Liga 1,2,3

Cara y cruz en el derbi asturiano

La Razón
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Volvía el derbi asturiano al mítico El Molinón quince años después. Y era evidente que ahí no podía faltar tampoco la lluvia, un regalo del cielo para los 26.400 sportinguistas y los 1.400 ovetenses que acudieron a ver el partido. Hay que significar que había menos asturianos que nunca en las alineaciones de ambos equipos: sólo tres jugadores eran de la tierra, y por el Sporting, y por el Oviedo. El momento más emotivo, que puso la carne de gallina, se vivió antes del encuentro, cuando todo el estadio cantó al unísono el himno de «Asturias... patria querida.Volvía el derbi asturiano al mítico El Molinón quince años después. Y era evidente que ahí no podía faltar tampoco la lluvia, un regalo del cielo para los 26.400 sportinguistas y los 1.400 ovetenses que acudieron a ver el partido. Hay que significar que había menos asturianos que nunca en las alineaciones de ambos equipos: sólo tres jugadores eran de la tierra, y por el Sporting, y por el Oviedo. El momento más emotivo, que puso la carne de gallina, se vivió antes del encuentro, cuando todo el estadio cantó al unísono el himno de «Asturias... patria querida.

No a los incidentes

Ese fue el instante de más unión, confraternidad y salud deportiva en un derbi que siempre se vivió de un modo muy pasional, con todo lo que conlleva en ambas ciudades. El pique futbolístico entre las dos aficiones siempre ha sido muy peculiar. Pero todo no fue de color rosa. También ocurrieron hechos que no tienen nada que ver con los que deben ser los sentimientos de amor a unos colores. Me refiero a la falta de civismo de un grupo radical que lanzó un objeto que impactó en la luna delantera del autobús del Real Oviedo, teniendo que intervenir los antidisturbios para calmar a los irracionales ultras del Sporting y del conjunto ovetense. Flaco favor le hace al fútbol la agresividad extradeportiva de estos grupos radicales.

Empate justo

Con el empate final (un resultado justo) ningún equipo se pudo coronar como el rey del recuperado derbi. Un duelo que a los asturianos como yo nos dejó, una vez más, los sentimientos y la grandeza del fútbol; la cara de este bendito deporte, pero también la cruz de esos incidentes que no deben volver a repetirse. Dicho queda.

Por cierto, en el terreno de juego los jugadores entrenados por y tuvieron un comportamiento ejemplar.