Poítica y toros

Dos reveses al animalismo en una semana: toros blindados en Euskadi y Francia

Tanto en Vitoria como en París, las cámaras legislativas enviaron un mensaje claro: la expresión cultural del toreo sigue teniendo respaldo institucional

Una propuesta de ley en Francia pone en riesgo las corridas de toros
Una propuesta de ley en Francia pone en riesgo las corridas de torosDavid Jaramillo

En unos días cargados de pulsos políticos, el mundo del toro ha recibido dos contundentes gestos de respaldo institucional en escenarios tan distintos como el País Vasco y Francia. Mientras unos pretenden enterrar la tauromaquia bajo discursos animalistas, las votaciones parlamentarias han dicho lo contrario: el toreo no está solo y sigue contando con defensores en las instituciones, incluso en territorios donde su presencia es más discutida. El mensaje político es nítido: la expresión cultural taurina no se borra por decreto ni por consignas.

Primero fue el Parlamento Vasco, donde Sumar, el partido de Yolanda Díaz, intentó sacar adelante una moción con un objetivo claro: prohibir los toros en Euskadi. La propuesta, formulada como una "abolición práctica y efectiva", pretendía equiparar la lidia al maltrato animal, penalizar el uso de puyas y banderillas, e incluso bloquear el futuro de espectáculos populares ligados al toro. El resultado fue unánime: ningún partido secundó el intento.

Ni el PNV, ni el PSE-EE, ni siquiera EH Bildu quisieron respaldar una iniciativa que, lejos de abrir un debate sereno, pareció más una proclama ideológica que una propuesta jurídica sólida. El revés para Sumar fue total. El propio representante de la formación aprovechó para criticar una proposición anterior de nacionalistas y socialistas que busca precisamente preservar por ley las manifestaciones taurinas en el País Vasco. La intención de blindarlas como parte de la identidad cultural vasca ha ganado más fuerza tras este episodio.

Casi al mismo tiempo, al otro lado de los Pirineos, Francia también zanjaba su propia tentativa abolicionista. En la Asamblea Nacional, el diputado Aymeric Caron, de La Francia Insumisa, presentó una enmienda para eliminar las subvenciones públicas destinadas a corridas y escuelas taurinas. El objetivo era evidente: asfixiar económicamente al mundo del toro y dejarlo sin relevo generacional.

Pero la respuesta de la cámara fue tajante: 166 diputados votaron en contra de la propuesta, enviando así un mensaje inequívoco sobre el valor cultural de la tauromaquia en Francia. Es el segundo revés para el movimiento animalista en poco tiempo, que ya había fracasado el año pasado al intentar ilegalizar las corridas en territorio francés. Aquí, lejos de avergonzarse del toreo, las instituciones lo respaldan con claridad.

Lo ocurrido en Vitoria y París refleja una corriente subterránea que va más allá de la polémica coyuntural: el toreo resiste porque tiene arraigo, historia y legitimidad cultural. No todo puede simplificarse a un debate entre barbarie y civilización. En política, los símbolos cuentan, y la tauromaquia, guste o no, sigue siendo un símbolo con peso en la identidad de muchos pueblos. Esta semana lo ha vuelto a demostrar.