Sección patrocinada por sección patrocinada

arte

Un retrato perdido de Klimt reaparece en la Tefaf por un valor de 15 millones

Es un cuadro del príncipe William Nii Nortey y no se sabía nada de su paradero desde la ocupación nazi de Austria en 1938, cuando sus propietarios, de origen judío, abandonaron Viena y se refugiaron en Mónaco 

Noticias de última hora en La Razón
Última hora La RazónLa RazónLa Razón

Es una de las estrellas de la Tefaf y una de las sorpresas de esta edición. La última vez que alguien vio esta obra fue en 1928, en el Pabellón de la Secesión de Viena, uno de los lugares míticos vinculados a este movimiento y el lugar que conserva el «Friso de Beethoven», la obra maestra del autor de «El beso». La exposición lo incluyó en su recorrido y el catálogo consignó su presencia. Su autor, Gustav Klimt, cabeza visible de esa vanguardia, había muerto en 1918. Solo cinco años después, sus descendientes decidieron venderlo en una subasta.

Aquella pintura no pasó desapercibida por los coleccionistas y los seguidores del polémico creador -en la época, muchos maridos impidieron que sus mujeres posaran para él temiendo que acabaran rompiendo los votos contraídos en el altar- y finalmente fue adquirido por el matrimonio Ernestine y Felix Kelin, que lo retuvieron en su poder hasta que en 1938, alertados por la expansión del nazismo y la amenaza que representaban  las tropas del Tercer Reich para los judíos, decidieron marcharse y refugiarse en la costa mediterránea.

Cuando sus propietarios volvieron a su domicilio y encontraron lo que esperaban ya de antemano: una ciudad dividida en sectores por los aliados y, como solía ser costumbre, un hogar saqueado durante la ocupación alemana, algo frecuente en el caso de las familias que profesaban su confesión. Por supuesto, el cuadro no estaba. ¿Qué fue de esa obra durante ese tiempo? ¿Quién lo tuvo? ¿Cómo sobrevivió?

Historia de un cuadro

Junto a varios dibujos de Egon SchieleOskar Kokoschka y unos impresionantes esbozos a lápiz de Gustav Klimt, uno de ellos de la legendaria Adele Bloch-Bauer, la galería Wienerroither & Kohlbacher exhibe ahora en la feria de Maastricht, la Tefaf, esta obra maestra de Klimt. Es el retrato de «El príncipe Guillermo Nii Nortey Dowuona» y representa a un hombre negro de descendencia real de la tribu Osu de Ghana.

Su amigo Franz Matsch y él se pusieron de acuerdo para inmortalizarlo. Corría el año 1897 y ambos lo habían conocido durante un espectáculo folclórico que acogía la ciudad. El primero optó por una obra frontal, que se conserva hoy en día en MNAHA de Luxemburgo, mientras el segundo, eligió una representación clásica en tres cuartos de una impresionante belleza y acabaría siendo una pieza de extraña rareza dentro de su producción, con elementos del periodo que dejaba atrás y con otros que adelantaba hacia dónde se encaminaba su estilo. Klimt, en esta ocasión, no dejó nada al hacer y decidió también pintar la parte trasera con unos elementos vegetales, lo que aumenta todavía más la singularidad de la obra.

Reaparición de una obra robada durante el nazismo

La cuestión es: ¿Cómo ha llegado hasta aquí? Parece ser, como informan varios diarios, entre ellos el «Kronen Zeitung», de Austria, hace dos años unos coleccionistas se presentaron en esta galería con esta obra. Estaba sucio y, según algunas informaciones, muy mal enmarcado. La posterior limpieza y restauración sacaron a la luz la firma, que está a media altura dentro de la pintura y un sello que revelaba su procedencia. Si no fuera suficiente, el mayor experto en este artista autentificó la autoría, corroboró que había desaparecido hacía finales de los años treinta y lo puso en relación con el que se conserva en Luxemburgo. Toda una aventura.

La cartela advierte a los visitantes que Ernestine Klein fue perseguido y, también, que «este trabajo se ofrece en virtud de un acuerdo de conciliación». ¿Cuál? El que ha llevado a cabo esta galería con los descendientes de la familia a la que pertenecía cuando desapareció. Porque, después de las conversaciones iniciales, quedó claro que había sido una de las obras robadas durante la Segunda Guerra Mundial. Ahora, que todo está arreglado y que todos los permisos son legales, se ha puesto a la venta por una suma 15 millones. Y es toda una atracción para las personas que visiten esta edición a lo largo de estos días.