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Vargas Llosa considera «terrible» el auge del nacionalismo

Vargas LLosa durante la presentación de su novela hoy en la Casa de América
Vargas LLosa durante la presentación de su novela hoy en la Casa de Américalarazon

El escritor, que presenta su nueva novela, "El héroe discreto", ha calificado de "terrible"que en el mundo actual "el nacionalismo vuelva a sacar la cabeza"

En el obituario sobre Charles Darwin que «The New York Times» publicó el 21 de abril de 1882 decían que el naturalista inglés había dado «mucho que leer, pero mucho más ha dado que hablar». En esa afinada y lúcida definición parece encajar también el escritor Mario Vargas Llosa, quien ha demostrado en más de una ocasión que la precisión de su pluma se extiende más allá del terreno literario. Por eso no es de extrañar que la presentación de ayer en Madrid de «El héroe discreto» (Alfaguara) –la primera novela que escribe y publica después de que le fuese concedido el premio Nobel de Literatura 2010 y que sale hoy a la venta–, acabase convertida en una reflexión sobre la convulsa situación política actual. Y eso a pesar de las advertencias de su editora, Pilar Reyes, y su mujer, Patricia Llosa, que le «prohibieron», tal y como el propio autor confesó con humor durante la rueda de prensa, mencionar estos fangosos temas cuando «toca hablar de literatura». Eso sí, como «a mi mujer le tengo cariño pero también mucho miedo» –aseguró con ironía Vargas Llosa– se decantó por la «respuesta literaria» para contestar a una pregunta sobre el nacionalismo con motivo de la celebración de la Diada en Cataluña. El escritor recurrió al «llamado de la tribu», un fenómeno descrito por el filósofo Karl Popper, para explicar cómo la salida del grupo «es el comienzo del progreso, de la civilización» porque el individuo «adquiere independencia y soberanía». Sin embargo, recalcó que «el llamado de la tribu nunca desaparece y en circunstancias adversas adquiere más fuerza» por lo que es normal que las personas se sientan tentadas por la «comodidad» que supone eludir «la enorme responsabilidad de ser soberano» y prefieren abandonarse «a las decisiones de la tribu. Eso es el nacionalismo», aseguró Vargas Llosa, al tiempo que calificó de «terrible» que esta ideología «vuelva a sacar la cabeza» hoy día.

La deriva hacia las cuestiones políticas fue una de las protagonistas de la puesta de largo de «El héroe discreto», aunque la propia novela invita a una reflexión del individuo frente a los poderes opresores, ya que los protagonistas son dos personajes que, en sus pequeñas parcelas vitales, se rebelan para hacerse cargo de su propio destino. Por eso, Vargas Llosa no duda en señalar que la decencia es uno de los temas de su nuevo libro. «Lo que verdaderamente hace que una sociedad progrese son los héroes anónimos», señaló el escritor, tras confesar –ya que, como él mismo comentó, «la imaginación no trabaja en abstracto»– que uno de los protagonistas del libro, Felícito Yanaqué, está inspirado en la historial real de un empresario peruano de orígenes humildes que no sucumbió a la extorsión de un grupo de delincuentes que le ofrecía protección a cambio de dinero. «La actitud de esta persona de no aceptar el chantaje de la mafia es la de una persona decente, que no se deja manipular por los delincuentes ni convertirse en uno de ellos por miedo», ahí esta, señala, la heroicidad de estos personajes que con su labor callada y discreta, con sus convicciones y su esfuerzo, consiguen que «su conducta se ajuste a sus principios». Para Vargas Llosa «las personas decentes son la reserva moral para el futuro de un país», por eso cuando se pierde este valor «entra en bancarrota aunque las cifras económicas digan que progresa». El autor de «La fiesta del chivo» también señaló ser «muy consciente de que en la clase política hay mucha corrupción, mediocridad e ineptitud», pero también es «muy peligroso condenar en bloque a los políticos de todos los países como si todos fueran corruptos e ineptos, porque no es verdad», señaló Vargas Llosa, antes de aclarar que «las sociedades tienen la clase política que se merecen» y por eso hay que animar «a la gente más brillante, decente y creativa» a participar en la política.