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Cinco minutos con Carroll

Catorce puntos seguidos del escolta antes del descanso destrozan al Maccabi, incapaz de competir con un gran Real Madrid.

Jaycee Carroll, ayer
Jaycee Carroll, ayerlarazon

Catorce puntos seguidos del escolta antes del descanso destrozan al Maccabi, incapaz de competir con un gran Real Madrid.

Por seis puntos ganaba el Real Madrid en Tel Aviv (21-27, min 14) cuando Carroll metió su primera canasta en el partido. Cinco minutos después la ventaja de los blancos se iba a los veinte puntos (21-41, min 19) con catorce consecutivos del escolta americano. Su muñeca caliente acabó con el Maccabi, que en todo ese tiempo no pudo anotar y llegó a hartar a su afición. Del histórico equipo que imponía respeto en el continente y que ya en este siglo encadenó dos Copas de Europa consecutivas sólo queda el nombre y su pabellón, la Mano de Elías, aunque ahora la denominación comercial sea otra. No queda nada de aquel ogro que ayer se desmoronó ante el ejercicio de puntería de Jaycee Carroll, al que luego se le unieron, especialmente, Llull y Randolph. 15 de 31 fue el saldo final del Madrid desde el triple, en un día en el que venía de perder su primer partido del curso y había pocas opciones de que volviera a despistarse. Y claro, no lo hizo, ni antes ni después de ese parcial brutal que dejó sin partido al Maccabi y a su afición, que llegó a incomodarse con la paliza recibida. Hasta por treinta llegó a ganar el Real Madrid (48-78) mediado el último cuarto, para después aflojar un poco, puede que en solidaridad con su rival.

Los de Laso volvieron a ser el equipo que le gusta a su entrenador, tan abrumador como coral, porque todos suman en algún momento. El único que no acaba de sentirse cómodo del todo es Prepelic, que ni en el festival pudo dejar de lado sus dudas. Es el nuevo al que más le está costando adaptarse, pero ya llegarán sus minutos valiosos. Bastantes tuvo ayer Ayón, algo que demuestran sus 12 puntos, 12 rebotes y tres asistencias. Y si no es él, aparece Felipe para sacar la pala y ponerse a trabajar bajo el aro. Después, llega Rudy y confirma la condición de tirador implacable de la que está presumiendo más que nunca este curso. Y así, hasta llegar al final del banquillo. Llull fue de los que mejor se lo pasó con sus 5 de 8 en triples. Sus mandarinas volaban por encima de un Maccabi irreconocible, todo lo contrario que este Real Madrid.