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Diez años después se hace justicia con Sete Benavides: recibe su bronce olímpico de Londres 2012, ¿y el premio económico?

El dopaje de Shuklin impidió al palista español vivir el momento de subir al podio en unos Juegos, pero después cazaron al lituano. Sete está a la espera de poder recibir los 30.000 euros de la medalla

El piragüista Sete Benavides recibe por el presidente del COE, Alejandro Blanco, la medalla de bronce de la prueba C1 200 metros de los Juegos Olímpicos de Londres 2012
El piragüista Sete Benavides recibe por el presidente del COE, Alejandro Blanco, la medalla de bronce de la prueba C1 200 metros de los Juegos Olímpicos de Londres 2012Sergio PérezAgencia EFE

Era el 11 de agosto de 2012 y antes de la final del C1 200 de piragüismo de los Juegos Olímpicos de Londres, el presidente de la Federación y el entrenador de Sete Benavides, Kiko Martín, tenían una preocupación: el viento. Así se lo comentaron a Alejandro Blanco, presidente del COE, y al Príncipe Felipe. Se disputó la prueba, 43.038 segundos que le valieron a Sete para ser cuarto. El ahora Rey le dijo: «Lo siento. El viento te ha perjudicado». Y el palista, con la cabeza así medio baja, replicó: «No. He salido mal y por eso no he ganado una medalla». Pero, en el fondo, tampoco era ese el motivo: ni el viento ni su lenta salida; el mallorquín no se subió al podio porque un rival había hecho trampas. El lituano Shuklin acabó segundo, pero años después, al volver a analizar con métodos más sofisticados las muestras que tenían de los deportistas descubrieron que se había dopado. Es uno de los más de 100 que fueron pillados en los reanálisis desde Atenas 2004 a Londres 2012, muchos de ellos con la sustancia turinabol, un esteroide que se usaba ya en los 70 en la vieja RDA, que dopó de forma sistemática a sus atletas.

 

Diez años después, el error ha sido repuesto. En 2019 se confirmó el positivo de Shuklin y ha habido que esperar a 2022 para que la medalla de bronce por fin llegara a quién la había ganado con todas las de la ley. Alejandro Blanco, que es quien contó la anécdota del comienzo, colgó el bronce en el cuello de Benavides. El palista lo miró y se lo colocó bien, que quedara bonito. Lo enseñó sonriente para las fotos. Muchas fotos con sus amigos, con Craviotto o David Cal, las dos leyendas españolas del piragüismo; con un montón de familiares que viajaron desde Mallorca... Entonces sonó el himno olímpico.

«Por fin la tengo aquí. Siento felicidad absoluta. Es la medalla que soñaba al empezar el deporte seriamente, y es un sueño cumplido por mí y por mi entrenador», decía después del acto Sete, muy sonriente, con pocas muestras de rencor. «Me sabe mal no haberlo celebrado en el podio. Lo demás va y viene, pero el poder estar allí en un podio olímpico hubiera sido espectacular», reconoce. Shuklin era su rival y compañero de profesión. Incluso habían compartido alguna vez entrenamiento. Cuando le cazaron, no hubo llamada ni nada para al menos pedir perdón. «Desde que se retiró en 2016 no he hablado con él. La vida va así, no hay que darle más vueltas», asegura Benavides. Sí ha hablado con el ruso Ivan Shtyl, que fue tercero y, por tanto, pasa a ser plata. «Ivan me lo estaba guardando [el bronce]. Lo ha guardado perfectamente, hablé con él. La medalla está como nueva, la guardaré casi mejor que él», afirma Sete.

El daño moral está solucionado, ahora falta por resolver otro, el económico. Por ser medallista de bronce en Londres 2012 había un premio de 30.000 euros. Además, la Beca ADO hubiera sido mayor con ese tercer puesto que con el cuarto que en principio había conseguido. «Todo se tiene que ver y hablar y veremos cómo va. No tengo todavía nada hablado así que veremos cómo acaba», cuenta el piragüista. «Está en vías de solucionarse», reconocen desde el COE. Lo que no tiene arreglo es el posible dinero en patrocinadores, por ejemplo, si hubiera sido medallista en lugar de cuarto. «Seguramente la vida me habría cambiado en algo. La medalla la tengo ahora y realmente estoy feliz de lo que he vivido desde Londres hasta el día de hoy y lo volvería a repetir sin o con medalla olímpica», admite Sete. «Es injusto, porque yo no tengo culpa de nada de esto. Pero ahora hay que mirar para adelante y solucionarlo como sea», añade. Mirar para adelante es hacerlo a los Juegos de París 2024, para los que ya se está preparando para intentar tocar metal y, esta vez sí, subir al podio.

La sanción a Shuklin, por cierto, también sube al bronce a Benavides en el Europeo de 2013 y el Mundial 2014. En ambas ocasiones había sido cuarto.