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Julio César Chavez Jr contra su mayor rival: él mismo

El mexicano afronta esta noche un combate contra Daniel Jacobs en los 76 kilos en el que quiere despejar toda duda sobre su turbulento pasado

Julio César Chávez Jr. preparándose para su combate contra Daniel Jacobs
Julio César Chávez Jr. preparándose para su combate contra Daniel JacobslarazonTwitter

Si a Julio César Chávez Jr. le hubiesen dicho que su carrera se iba a ver truncada como la de su padre, probablemente hubiese dicho que no, que no lo iba a permitir por nada del mundo. Que él estaba nacido para ser algo más que “el hijo de la leyenda”. Lo demostró: su carrera, en progresión vertiginosamente ascendente, indicaba que estaba llamado a ser el nuevo campeonísimo mexicano, siempre con Canelo detrás, frunciendo el ceño. Hoy, sin embargo, la realidad es bien distinta: después de dos años inactivo tras caer estrepitosamente contra su compatriota y contra su peor pesadilla, las drogas, volvió en una pelea de rodaje contra el colombiano Evert Bravo para ganar fácilmente por la vía rápida. Ahora se enfrenta a su pelea más difícil. En la madrugada del sábado, en Phoenix, se medirá a Daniel Jacobs en las 168 libras (76 kilos). Y a él mismo.

La fecha: 15 de septiembre de 2012. Hasta entonces, carrera inmaculada, 0 derrotas. Victorias ante púgiles de todos los colores. Toca el argentino Sergio Martínez, más conocido como «Maravilla». Acontecimiento mundial: 12 asaltos de guerra, de guerra pura que el argentino, tras llegar a caer, ganó de manera unánime. Pero toda victoria conlleva una derrota; esta, sin embargo, fue más dolorosa que cualquier puñetazo en la mandíbula para el mexicano. A raíz de ello, Chávez Jr. cayó en la vorágine de las drogas, del alcohol, del descontrol. En la de la depresión. Él mismo lo dijo en varios medios internacionales: «Es algo que no tenía sentido, algo tonto. Hoy lo veo y digo: ¿Cómo es posible que haya llegado a ese punto de estar drogado, empastillado, en las redes sociales?' Lo veo y me da vergüenza. No me gusta, no sé cómo me pude animar a poder hacer ese tipo de cosas», aseguró en la ESPN el azteca este mismo año.

Sergio Martínez rememora la contienda ante LA RAZÓN con mucha nostalgia: «Fue un buen combate por parte de los dos. Él dio lo que pudo, yo dí lo que pude. Quedó demostrado que yo era ampliamente superior, pero mostró una gran resistencia: a pesar de haber tenido unas cinco fracturas, no cayó. Eso denota una gran resistencia, él es un boxeador muy fuerte. Después dio positivo en el dopaje, cosa que perjudicó al boxeo y a él como persona... Pero demostró que hizo todo lo que pudo, y ese es mi recuerdo: dos luchadores encima del ring que no se doblaron jamás».

Pero los tiempos cambian y, por suerte, las circunstancias también. Chávez es ahora otra persona: ha vuelto al circuito de la competición, está entrenando, está compitiendo y tiene una dura pelea por delante. Su padre fue pieza fundamental para su recuperación porque él también fue presa de las drogas. Acudió a Tijuana a una de las clínicas regentadas por él, se trató a conciencia y ahora parece ser hombre nuevo... Con matices: no quiso someterse al test antidopaje en California (el conocido como VADA), ha sido suspendido por la Comisión Atlética de Nevada y, por ello, la pelea se ha desplazado a Arizona, a Phoenix, donde la regulación es algo más fácil de esquivar.

El mexicano va a tener que sudar la gota gorda: Daniel Jacobs era campeón mundial del IBF hasta que Canelo se lo arrebató el pasado mayo. Sin embargo, Sergio «Maravilla» Martínez es algo más optimista: «Tiene oportunidades dependiendo de su preparación. Viene motivado desde su último combate, después del parón que tuvo por la operación de la mano derecha. Además, pienso que Jacobs está muy sobrevalorado: tuvo un buen combate contra Golovkin, pero no es el boxeador espectacular que nos quieren vender».

La madrugada del sábado hay una guerra muy importante para los púgiles; el uno porque, tras años de parón, vuelve al circuito con ecos de duda y quiere despejarlos; el otro, para resarcirse del sabor amargo de su último combate contra Canelo y para demostrar que es uno de los grandes. La pelea decide más de lo que parece, pero sobre Chávez Jr. hay, quiera o no, una sombra más grande: la suya propia.