Festival de San Sebastián
Los protagonistas de "La voz de Hind" amplifican su desgarrador grito en Donosti: "La comunidad internacional lleva 77 años acallando lo que ocurre en Gaza"
Saja Kilani y Motaz Malhees, los actores principales de esta estremecedora historia sobre el asesinato de una niña palestina que tras su paso por Venecia ha llenado de grito y conmoción el certamen, charlan con este periódico sobre la relevancia política de presentar una película así
El ensordecedor enmudecimiento colectivo vivido en el interior del Teatro Principal durante el primer pase de "La voz de Hind", sólo interrumpido por el llanto moqueante de un porcentaje demasiado elevado de presentes y la posterior explosión natural de aplausos, recordaba a uno de esos versos de un poema viejo sobre la guerra de Miguel Hernández en el que "el corazón se revuelve, se atorbellina, revienta. Arroja contra los ojos súbitas espumas negras". Había muchas espumas negras en las miradas de los compañeros de Prensa que salían de la sala visiblemente conmocionados y pisaban aturdidos los adoquines de la calle Mayor del casco antiguo de Donosti, intentando digerir, en un conato fallido de disociación obligada, lo que acabábamos de ver.
Había una certeza compartida de que la película dirigida por la cineasta tunecina Kaouther Ben Hania marcaría la jornada de agitación (emocional y social) más subrayable en lo que llevamos de certamen no solamente por el aval cinematográfico del Festival de Venecia, lugar en el que se presentó antes de aterrizar en la Concha y en el que recibió 23 minutos de ovación, sino también por la significación política sostenida por el Zinemaldia de apoyo a la causa Palestina desde el mismo arranque del certamen.
Y sin embargo, cualquier tipo de consciencia previa sobre la dimensión de esta cinta, no pareció servir de nada a la hora de enfrentarse a la dureza de su visionado: ni el martes a los compañeros de Prensa y crítica, ni el miércoles al público general que acudió al Teatro Victoria Eugenia para ver la segunda proyección programada en el marco del festival, con los actores de la película presentes, emocionados por el recibimiento (traducido en 7 minutos de aplausos) y listos para sumarse, una vez hubo finalizado el pase, a la multitudinaria manifestación convocada a las puertas del teatro que arrancó en la calle de la República Argentina (arteria de los principales movimientos a contrarreloj del festival) y contó con la participación de representantes del mundo del cine como Isaki Lacuesta, Julio Medem o Alberto San Juan; así como del ministro de Cultura, Ernest Urtasun.
Durante los 89 minutos de metraje, "La voz de Hind", impulsada con el respaldo hollywoodiense de Joaquin Phoenix y Brad Pitt como productores ejecutivos, martillea de manera metafórica y literal las conciencias de Occidente y del Estado de Israel sirviéndose de las grabaciones reales de petición de auxilio que la pequeña Hind Rajab, de tan sólo seis años, solicitó por teléfono el 29 de enero de 2024 durante horas a Rana Faqih, una operadora voluntaria de la Media Luna Roja Palestina (interpretada por la conmovedora actriz Saja Kilani), después de quedarse atrapada en el coche mientras huía forzosamente por evacuación del barrio de Tal Al-Hawa, ubicado en el suroeste de Gaza con varios familiares que fueron asesinados por fuerzas israelíes, a pesar de que ella diga al principio, explicando con una inocencia lacerante, que están "dormidos". 355 balas impactaron contra el coche. Hind Rajab y los tíos y primos con los que se trasladaba, murieron tiroteados. Yousef Zeino y Ahmed al Madhoun, los dos técnicos de la ambulancia enviada para su rescate, también.
"Creo que es mi responsabilidad como palestina exiliada alzar mi voz contra lo que está pasando, porque mis abuelos hubiesen deseado poder volver a Palestina, a su hogar y no lo consiguieron"
La directora, sirviéndose de un fuera de campo voluntario (escuchamos pero no vemos en ningún momento lo que sucede al otro lado del teléfono) a través de una única localización (el centro de trabajo de la Media Luna) que intensifica el estrechamiento y la crudeza de lo que oye el espectador, apuesta por una inteligente y efectiva integración de la voz de la niña en la ficcionalización dramática de la gestión operativa de los voluntarios que trabajan en esta organización humanitaria de la Cruz Roja (desde que reciben la llamada hasta que consiguen enviar una dotación con sanitarios al lugar donde está sucediendo el horror) y que se encuentra sometida, tal y como se refleja de manera narrativamente tensísima en la cinta, al torpedeo constante del COGAT, la unidad del Ministerio de Defensa israelí que condiciona las luces verdes que pueda dar en todo momento el Ministerio de Sanidad Palestino durante el envío de ayuda.
Un despertar tardío
"No fue nada fácil conseguir separarse de la película y de la realidad cuando dejabas el rodaje a un lado y volvías a tu vida personal. Es un tema extremadamente duro el que tratamos aquí. Estás viendo a una niña que está intentando sobrevivir, que está esperando y suplicando que la rescaten y sales del set y sigues con esa voz en tu cabeza. A veces sueño con ella. Pero no me lamento, porque en realidad es mi misión, en esto consiste mi trabajo. Ser un actor es eso: conseguir llevar una historia al mundo, trasladar un mensaje, ser vehículo de alguna manera", comparte en una emocionante entrevista con LA RAZÓN el actor palestino de 33 años Motaz Malhees, nacido en la franja de Cisjordania, tempranamente familiarizado con el sonido de las bombas y encargado de dar vida a uno de los compañeros voluntarios de Rana en la Media Luna.
"Esta historia me va a afectar para siempre, pero es un honor formar parte de ella"
"Es curioso porque a pesar de tratarse de una voz que yo ya había oído antes, al escucharla en el set, lo hice de una manera diferente, tanto como artista, como persona. El resto del mundo en ese momento había escuchado dos minutos en internet, pero nosotros escuchamos toda la conversación. Y había una palabra que Hind seguía repitiendo, que es "amana". Algo parecido a un ruego, a una súplica. Y cuando oigo esa palabra de su boca, "amana", siento que me llega de forma directa al corazón porque era como si yo estuviese hablando con mi familia o incluso pensaba en cuando yo era niño. Esta historia me va a afectar para siempre, pero es un honor formar parte de ella", admite.
Por su parte, la actriz Saja Kilani, apela al origen de sus raíces para expresar su necesidad de significarse con esta película: "Es imposible no llevarte esto a tu cuerpo y a tu casa cuando acabas, porque si no estás en un set como en el que hemos estado nosotros, estás viendo las noticias y ambas cosas son igual de horribles. Toda esta realidad que estamos viviendo nos impulsa a trabajar más todavía para que esta historia sea vista por todo el mundo. Mi familia se marchó en 1948 y tuvieron que hacerlo para sobrevivir. Creo que es mi responsabilidad como palestina exiliada alzar mi voz contra lo que está pasando, porque mis abuelos hubiesen deseado poder volver a Palestina, a su hogar, pero no lo consiguieron. No dejaba de acordarme de eso en el set. Es importante seguir hablando y mantener viva la memoria", apostilla con la mediación de una pausa en la que la voz se le corta y los ojos se le humedecen.
"Siempre nos han retratado de una manera inhumana, reduciéndonos a simples números. Dicen que han fallecido 30 personas en Palestina, nunca mencionan que han sido asesinadas, matadas por unas bombas"
Un pasado lleno de imposición y decisiones obligadas que entronca en cierto modo con el de Malhees, quien actualmente reside en Londres pero cuando tenía 12 años "viví una invasión masiva con tanques en Cisjordania. Entonces yo vivía en Jenin y recuerdo que murieron muchas personas debido a las bombas en aquel momento. De repente te ves siendo un niño pensando ''tengo que sobrevivir" y la verdad es que nunca abordé esos traumas de niño, hasta que llegó la oportunidad de hacer esta película, hasta que escuché la voz de Hind y me di cuenta también de que había muchos traumas dentro de mí encerrados que no había dejado salir o no había sabido gestionarlos hasta ahora".
Kilani alude además a la importancia de fusionar, por parte de la directora, las imágenes reales de lo sucedido mostrando vídeos y fotos de cómo quedó el lugar de los hechos, las caras de los médicos asesinados o la presencia de la propia madre de Hind, que vive y a día de hoy sigue teniendo que lidiar con el dolor indecible del asesinato de su hija, consiguiendo trasladar este diálogo con la veracidad de los hechos al rigor con el que afrontaron sus papeles vinculándose con las personas reales implicadas. "Estuvimos en contacto con los protagonistas auténticos de todo esto. Queríamos honrarles, porque ellos son los héroes realmente de esta historia. Ellos hicieron todo lo que pudieron para salvar a esa gente, a esa niña. Dieron todo de sí y fue algo increíble".
Tal y como aprovecha para recordar Malhees cuando le preguntamos por la tardía respuesta internacional frente a lo que está pasando, "la comunidad internacional lleva 77 años acallando lo que ocurre en Gaza. Siempre nos han retratado de una manera inhumana, reduciéndonos a simples números. Siempre dicen que han fallecido 30 personas en Palestina. Estaban caminando y se han muerto. Nunca mencionan que han sido asesinadas, matadas por unas bombas. Ahora parece que se está dando cuenta la gente de lo que está ocurriendo en Palestina, y no sólo por los medios escritos, sino en gran parte por las redes sociales. Estos días lo hemos estado hablando Saja y yo con diferentes compañeros, hay algunos artistas internacionales que no encuentran noticias de Gaza porque están censuradas, es decir hay algunos lugares ahora mismo en los que no se puede tener acceso a las noticias sobre lo que pasa en Gaza", explica el intérpretes segundos antes de que su compañera de reparto introduzca una idea que ambos consideran particularmente incomprensible. "Muchas veces parece que nos están pidiendo que seamos humanos. Pero si no somos humanos, ¿qué somos? Es una idea absurda y algo que nos afecta mucho", indica.
¿Por qué tengo que explicar por qué me están matando?
"Muchas veces", prosigue Malhees a este respecto, "parece que tenemos que justificarnos de por qué estamos siendo asesinados, justificarnos de por qué existe esta limpieza étnica. ¿Por qué tengo que explicar por qué me están matando? ¿Por qué tengo que explicar por qué soy objeto de una limpieza étnica? Y lo estoy diciendo de la manera más educada posible, claro. Nací y crecí allí, sé lo que es. A toda esa gente que niega el genocidio le diría que se fuera a Palestina y viera lo que está ocurriendo. Porque en cuanto llegas allí, comprendes la realidad. Es el peor lugar del mundo para los palestinos. Es decir, lo que están haciendo con nosotros es una esclavitud moderna. Pueden entrar en tu casa en cualquier momento, amenazarte con sus armas, dispararte. Eso no es una vida normal y ni siquiera sé si es una vida a secas. No puedo entender cómo ha tardado tanto el mundo en despertarse", reclama antes de matizar con dignidad, sin rastro de esa súbita espuma negra de la congoja de los periodistas: "Estamos inmensamente agradecidos del alcance de la película y también de contar con el respaldo de voces de estrellas americanas, porque eso muestra el poder que tiene esta historia, pero es una historia que no tendría que haber existido y necesitamos que la gente que la vea nos apoye". Remarcaba la directora durante su paso por Venecia, que el cine salvaguarda la memoria. Confiando en el radio de alcance de esas afirmaciones, con "La voz de Hind", la historia (también con "h" mayúscula), las imágenes, las secuencias y su voz, quedan para siempre registradas.