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Crítica de libros

No te pierdas los libros de la semana

Una guía perfecta para conocer cuál ha sido la evolución del psicoanális, un recorrido por la Corte de Rodolfo II, un ensayo sobre la Revolución Francesa y mucho más

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Una guía perfecta para conocer cuál ha sido la evolución del psicoanális, un recorrido por la Corte de Rodolfo II, un ensayo sobre la Revolución Francesa y mucho más

«Diccionario amoroso del psicoanálisis»

Élisabeth Roudinesco

Debate

544 páginas,

25,90 euros

¿Qué tienen en común Poe y Marilyn Monroe?; por Toni Montesinos

Una de las mayores expertas en psicoanálisis ofrece una guía perfecta para conocer cuál ha sido la evolución del concepto y cómo se adentró en nuestra vida cotidiana, del mundo del cine al de la literatura.

El inventor del psicoanálisis, Shakespeare, encontró en Sigmund Freud a su codificador. El psicólogo había leído al poeta en inglés desde joven, y se convertiría, sobre todo, en un Shakespeare en prosa. El psicoanálisis está agonizando. Hoy es esencialmente literatura; Freud, como escritor, sobrevivirá a la muerte del psicoanálisis... Estas afirmaciones las dice Harold Bloom en «El canon occidental», donde interpreta a Freud desde su condición de escritor, la misma de la que Vladimir Nabokov se burlaba al considerarlo un «autor cómico».

Hoy es escaso el número de psicoanalistas freudianos y las voces críticas en contra de las teorías del de Moravia son infinitas. Pero sus libros no han caducado y todo lo relativo a ellos renueva el interés generalizado. Novedades editoriales como la biografía de Marie Bonaparte, paciente de Freud y también su discípula y su salvadora de las garras nazis –escrita por Célia Bertin, publicada por Tusquets en 2013– corroboran este hecho incuestionable.

Aquel libro sobre la sobrina nieta de Napoleón I de Francia, una de las fundadoras de la Sociedad Psicoanalítica de París en 1926, y que tantas cosas íntimas y profesionales llegó a compartir con Freud, de la que fue su principal traductora, contaba con un prólogo de la historiadora y psicoanalista Élisabeth Roudinesco, una autoridad en la materia que concibió en 1997 un diccionario del psicoanálisis.

Ahora, con décadas de conocimientos y experiencias, y viajes por todo el mundo conociendo sociedades psicoanalíticas, consigue con este «Diccionario amo-roso del psicoanálisis» (traducción de Alan Pauls) uno de esos trabajos que, en medio de una bibliografía desmesurada que resulta inabarcable, aparecen como un faro seguro para volver a orientarse y conocer los elementos nucleares de una rama de la psicología que ha empapado la sociedad de forma transversal y universal desde hace más de un siglo.

Caricaturas y series

Y es que Roudinesco ha querido «explicarle al lector la forma en que el psicoanálisis se nutrió de literatura, de cine, de teatro, de viajes y de mitologías para llegar a ser una cultura universal». No en vano, el psicoanálisis se asoma de un modo o de otro en la «prensa sensacionalista, historietas, caricaturas, series de televisión, etc.; está presente por doquier en la pluma de los editorialistas, a tal punto que su vocabulario –lapsus, inconsciente, diván, paranoia, perversión, superyó, narcisismo, etc.– se ha incorporado a todas las formas de discurso». Así pues, nada mejor que un vocabulario razonado y explicado para refrescar cómo fue el origen del psicoanálisis, nacido en Viena entre 1895 y 1900, en el periodo de la monarquía austrohúngara; de tal modo que estamos antes un fenómeno urbano, de trasfondo burgués, tan científico como intelectual, inspirado en la investigación clínica del inconsciente, las neurosis y la locura.

Por eso, la cuestión de la angustia, que tiene entrada propia, «es central en la doctrina psicoanalítica», dice Roudinesco, que ofrece un trabajo tan entretenido de leer, con sus mil curiosidades históricas o actuales, como riguroso por su profundidad en reflexiones en torno a aspectos que tienen que ver, por ejemplo, con la génesis de la disciplina. Esta consistiría en proporcionar algo «que no es una ciencia ni una verdadera psicología sino una mitografía: propone interpretar la lengua del inconsciente en términos de mitos, sueños y leyendas».

Para ello, Freud eligió dos personajes como Edipo y Ham-let, el primero, la encarnación del inconsciente; el segundo, la de la culpabilidad, que por supuesto quedan expuestos en este diccionario de manera concisa pero completa junto con otros muchos temas que el lector verá íntimamente ligados al psicoanálisis («Antígona», «Sueño», «Sexo, género y transgéneros») y otros no tanto en un principio («Apócrifos y rumores», «Leonardo da Vinci» o «Washington»). En este sentido, cobran relevancia determinadas ciudades como Berlín, Buenos Aires, Nueva York, Zúrich, Budapest, Viena, desde luego –y, singularmente, urbes brasileñas, que han sido el receptáculo de todas las contradicciones posibles del psicoanálisis–, ya que el freudismo está ligado, dice la autora, a la industrialización, el debilitamiento de las creencias religiosas y la decadencia del patriarcado. Y también, obras literarias, como el cuento «La carta robada», de E. A. Poe, o la novela «La conciencia de Zeno» (1923), de Italo Svevo, que, pese a tener un cariz tremendamente psicoanalítico, Sigmund Freud no leyó nunca.

Sobre la autora

Élisabeth Roudinesco (París, 1944) es una reputada intelectual, autora de «Jacques Lacan. Esbozo de una vida, historia de un sistema de pensamiento» (1995), «¿Por qué el psicoanálisis?» (2000) o «Nuestro lado oscuro, una historia de los perversos» (2009). En 2015 Debate le publicó «Sigmund Freud. En su tiempo y el nuestro».

Ideal para...

entender la forma en que el psicoanálisis está en el imaginario colectivo, en los medios de comunicación y en nuestro lenguaje habitual, y para renovar nuestra mirada de esta disciplina, nacida como un nuevo mesianismo.

Un defecto

El libro podría haber evitado el término «amoroso» por más que la autora coloque «Amor» como entrada y justifique diciendo que «Freud colocó el amor en el centro de la experiencia psicoanalítica».

Una virtud

Los dibujos que ilustran el libro son una maravilla, obra de Alain Bouldouyre. Además, junto a conceptos familiares, como Zúrich y Buenos Aires, Psique y Antígona, hay entradas como Sherlock Holmes o Marilyn Monroe.

Puntuación: 10

ENSAYO

«14 de julio»

Éric Vuillard

Tusquets

192 páginas,

17,90 euros

Los nombres y apellidos de la revolución, por Ángeles López

Ni historias almidonadas, ni relectura de los hechos sobradamente conocidos ni rastro de los grandes nombres memorizados desde el bachillerato. No, Vuillard nos habla de esa anónima multitud que cambió no solamente el curso de un país sino de la Historia al derrocar al Antiguo Régimen. En un intento de devolver su grandeza a la gente anónima parisina, construye esta melodía de los olvidados inventando rostros a aquellos que no han dejado rastro y enumerando calles, comercios, bares y apellidos... Porque para el autor de «El orden del día» (con el que lograra el premio Goncourt) no hay gente pequeña, puesto que unidos son capaces de hacer cosas increíbles y, al igual que hiciera en «Congo» o en «La batalla del Oeste», sabe mirarlos de una forma diferente, aún a pesar de ellos mismos. Con este «14 de julio», no traiciona ese compromiso de hacer justicia poética a los hombres y mujeres corrientes: criadores de ganado, zapateros, carpinteros y enseñarnos las cocinas de la Revolución donde las grandes figuras se desdibujan en beneficio de los que no son nadie y lo fueron todo. Por eso les da nombre, edad, estado civil, profesión... Proletarios, héroes parisinos por un día –incluso por una hora– convertidos en improvisados agitadores profesionales... Porque una revolución es, sobre todas las cosas, la expresión de una multitud harta.

Todo comenzó, como sabemos, con una gran hambruna. Como las cosechas eran malas,el pueblo no podía alimentarse, y atacó los graneros o saqueó comercios. En todas partes retumbó la rabia. En París, los guardias franceses reprimieron las manifestaciones sangrientas antes de unirse a los manifestantes. Estamos en el 14 de julio, cuando la mitad de la población converge en la fortaleza de la Bastilla: obreros, pequeños comerciantes, artesanos, pobres, desertores, bandidos e incluso algunos burgueses. Hicieron acopio de todo lo que podía ser usado como armas, buscando cañones en museos o espadas en teatros. Pero antes de conocer a estos desconocidos revolucionarios, Vuillard no olvida retroceder a la posible génesis, unos meses antes, para relatar la rebelión de los trabajadores de las manufacturas Réveillon, que vieron recortados sus salarios y cuya cruenta represión causó más muertos que el famoso día de la Revolución.

En la corte de Versalles

Tampoco olvida narrar, como contrapunto, cómo se vivía en esos momentos en la gran corte de Versalles, así como el trasfondo económico y social que provocó el levantamiento. Heredero involuntario de los «Episodios nacionales» de Galdós, la voz de Vuillard se va imponiendo y en ningún momento asistimos a una relectura de los hechos sobradamente conocidos; no obstante, sí se realiza un claro llamamiento a la rebeldía contra el (des)orden establecido. Fiel a su máxima, acertada o no, nos recuerda que casi todo en la Historia se repite, de ahí que «rememore» incluso lo que no sabemos, que en términos de Historia es lo más atrevido y también lo más revolucionario.

Sobre el autor

Ha publicado «Conquistadores» (premio Ignatius J. Reilly 2010), y ha merecido el premio Franz Hessel 2012 y el Valery-Larbaud 2013 por «La bataille d’Occident» y «Congo»

Ideal para...

hacernos ver que la verdadera Historia la cambian hombres y mujeres anónimos

Un defecto

Solo en alguna ocasión, su verbo se adentra en excesos y se nos muestra más impresionista de la cuenta

Una virtud

Su empeño en hacernos saber el nombre y el oficio de todos los que participaron en la crónica de aquellos días

Puntuación: 8

NOVELA

«Los lobos de Praga»

Benjamin Black

ALFAGUARA

331 páginas,

18,90 euros

Banville en la Corte de Rodolfo II; por Sagrario Fdez.-Prieto

Afirma John Banville que creó a su alter ego Benjamin Black para divertirse escribiendo y no se puede dejar de pensar en estas palabras durante la lectura de su nueva novela negra, «Los lobos de Praga», en la que se traslada a la corte de Rodolfo II, el estrafalario emperador del Sacro Imperio Germánico que albergaba en su castillo colecciones de todo tipo de objetos, destinaba una torre entera a los alquimistas que buscaban la fórmula para fabricar oro y caía a menudo en ataques de melancolía; para más señas, se aconseja recordar el retrato que le hizo el pintor Arcimboldo como si fuera el dios Vertumno. En 1599 llega a la ciudad un alemán con la intención de destacarse como «filósofo natural» en lo que era entonces el centro del mundo. La misma noche de su llegada el joven descubre en la calle el cadáver de una mujer que ha sido asesinada. Quieren culparle a él pero su nombre, Christian Stern (estrella en alemán), le parece una señal al emperador que no solo le libra de la muerte sino que le encarga descubrir al asesino.

Detective y cortesano

A partir de este inicio se suceden los acontecimientos con el protagonista convertido en detective y cortesano presto a amoríos peligrosos y esquivando como puede las oscuras intrigas de una corte que es el epítome de un laberinto de conspiraciones cuyos hilos mueven amantes, senescales y chambelanes.

El mismo autor ha calificado su novela como «fantasía histórica», de modo que se inventa personajes, como el corrupto obispo Malaspina y, sin embargo, aparece brevemente el astrónomo Kepler. Finalmente es la ciudad la que acaba convirtiéndose en la auténtica protagonista, con sus calles oscuras, estrechas y malolientes, siempre «inmersa en una niebla lechosa y densa» que favorece los actos más inmundos, con sus calles oscuras y malolientes.

Pero si los detalles sobre aquella Praga son especialmente vívidos es en las magistrales descripciones de personajes donde el lector percibe cómo ha debido divertirse Banville, que así remata la semblanza del nuncio del Santo Padre: «Sus ojos en particular, pequeños, oscuros y brillantes de júbilo, podrían haber sido un par de uvas pasas incrustadas por el pulgar de un niño en la pálida bola de grasa de debajo de la frente».

La historia, sumamente entretenida, está contada desde el punto de vista del protagonista, ya mayor y retirado «en un frío refugio norteño», lo que salpica la narración con algunos toques de nostalgia y destaca los rasgos de ingenuidad del joven protagonista que abandona con ganas aquella ciudad llena de lobos sin saber que ese estrafalario reinado sería la antesala de la Guerra de los Treinta Años.

Sobre el autor

Benjamin Black es el seudónimo que John Banville utiliza para escribir novela negra. Es eterno candidato al Premio Nobel

Ideal para...

disfrutar de una lectura entretenida que traslada al lector a una peculiar corte europea

Un defecto

Ninguno, aunque se echa en falta la rapidez de la acción del género

Una virtud

La maravillosa prosa del autor, cada vez más Banville aunque firme Black

Puntuación: 10

«BEST-SELLER» INTERNACIONAL

«Laberinto griego»

Philip Kerr

RBA

416 páginas,

18,04 euros

Bernie Gunther se mide con Hitler; por Lluís Fernández

Philip Kerr traslada al detective a la Alemania nazi en esta penúltima entrega de la saga

El aspecto que singulariza la saga de Bernie Gunther es su cinismo de raigambre chandleriana. Ese monólogo obsesivo consigo mismo, trufado de humor negro y autoinculpación por haber participado en el nazismo como comisario policial, una forma de acallar con su sardónica verborrea su mala conciencia, de expiar su participación. Philip Kerr se ha trasladado a la Alemania nazi y lo ha enfrentado a una historia brutal. Pese a las apariencias, Bernie Gunther es un personaje hipermoral. Alguien que asume la culpa colectiva y trata de exorcizarla con su escrupuloso comportamiento. De ahí que sus monólogos sean siempre cínicos y desencantados: entre el relato histórico del nazismo y su posición crucial pero limitada como participante.

Para su desgracia, su lamento coincide con la masiva excusa de los alemanes que participaron en aquella orgía de sangre, campos de exterminio de judíos y muerte: todos cumplían órdenes. De no ser así, Bernie Gunther hubiera sido un excelente comisario, un policía incómodo y un ciudadano alemán amargado pero ajeno a toda sospecha.

Amante de la oscuridad

Sea como fuere, sentadas la bases de su adscripción al «hardboiled» chandleriano, su décimo tercera aventura, penúltima de la saga, pues Philip Kerr murió el año pasado a los 62 años, sitúa la acción en la Grecia de 1957, espacio mitificado por la novela negra y el cine de espías de los años 40, en el que destacó Eric Ambler con «La máscara de Dimitrios» (1944) y «Estambul» (1943), ambas tomadas como referentes por Philip Kerr, un escritor amante de la oscuridad expresionista del cine en blanco y negro, en la que la peripecia personal del detective se ve superada por la maldad del ser humano y las estrategias de la «realpolitik» de los gobiernos.

El arte narrativo de Kerr tiene resonancias metaliterarias y metacinematográficas evidentes, guiado por unos diálogos endiablados que conducen la acción. Para el amante de las referencias clásicas, en «Laberinto griego», la «femme fatale» y su despedida recuerda a Alida Vali en «El tercer hombre» (1949); los gordos sudorosos en un decorado exótico a los de «Mr. Arkadin» (1955) y «Sed de mal» (1957) de Orson Welles; el tesoro de los nazis robado a los judíos de Tesalónica a «Los violentos de Kelly» (1970); y el tráfico de antigüedades a «La sirena y el delfín» (1957).

Las múltiples referencias fluyen en la siempre interesante trama de esta obra, que destila una intriga de suspense meticulosamente urdida, rebosante de ingenio y sentido del humor, siempre entre la novela policiaca y la de espionaje, con el trasfondo histórico nazi. Cada vez más amargo y desapacible, como perdido en este «Laberinto griego», un libro que quizá a algunos lectores les resulte cansino en el reiterado cinismo culpable y el humor negro del autor inglés; sin embargo, es su sello literario. A otros puede molestarles su imparable logorrea, con un inacabable soliloquio autoinculpatorio, pero ese es Philip Kerr en estado puro. Uno de los grandes de la recuperación nostálgica de la novela negra clásica en su vertiente histórica.

Sobre el autor

Fallecido hace casi un año, Philip Kerr es el «padre» del detective Bernie Gunther y uno de los más exitosos escritores británicos

Ideal para...

fans de Philip Kerr, amantes de su famosa saga «Berlin noir», protagonizada por un Bernie Gunther más amargo que nunca

Un defecto

La interminable logorrea que exhibe el comisario Bernie Gunther

Una virtud

Su indudable calidad literaria y su ingeniosa intriga

Puntuación: 9

ENSAYO

«Una cierta edad»

Marcos Ordóñez

ANAGRAMA

336 páginas,

18,90 euros

Marcos Ordóñez, de memoria; por Jesús Ferrer

Marcos Ordóñez (Barcelona, 1957) es un escritor con una variada gama de registros formales y temáticos: crítico teatral, ensayista cinematográfico, novelista de referencialidad autobiográfica, cronista cultural y perspicaz observador del actual contexto artístico. Estas dedicaciones configuran un perfil intelectual que, lejos de pretenciosas teorizaciones o divagantes argumentarios, aúna amenidad expresiva con rigor documental, escéptica ironía con intimista emotividad y erudición libresca con sedimentada experiencia vital. Nos ha deleitado con «Una vuelta por el Rialto» (1994), hábil repaso a su mitografía personal; «Rancho aparte» (1997), novela de intensa significación generacional; «Un jardín abandonado por los pájaros» (2013), amalgama de recuerdos familiares, lecturas de iniciación e inolvidables películas; «Juegos reunidos» (2016), conjunto de incisivas crónicas culturales; o «Beberse la vida: Ava Gardner en España» (2004), relato trascendido del anecdotario de la actriz, entre otras diversas publicaciones.

En su eficaz línea memorialística publica «Una cierta edad. Cuadernos y diarios (2011-2016)», un conjunto de notas, aforismos, evocaciones y referencias críticas que durante esos años han nutrido una agenda personal de infinitas inquietudes culturales. Las primeras líneas del libro clarifican sus objetivos: «Un dietario suele escribirse por diversos motivos. / Los míos diría que son tres: tratar de sujetar lo que escapa del paso de los días, pensar con un poco de calma, y correr en libertad, jugando con tonos y géneros». Pretensiones conseguidas con una obra donde lo anecdótico supone una reflexión sobre el transcurso del tiempo, el día a día se erige en una filosofía del devenir artístico y la realidad se literaturiza en un amago de contenida trascendencia vital. Desfilan por estas páginas los escenógrafos admirados: Núria Espert, Mario Gas, Lluís Pasqual o Peter Brook; y escritores que le han fascinado, como Umbral, Ferrater, Modiano y Casavella; sin olvidar las películas, obras teatrales, libros y canciones que conforman una sugestiva cotidianidad vivida con entusiamo, cierta melancolía crítica y sentimentalidad.

La bonhomía de Tomeo

En singular mirada al pasado, se evocan la oscura muerte de Pasolini, la proverbial bonhomía de Javier Tomeo y las peripecias editoriales de Torrente Ballester. Decía Joan Didion que «la gente que toma notas en cuadernos es una especie distinta»; en este caso, la especie del escritor que recrea una realidad personal plagada de ficciones, vivencias y fascinantes narrativas donde conviven teatro, cine, memoria y literatura con un inmejorable estilo periodístico.

Sobre el autor

Reconocido crítico teatral, Marcos Ordóñez es un agudo observador de la realidad cultural en sus más variadas manifestaciones

Ideal para...

seguir la cotidianeidad de un autor marcada por la literatura

Un defecto

Ninguno apreciable

Una virtud

El soterrado y distanciado humor que recorre estas páginas

Puntuación:10

ENSAYO

«El templo del cosmos»

Jeremy Naydler

ATALANTA

460 páginas,

27 euros

Egipto, un cosmos en sí mismo; David Hdez.-De La Fuente

Egipto no solo es, como reza la cita del «Corpus Hermeticum» que da título a este libro, un «templo del cosmos», sino un cosmos en sí mismo que todo lo alberga, cosmogonía y escatología. Los mitos de creación, que siguen tres modelos básicos que se dan en Egipto, dan pie a Naydler a analizar la metafísica egipcia con una característica analogía entre universo y conciencia, macrocosmos y microcosmos.

En el primer modelo cosmogónico solo existe «lo Uno», como se ve en la sutil especulación sobre el Ser que aparece en la confesión apofática del «Libro de los Muertos» de que «no se puede conocer el No-Ser». Hay que pensar en lo que dicen Parménides y las Upanishads, coincidentes en esta filosofía axial, sobre dichoe modelo de no-dualidad. Un segundo modelo es el de la creación mental, en la que el universo surge a la vez que el pensamiento o la palabra divina. «In principio erat Verbum». También encontramos esto en torno a Re, dios primordial que lanza su palabra y crea los entes. El tercer modelo es el demiúrgico y genealógico, por causa y efecto, que encontramos en el dios alfarero Khnum, en los textos del hermetismo greco-egipcio y en la unión de Geb y Nut, tierra y cielo, con el aire intermedio Shu.

Naydler pasa de las cosmogonías, que como bien sabía Eliade marcan todo eterno retorno del orden, al ciclo del Nilo, a Maat, a la cronología y la filosofía de la historia. Lo más interesante acaso de este libro, que ya tiene veinte años y que ahora se reedita en España de manera sumamente oportuna, es lo que llama «el cosmos no manifestado». Osiris lo cambia todo con el viaje al más allá y la perspectiva ética. Teología y magia completan el cuadro que apunta, pese a los incrédulos, que se puede hablar de una prisca philosophia egipcia.

NOVELA

«Los crímenes de Alicia»

Guillermo Martínez

DESTINO

336 páginas,

20,50 euros

(e-book: 12,34)

Alicia en el país de Guillermo Martínez; por Diego Gándara

El ganador del Premio Nadal entrega una obra en la que abundan la intriga y la buena prosa

¡Por qué no? Es posible que pueda escribirse una literatura destinada fundamente a los lectores, una obra firme y de calidad, que aún cree en las tramas bien resueltas, que se sostiene en los argumentos atractivos y ser, esa misma literatura exquisita. Y no solamente por el tema y el producto en general, sino también (y sobre todo) por la prosa exacta y precisa que la envuelve, por el ritmo constante y pausado, por las señales de intriga y de iluminación y que hunde sus raíces, como la obra del argentino Guillermo Martínez, en lo que escribieron otros grandes autores como Balzac, Henry James o el mismo Jorge Luis Borges.

Ganadora del Premio Nadal de 2019, «Los crímenes de Alicia» se sostiene, tal como le corresponde a una novela de misterio, en un enigma. En este caso, algo que falta: una página, escrita y fechada en el año 1863 en el diario de Lewis Carroll, y que fue arrancada por una misteriosa mano por los herederos del autor de «Alicia en el país de las maravillas». ¿El motivo? Quién sabe, pero es casi seguro que se trata de algo que está relacionado íntimamente con Alice Liddell, con una página en la que Carroll explicaba con todo lujo de detalle por qué los padres de la niña no quisieron que se quedara a solas con él ni con las otras menores.

A partir de ese momento, de ese enigma, la trama se desenvuelve de una manera continua y puntual, con momentos que combinan el suspense y la suave erudición, con personajes robustos como el profesor de Lógica Arthur Seldon, el joven alumno G., la becaria Kristen Hill y una curiosa Hermandad Lewis Carroll, cuyos miembros son custodios de la obra y la memoria de un autor para quien su libro, quizá, sirva para explicar un conjunto de de asesinatos cometidos en la ciudad de Oxford a mediados de la década de los noventa.

«El crimen perfecto no es el que queda sin resolver –dice alguien al principio de esta novela absorbente– sino el que se resuelve con un culpable equivocado». Así, siguiendo la estela de esta sentencia, «Los crímenes de Alicia» se asienta en una forma claramente policiaca, pero con unos juegos de lógica y de literatura (que tanto gustaban a Borges para explicar el sinsentido del mundo) y una estructura perfecta que permite mirar lo que hay en el revés de una trama y pasar, tal vez, al otro lado del espejo.

Detrás de las pesquisas

Más allá de todo, de la perfecta combinación de trama, estilo y argumento y del tema o el enigma sobre el cual se sostiene la novela (el tipo de relación entre Lewis Carroll y Alice), lo que resulta tremendamente atractivo es la figura de escritor que ofrece Guillermo Martínez. Bajo el envoltorio del misterio, el autor (eximio lector de Jorge Luis Borges, también de Henry James) parece proponer una imagen en la que el escritor no es solamente quien está detrás de las pesquisas. Puede ser también –¿por qué no puede serlo?– el autor de un crimen perfecto. O alguien que, en el fondo, se sienta una especie de culpable equivocado.

Sobre el autor

Nació en Bahía Blanca, Argentina, en 1962. En 2003 publicó «Crímenes imperceptibles», traducida a 40 idiomas y llevada al cine por Álex de la Iglesia con el título de «Los crímenes de Oxford» (2008)

Ideal para...

quienes quieran leer una novela atractiva que combina una trama potente, un argumento absorbente y un lenguaje claro

Un defecto

No los hay que llamen la atención, tampoco contiene erratas

Una virtud

Está perfectamente editada y posee una gran calidad literaria

puntuación: 10

ENSAYO

«Siempre la misma nieve y siempre el mismo tío»

Herta Müller

SIRUELA

233 páginas,

22, 95 euros

(e-book: 11,99)

Terror en la Rumanía de Ceaucescu; por S. Fdez.-Prieto

Cuando en 2009 la Academia sueca concedió a Herta Müller el Premio Nobel de Literatura justificó su decisión por la «concentración de poesía y franqueza con que describe el paisaje de los desposeídos». Estas palabras llevaron a pensar que la autora, entonces casi desconocida en España, era poeta, y lo es, pero también, como hemos comprobado ya desde hace tiempo, escribe novela y ensayos cuya lectura se podría calificar como una delicia, aunque la palabra parece algo frívola cuando se refiere a una prosa alimentada por el dolor y el miedo con que se vive en un estado totalitario y policial como fue la Rumanía de Ceaucescu. En la prosa de este libro podemos comprobar que las palabras de los académicos suecos son exactas: hay mucha verdad y mucha poesía en este libro que reúne el amor por las palabras y sus inicios en la literatura al tiempo que narra su historia y la de sus padres, en especial, de la madre, deportada durante cinco años a un campo de trabajo, y por encima de todo y de todos, la presencia omnímoda y todopoderosa de la Securitate, la policía que mantenía la dictadura de Ceaucescu en el atraso y el terror de una forma calificada por la misma Müller como kafkiana.

«Falseadores de información»

Las conversaciones telefónicas grabadas, los interrogatorios amenazantes y violentos no eran suficientes, se presionaba y atemorizaba a los amigos para hacer de espías y en el colmo de la locura se elaboraban dos perfiles de la misma persona, como en su caso, los «falseadores de información» construyeron para ella uno de agente sin escrúpulos del Partido Comunista para dificultar su posibilidad de pedir asilo en Alemania.

Herta Müller leía y escribía desde la urgencia en la que te ponen los miedos, desde una mezcla de miedo a la vida y miedo a la muerte. Los servicios secretos entraban y salían de las casas cuando sus moradores no estaban y si querían que se dieran cuenta dejaban las sillas cambiadas de posición. Una locura a la que solo se podía sobrevivir con la literatura y de forma directa con las palabras. Ella hacía poesía de algunas descripciones que después la ayudaban y que repetía en los momentos más difíciles, como «cuchara de plata» (la espalda de una amiga que brillaba al marcharse) o «traición de nieve» y «hambre de los ojos». Auténticamente magistral es el primero, «Cada palabra sabe del círculo vicioso»: infancia y amor materno, su despido de la fábrica donde trabajaba, el acoso de la policía que alcanzó a su madre, todo ello con el hilo conductor de un pañuelo. Un libro esencial, de los que no te hacen perder ni el tiempo que se dedica a leer uno solo de sus párrafos.

Sobre la autora

Nació en NitzkYdorf en 1953, descendiente de alemanes suabos emigrados a Rumanía. Obtuvo el Nobel en 2009

Ideal para...

conocer la vida cotidiana durante la dictadura de Ceaucescu a través de una prosa magistral

Un defecto

Ninguno. Es imprescindible

Una virtud

La sinceridad al describir tanto el comportamiento de la policía como el de su propio padre

Puntuación

10