajito de agujas y pegajoso en el capote y en el mismo son llegó al último tercio, queriendo coger la muleta y haciendo hilo por bajo. Se quedó corto enseguida y antes ya había dejado ver poca fuerza. Tuvo que exponer y tragar mucho Luque para buscar someterle y engancharle aunque su labor no llegó a levantar el vuelo.
Perdió las manos el cuarto al salir del peto pero tuvo recorrido y fijeza, aunque tardó Luque en verlo, toreando luego con tanta templanza como inteligencia, sin forzar ni agobiar y aguantando los parones y dudas que tuvo el animal, recreándose en la tanda final al natural. Echó las manos por delante el sexto, que se arrancó de lejos al caballo y recibió sendos puyazos traseros, siendo aplaudido el piquero en vez del toro. Esos puyazos provocaron que le costase luego humillar y defenderse, complicando mucho el quehacer de Luque, al que sólo quedó la baza de la exposición y el arrimón buscando el redondear la tarde.
Valencia. Décima de feria. Media entrada. Toros de Victorino Martín, desiguales de presencia y de juego dispar, destacando el cuarto.
Paco Ureña, de grana y oro, pinchazo y estocada, ovación; tres pinchazos y descabello, silencio; entera, ovación.
Daniel Luque, de celeste y oro, pinchazo y entera, silencio; entera, oreja: media y dos descabellos, ovación.
Saludaron Amores, Curro Javier e Iván García.