Crítica de cine

“Un verano en Ibiza”: El techno no es para mí

“Un verano en Ibiza”: El techno no es para mí
“Un verano en Ibiza”: El techno no es para mílarazon

Los que añoran al Paco Martínez Soria de «La ciudad no es para mí», que dejen de llorar. Christian Clavier ha llegado para ¿actualizar? la versión del paleto de provincias que ha de adaptarse a la modernidad. Clavier no es exactamente un pueblerino sino un podólogo con Ipod, pero el objetivo de «Un verano en Ibiza» es el mismo que el de la película de Pedro Lazaga: que de la colisión sociocultural nazca la comedia burda, en la que los gags recurrentes –el dedicado a la cocaína, por ejemplo– y escatológicos –más cerca del peor Ozores que del mejor Farrelly– son la cansina norma, y que el protagonista, desde su inicial desubicación, acabe por demostrar que es el más empático y simpático de su nueva familia, a la que se ha incorporado como padrastro. Sorprende, eso sí, que el filme no aproveche para cebarse en la parodia del carácter hispánico –Ibiza es, después de todo, patrimonio del mundo 3.0– y se agradece la presencia luminosa de Mathilde Segnier.

Lo mejor: La Segnier es todo un rayo de luz en medio de semejante vulgaridad

Lo peor: Comprobar que cierto cine francés es tan malo como cierta comedia franquista

Director: Arnaud Lemort. Guión: Arnaud Lemort y Mathieu Ouillon. Intérpretes: Christian Clavier, Mathilde Sagnier. Francia-Bélgica, 2019. Duración: 87 minutos. Comedia