Real Madrid

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Real Madrid-Cádiz (0-1): Naufragio blanco

Gran primera parte de los andaluces, que se adelantaron con el gol de Choco Lozano. Benzema estuvo cerca de empatar al final, pero su tiro se estrelló en el larguero

Benzema, durante el partido de la Liga Santander entre el Real Madrid y el Cádiz CF
Benzema, durante el partido de la Liga Santander entre el Real Madrid y el Cádiz CFAlberto R. RoldánLa Razón

«¡Vuelta!, ¡vueeelta!», gritaban en el Cádiz, con esa voz que suena a que está desgarrándose la garganta, dejándose años y vida en ese grito, que era de auxilio, de desesperación y necesario. Volvían los jugadores del Cádiz para formar sus dos líneas de cuatro y su portero gritaba: «¡Qué no pase la pelota!». Estaban en Valdebebas, contra el campeón de LaLiga, recién ascendido y estaban, sobre todo, haciendo desaparecer al rival, inútil ante la solidaridad gaditana y la rapidez con la que salían al ataque. Fue valiente el equipo de Cervera y el Madrid se quedó anonadado, absurdo en tierra de nadie, desprotegido atrás y ciego arriba.

Hay decisiones que delatan. En el descanso, Zidane, al que le cuesta mover el banquillo, hizo cuatro movimientos de golpe. Intentaba arreglar la primera parte. Pero también delataba a los cambiados: Lucas Vázquez e Isco, sobre todo, titulares inanes y a los que las oportunidades van a empezar a escasearles. También quitó a Modric y a Sergio Ramos, pero éste por lesión. Mejoró el carácter con Casemiro y Valverde y hubo oportunidades, pero nunca desapareció la sensación de desorden y algo de abatimiento por lo que sucedía. La impotencia recorrió al Madrid y el Cádiz ganó un partido inesperado, pero siempre suyo.

El Real Madrid, el equipo sólido que se llevó el pasado campeonato, que había hecho partidos convincentes días anteriores, era un grupo desvalido. Si no fue goleado durante los primeros quince minutos fue debido a la mala suerte, la puntería o una mano o una pierna de urgencia y salvadora. Pero no por méritos. No se quitó ese peso de encima nunca.

Hacía mucho que no se veía a un Madrid tan dejado o tan desastroso atrás como en el comienzo del choque. Cada vez que el Cádiz tomaba velocidad, el equipo de Zidane era superado. Negredo, a sus 35 años, llegaba a todo: a los remates de cabeza, pero también a las jugadas en las que tenía que hacer de media punta para servir a Choco Lozano, como sucedió en el gol. Que llegase al cuarto de hora fue hasta injusto para el Cádiz. Sergio Ramos había sacado una pelota en la línea de gol poco antes y Courtois una mano milagrosa. Había que frotarse los ojos para reconocer de nuevo quién era el Cádiz y quién era el Real Madrid.

Los de Zidane no cerraban bien en su área y les costaba llegar al área contraria. No lo hicieron hasta los últimos minutos de la primera parte, en una especie de ataque de orgullo en el que Varane tuvo un remate que pudo acabar en gol y Benzema imaginó una chilena que se marchó fuera por poco. Pero fue una reacción tímida e insuficiente, lejos de los típicos golpes de carácter de este equipo, que hacen temblar y dudar a los rivales. El Cádiz no lo hizo, como si fuera sobrado de experiencia, como si los años que pasaron Negredo y Álex Fernández en la cantera blanca les hubiesen vacunado contra el miedo y ese antídoto se lo hubieran pasado al resto de los compañeros.

Tampoco tembló en la segunda mitad, con el Madrid más encima. Nunca perdió el orden y no acusó el cansancio. Se cerró y el Madrid se chocó por el centro y no tuvo anchura por las bandas.

El Madrid no daba miedo porque era pesado en su juego, sin que nadie inventase algo distinto. Eso suele ser cosa de Vinicius, que sólo pudo correr a veces y sí llevó peligro, pero que en la mayoría de las ocasiones chocaba contra las dos líneas rivales. Benzema intentaba aligerar el juego, como hace siempre, bajando a ayudar al centro del campo, con el fin, además, de despistar a los centrales, pero nada. Lo mejor, su remate al larguero en la segunda parte.

Zidane, con la semana con tres partidos en la cabeza, volvió a hacer un movimiento extraño en las rotaciones y cuando rectificó fue demasiado tarde. Los minutos en los que dejó fuera a Casemiro, tampoco dio pie a Valverde y el Madrid se descosió por ese centro del campo.

Después sacó a los dos e intentó arreglarlo y para el final quitó a Isco y dejo un centro del campo con ellos dos solos al quitar a Kroos para dar paso a Luka Jovic.

Nada funcionó en el Real Madrid, en un día negro, ya con el frío llegando a Valdebebas.