Mundial de Atletismo

Final de los 100 metros: Un yanqui contra el imperio americano

El italiano Marcell Jacobs, texano de nacimiento y oro olímpico en 100 metros, desafía a los velocistas estadounidenses en su casa

Lamont Marcell Jacobs, el italiano campeón olímpico de los 100 metros, superó las series sin esforzarse
Lamont Marcell Jacobs, el italiano campeón olímpico de los 100 metros, superó las series sin esforzarseJohn G. MabangloAgencia EFE

«En Estados Unidos hay tantos campeones olímpicos que se devoran como si fueran una hamburguesa». Jim Hines, oro en México 1968 y primer hombre en correr los 100 metros en menos de diez segundos, expresaba su amargura en una entrevista en 2016, cuando malvivía cerca de Houston a base de trabajos temporales tras haber vendido todos sus trofeos para procurarse el sustento. En Italia, no sucede lo mismo: desde su triunfo en el hectómetro de los Juegos de Tokio el verano pasado, el texano de El Paso Marcell Lamont Jacobs –con la añadidura de un récord de Europa en 9,80– es toda una celebridad en su país de adopción.

La «dolce vita» de Jacobs desde su doble consagración tokiota, pues también ganó el 4x100 liderando a un anonadante relevo italiano, ha podido influir en su mala temporada 2022, en la que ha entrenado menos de la cuenta debido a una lesión en el muslo… y a su permanente campaña de rentabilización de la gloria olímpica en los medios. Su tiempo de referencia antes de las series en Eugene era un 10,04 del lejano 18 mayo en un mitin menor como el de Savona, además de un 9,99 ventoso. En las series repitió ese 10,04, pero sin apariencia de darlo todo.

Se corrió mucho en la primera toma de contacto con los 100 en el Mundial de Eugene, con hasta siete atletas por debajo de los 10 segundos y unos 9,79 de Fred Kerley que asustan, como los 9,89 de Trayvon Bromell. No falló ninguno de los favoritos. Las semifinales son a las 3:00 de la madrugada del sábado 16 al domingo 17 y la final, a las 4:50 (todo en Teledeporte).

Marcel Jacobs no es uno de esos nacionalizados al uso a los que ciertas naciones recurren en diversas disciplinas deportivas. No es un fichaje a lo Lorenzo Brown, para entendernos, ni un Jordan Díaz que cambia de pasaporte para evitar entregar sus premios en metálico a la tiranía de turno. De padre militar estadounidense acuartelado en Europa y madre italiana, el atleta vive desde bebé en Lombardía y no conoce otro sistema de entrenamiento que el transalpino.

Al campeón olímpico lo esperan en su país natal con ansia por recuperar el cetro de la velocidad que les arrebató Usain Bolt durante un decenio. Christian Coleman –ausente en Tokio por no presentarse a tres controles antidopaje– defiende el título que logró en Doha pese a su cuarto puesto en los trials de hace tres semanas, cuya final fue un auténtico despiporre. Hizo 9,87 por detrás de Fred Kerley (9,76), Trayvon Brommel (9,81) y Marvin Bracy (9,85). Los cuatro representantes estadounidenses figuran entre los ocho mejores marquistas del año.

Jamaica, al acecho

Se da por descontada, por consiguiente, una lucha entre norteamericanos de nacimiento, a no ser que los jamaicanos vengan a aguar la fiesta con el terceto supersónico que anonadó en los campeonatos nacionales. El veterano Yohan Blake, segundo en el ranking de todos los tiempos con un 9,69 de… 2012, todavía fue capaz de correr en 9,85, una centésima más rápido (en las series de Eugene hizo 10.04 al “trote”) que Oblique Seville (9,93 en la primera toma de contacto en el Mundial) y casi una décima mejor que el 9,93 de su homónimo Ackeem Blake (10,15), un chico de veinte años anunciado como la nueva perla del esprint caribeño y con quien no lo une parentesco alguno. Pero el benjamín parecía predestinado a correr muy rápido no sólo por la coincidencia de apellido con su compatriota, sino porque se educó en la escuela Marlene Ottey de la parroquia de Saint Elizabeth.

Más allá de algunos atletas que también han bajado este año de diez segundos (los ghaneses Azamati y Amoah o el británico Reece Prescod, entre otros), la fotografía de una prueba de velocidad en un gran campeonato nunca está completa si falta el canadiense André De Grasse quien, a despecho de su pobre 10,05 de Oslo en un año (en las series hizo 10,12) malogrado por varias lesiones, presenta un pedigrí de competidor fuera de toda discusión con cuatro medallas mundiales y seis olímpicas, entre ellas el oro (200), la plata (4x100) y el bronce (100) que se colgó hace un año en Tokio, también contra todo pronóstico.