
Efeméride
Y para finalizar, un debut: Victorino Martín
1972, el año que Palomo Linares cortó un rabo en Madrid, tendría una relevancia especial porque en el mismo debutó, ya a su nombre, la ganadería de Victorino Martín

18 fueron los festejos que se programaron para dar forma a la feria de San Isidro de 1972, un serial que pasaría a la historia por la polémica concesión de un rabo, el 22 de mayo, a Palomo Linares, el último, el de aquel “Cigarrón” de Atanasio Fernández, que se ha concedido en la Monumental madrileña a un matador.
Pero también aquel serial tendría una relevancia especial porque en el mismo debutó, ya a su nombre, la ganadería de Victorino Martín. Fue en el festejo que cerró el abono, el día 28 de mayo, domingo. Una función en la que actuaron mano a mano dos diestros muy queridos por la afición madrileña, Antonio Bienvenida y Andrés Vázquez, al que hay que considerar un especialista en la lidia de estos toros y que ya un par de años antes había logrado un gran triunfo en este mismo escenario con reses de esta ganadería aunque fuera del ciclo isidril.
Victorino llevó para la ocasión un encierro que a decir de las crónicas fue regular en todo. Pero, aun así, tanto Bienvenida como el de Villalpando consiguieron pasear una oreja cada uno. Antonio Bienvenida, vestido de grana y oro, fue el que primero tocó pelo, pues logró un trofeo al acabar con el toro que abrió plaza, “Playito” de nombre, al que enjaretó una faena basada en la mano diestra que acabó con la petición de una segunda y gritos de ¡Torero! ¡Torero! por parte del respetable. Hubo división de opiniones al finalizar su segundo turno y bronca en el quinto.
Tuvo que esperar su colega, ataviado con un terno verdegay y oro, hasta el que cerraba la corrida, “Cordonito”, para poder él también presumir de triunfo. Le recibió con cinco verónicas y una media belmontina antes de firmar un trasteo en el que hubo mando en plaza aunque tampoco al natural logró acople. Ovación y otra bronca había sido su balance hasta entonces.
En el semanario El Ruedo el juicio crítico del ganado no fue muy positivo: “No han igualado ni en presencia, ni en juego la fama adquirida en la última época por Victorino Martín, ganadero madrileño de Galapagar, porque varios de sus toros tuvieron caras y hechos de novillos. Justos de carne, aunque esto no sea importante, acusaron, casta, fueron bravos y nobles el novillo corrido en primer turno y el toro del sexto lugar. Hay que hacer constar que ninguno recibió tres varas, salvo el cuarto, del nombre “Sillero”. Este y los corridos en segundo y tercer lugar tuvieron un poco de genio al final, pero eran toreables. El respeto a sus cabezas posiblemente hizo desistir a los matadores de emplearse en su lidia.
Fue la corrida que dio el promedio más bajo de peso de la feria: solamente 493 kilos. Pero ya hemos dicho que esto no es lo verdaderamente importante en los toros”.
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