Marcha

García Bragado, ocho Juegos, una chocolatina, un Mercedes para su padre y el legado que está por venir

La leyenda olímpica recibe un homenaje. Deja la competición con 51 años, pero ahora quiere ayudar a formar a los futuros marchadores. Así lo describen quienes le conocen

Jesús Ángel García Bragado, atleta con el mayor número de Juegos Olímpicos de la historia del deporte mundial (8), fue homenajeado
Jesús Ángel García Bragado, atleta con el mayor número de Juegos Olímpicos de la historia del deporte mundial (8), fue homenajeadoRodrigo JiménezEFE

Una conversación después de los Juegos de Río. Alejandro Blanco, presidente del Comité Olímpico Español. «¿Qué vas a hacer?» La pregunta era para Chuso García Bragado, 46 años en aquel momento, que acababa de disputar sus séptimos Juegos. «Iré al campeonato de España, si sale bien al de Europa...» Y Blanco le dijo: «Nos vemos en Tokio». Y Chuso: «No, no...» Pero al final fue sí, sí. El atleta madrileño afincado en Cataluña llegó a la cita japonesa, pese a que la pandemia la retrasó un año, para ser (más) leyenda, para ir donde ningún atleta había estado antes: ocho Juegos, de Barcelona 1992 a Tokio 2020 (2021) sin fallo, más trece Mundiales y medallas en todos los grandes campeonatos menos los olímpicos, pero porque algunos tramposos dopados, como se supo después, se las «robaron» en Pekín 2008 (fue cuarto) y Atenas 2004 (quinto). Ahora vuelve a decir «no, no» a París 2024, pero esta vez va en serio. «Ya llegué al objetivo que me había planteado: estar en la última prueba de 50 kilómetros marcha [a partir de ahora, serán 35]. Ha sido más complicado de lo que hubiera pensado. Articularmente estaba mal para competir. Nada más salir del confinamiento, todo estuvo enfocado a poder competir, a no lesionarme. Llegué justo. Me he quedado con un sabor agridulce: terminé donde quise, pero no en el puesto que quise [fue 35º]», explica en la sede del COE, donde ha recibido un homenaje sorpresa, orquestado también con su marca deportiva, Joma, que ni él mismo se esperaba.

 

«Una encerrona», confirmó. Entró en el Auditorio Goyeneche y al ver a gente conocida, y los aplausos, su cara lo decía todo. Un poco más tarde lo reflejaba su voz rota por la emoción después del vídeo que le hicieron en el que aparecían sus padres, Jesús y Angelines, su hermano, compañeros... «De pequeño siempre tenía esas ganas de correr y correr, de avanzar, de ir a por el otro», afirma su padre, protagonista también de una anécdota que recuerda Raúl Chapado. «Cuando ganó el Mundial (en 1993), la Federación Internacional tenía un acuerdo con Mercedes y a los campeones les regalaban uno. El tenía 22 años y le preguntaron que qué iba a hacer con el coche: “Se lo voy a dar a mi padre, que es taxista y me ha llevado siempre a todos lados”, contestó. Más allá de la anécdota, es ver la generosidad, el saber que por muy grande que seas no vas a llegar a ningún lado solo, los valores de la familia, amigos, compañeros... Es un hombre de pocas palabras y gran corazón», cuenta el presidente de la Real Federación Española de Atletismo (RFEA). Ese oro en Stuttgart tuvo otra historia inolvidable. «Me quedé dormido y no pude coger el autobús, tuve que ir en el siguiente y no me daba tiempo a desayunar. La fortuna fue que tenía allí unas chocolatinas, que entonces no había barritas energéticas, y con eso salí adelante. Luego me lo preguntó Jordi Llopart y yo dije: pues tenía esto», relata así como si nada: el ojo abierto más tarde de lo que debía, un bostezo, un poco de chocolate y a ser campeón del mundo.

El hombre de mármol, el tozudo, el autodidacta...

El mito de Chuso no había hecho más que empezar. “Es una persona muy respetada en el mundo de la marcha y del atletismo, no sólo de los que le quieren. Los italianos hace años le llamaron el “uomo di marmo” [El hombre de mármol]. Es tan querido que es como si fuera de ellos. El éxito no es sólo ganar una medalla. En Tokio se sabía que no iba a conseguir una buena posición, pero la prueba tiene más prestigio con él. Es un referente. Y eso se consigue con 40 o 50 años dedicándose a esto. Es toda su vida. Es Chuso. Chuso es Chuso”, explica Luis Saladie, ex marchador y actualmente Director de Competiciones y Eventos de la RFEA. Y Chuso también es el joven osado que se atrevía con todo, como recuerda José Antonio Quintana, ahora entrenador del grupo de marchadores en Madrid, como Diego García, subcampeón de Europa de 20 kilómetros; Marc Tur, cuarto en Tokio en 50 kilómetros; o las olímpicas Laura García-Caro y Raquel González; y que en su momento fue compañero de entrenamientos de Bragado. “Recuerdo una vez que entré en el vestuario y lo vi mareado. Venía de hacer 40 kilómetros él solo, ahí a lo bruto, bebiendo en las fuentes, y me pidió que le bajara algo de beber y tuve que ir a por dos Coca Colas. Otra vez, al acabar un circuito que teníamos en la Casa de Campo de 18 kilómetros, nos íbamos a ir y él dijo: “Voy a dar la vuelta en el otro sentido”. Siempre ha sido muy autodidacta”. Todos los que le conocen hablan de tozudez y Bragado lo confirma. «Siempre he sido muy cabezón, pero entendido como un valor, como no darme por vencido, no en ser un tío intransigente. Lo intentaré llevar también en las siguientes facetas», desvela.

Lo próximo será seguir con su profesión de podólogo y dar forma a un proyecto que lleva tiempo en su cabeza. «La podología te requiere mucha dedicación del día a día, pero lo que quiero es disponer también del tiempo necesario para poderme dedicar al entrenamiento de chavales, que muchos a lo mejor hoy en día no saben que tienen ese talento para ser grandísimos atletas y estar en un futuro en unos Juegos. Entrenar en entornos donde no es tan conocido el atletismo. No digo que se empiece de cero, pero casi. Eso implicará renunciar a alguna cosa profesional, pero me hace tanta ilusión...», reconoce. Es consciente de que ahora llega un periodo de adaptación después de tanto tiempo haciendo prácticamente lo mismo: verano, entrenamiento, competir, pequeño descanso, entrenamiento, competición... “Esos meses de incertidumbre entiendo que van a existir, más cuando empiece 2022 y note el vacío de que ya no salgo a competir. Supongo que eso lo echaré en falta, como el torero que ya no baja a la plaza de toros. Entraré en el nuevo rol que me corresponde, el de ser entrenador, será más difícil viajar a los grandes campeonatos porque depende de otros factores, de la disponibilidad... Pero creo que con el tiempo volveré a entrar este ámbito del atletismo internacional”, opina.

La leyenda de Bragado se ha terminado en el asfalto, pero su legado va a seguir. «Lo que saco de todo esto –dijo en el homenaje con la voz entrecortada– es mucha responsabilidad para, en el futuro, en los próximos años, aparte de mi profesión, poder transmitir todo esto a las generaciones futuras».