Titan Desert Almería

Chikuy, de la máquina de diálisis a correr la Titan Desert

Javi Torres corrió en Almería a pesar de que hace catorce años que tiene que ir a diálisis tres día a la semana

Chikuy, durante la Titan Desert
Chikuy, durante la Titan DesertWorld Titan Series

Cuando tenía siete años, los Reyes Magos le regalaron una bicicleta. «Al despertarme por la mañana y vi la bicicleta en el salón me fui corriendo para el cuarto de mis padres, llorando, a decirles que los Reyes me habían traído una bicicleta que era para otro niño. Y cuando me dijeron que era para mí, eso fue lo más grande. Una pasada», cuenta Javi Torres, Chikuy para sus amigos.

Ahora tiene 43 años, va a diálisis tres veces por semana, lunes, miércoles y viernes, y acaba de terminar la Skoda Titan Desert Almería sin descuidar su tratamiento. La carrera empezaba un sábado y Javi, que vive en Málaga, viajó a Almería el viernes después de su sesión de hemodiálisis. Los fines de semana descansa, pero el lunes después de subir Velefique, volvió a tratarse. Su coordinadora de diálisis consiguió que ese día le trataran en Almería y después regresó para acabar la carrera el martes.

«A día de hoy el único que hace ciclismo de competición con diálisis soy yo. El objetivo es disfrutar de la bicicleta, que a mí me ha dado una segunda vida. Yo tengo una familia, mi mujer y mi hijo [de tres años], que para mí son lo más importante», explica.

Javi sufría de insuficiencia renal desde los cinco años. «Recuerdo que mi madre estaba embarazada de mi hermano y yo retenía líquidos, no comía nada, no me entraba, estaba muy delgado y con la barriga muy hinchada porque no filtraba. Yo recuerdo que mi madre me llevaba a la Seguridad Social y el médico, leyendo el periódico, le dijo que yo lo que tenía eran celos del embarazo. Que no comía por eso. Dio la casualidad de que mi hermano nació por cesárea y yo me quedé en casa de mi abuela. Una mañana estaba vomitando y mi abuela me llevó al materno-infantil y me tuvieron que hacer doscientas mil pruebas. Me ingresaron y ahí empezó mi vida con la enfermedad renal», cuenta Javi.

«Mis juguetes con cinco años eran los playmobil», recuerda. No podía jugar al fútbol con sus amigos, no podía subir a un monopatín y mucho menos a una bicicleta porque con nueve años tuvo que someterse a una operación para ponerle un implante que aumentara la capacidad de la vejiga.

En diálisis lleva 14 años, desde que a los 29 sufrió una septicemia que lo tuvo un mes en coma. «Tuve tres paradas cardiorrespiratorias, un fallo multiorgánico, la extirpación del riñón derecho, ya el izquierdo no me funcionaba y desde ese momento empecé con la diálisis», dice sin perder la sonrisa. «Yo tengo el riñón izquierdo, pero como si no lo tuviera, elimino un poco de líquido, orino un poco, pero muy poco y por el problema de la vejiga el trasplante no es viable. Yo sé que a día de hoy puedo disfrutar como estoy disfrutando, pero la bicicleta tiene fecha de caducidad», añade.

«Cuando empecé con la diálisis me dijeron “cuando lleves un año en diálisis estarás de la cama a la máquina, de la máquina al sofá y del sofá a la cama”. Yo dije que no. Yo había estado más para acá que para allá y dije “no voy a estar encerrado”», explica.

No había probado la bicicleta hasta unas semanas antes de sufrir la septicemia. Le animó su cuñado Miguel y fueron a Alhaurín de la Torre. Se encontró con Jarapalo, una subida de cinco kilómetros. «Me parece que eché cinco horas en subir». «Una semana después me pasó lo de la septicemia. Recuerdo que fui al hospital con un dolor en el costado y cuando me desperté me faltaba el riñón, en la pierna había perdido la movilidad y rodeado de cables que parecía Robocop».

Pero Chikuy estaba convencido de que la diálisis no iba a ser un impedimento para nada. En las sesiones estudió las oposiciones de Correos, que aprobó. Y en esas cuatro horas que pasa sentado tres veces a la semana vio los primeros vídeos en YouTube de la Titan. No pensaba entonces que un día la correría. «Estaba nervioso porque no conocía el formato, pero la Titan Desert me ha enamorado. A la de Marruecos no voy a poder ir por temas médicos, pero estoy encantado», dice. Y espera volver, aunque su mujer, que siempre le apoya, le diga «estás majara».

El equipo Titan Deja Huella

Javi ha podido correr la Skoda Titan Desert Almería gracias a la invitación del equipo Titan Deja Huella, un proyecto que busca visibilizar la importancia de la donación de órganos con la participación de trasplantados, donantes y personal médico. Con él corrieron tres compañeros trasplantados de médula. Beñat, que es hermano de Arkaitz, uno de los trasplantados, y fue su donante y otro trasplantado de riñón. El suyo es un caso especial porque no puede recibir un trasplante, pero también le gusta formar parte del proyecto. «Yo no puedo donar porque te doy una gota de sangre ahora mismo y te vas al carajo. Pero a mí me encantaría ser donante y no hay cosa más bonita y gratificante que ayudar», dice.