Ciclismo
Van der Poel vuelve a ganar en Flandes y Pogacar se queda sin podio
El neerlandés aguantó para lanzar el esprint hasta que se les unieron Van Baarle y Madouas y levantó los brazos en la meta ante la decepción de su rival
Mathieu van der Poel es un genio de las piedras. Pocos las entienden como él en el ciclismo y casi ninguno hubiera sido capaz de aguantar la exhibición de Tadej Pogacar. Era la primera participación del esloveno en Flandes, pero ya ha demostrado que necesita poco aprendizaje. Su talento va por delante de la experiencia.
Van der Poel tuvo la paciencia para aguantarlo en el Paterberg, el último muro antes de la llegada, y para esperar al momento adecuado para lanzar el esprint. No le importó que se les echaran encima Van Baarle y Madouas, a los que ya habían descartado kilómetros antes. A Van der Poel no le molestaban, se sabía el más fuerte en el esprint, pero sí fueron un estorbo para Pogacar, que se lamentaba al cruzar la meta después de quedar fuera del podio.
Era el duelo entre dos todoterreno. Pogacar es un ciclista de otra época, de los que no se encuentran desde los tiempos de Merckx o más tarde de Hinault, capaz de ganar todas las carreras que le pongan por delante, de tres semanas o de un día, con sol o con lluvia, con calor o con nieve en las cunetas.
Así estaban los caminos de Flandes, nevados, apenas dos días antes de la carrera. Pero a Van der Poel eso no le asusta. Tampoco a Pogacar. Ni siquiera a Iván García Cortina. El español fue el primero que agitó la carrera a falta de 90 kilómetros, pero se quedó fuera de la pelea por la victoria demasiado pronto.
Eso esa cosa de Van der Poel, decidido a conseguir su segundo triunfo en Flandes. El primero llegó en 2020, cuando todo era antinatural y las competiciones se disputaban en diferido sobre el calendario previsto. Tan antinatural como la carrera de este hombre de 1,84, ciclista por fuerza genética. Su abuelo Raymond Poulidor, nunca pudo ganar en Flandes. El dominio de las piedras le llega por herencia paterna. Su padre, Adrie, ganó en 1986 por delante de Sean Kelly.
Van der Poel ha demostrado su dominio del terreno, pero hasta hace poco no era segura su participación en las clásicas de primavera. Su caída en la prueba de bicicleta de montaña en los Juegos de Tokio reveló una lesión que le provocaba molestias en la espalda desde hacía tiempo. Los dolores comenzaron el año pasado en la Vuelta a Suiza y se agudizaron con la caída en los Juegos.
Una de las vértebras estaba deslizada hacia atrás, por lo que uno de sus discos no ejercía la función de amortiguación como debía. Los músculos y ligamentos de alrededor se sobrecargaban y el disco se le inflamaba.
Los médicos de su equipo, el Alpecin, le mantuvieron en reposo hasta que el dolor desapareció, lo que le hizo perderse toda la temporada de ciclocross y poner en duda su participación en la temporada de ruta, En su periodo de reposo aprovechó también para operarse de una pequeña lesión de rodilla que se produjo por una caída mientras se entrenaba el pasado mes de noviembre.
Van der Poel parece ya totalmente recuperado. Sus dos victorias de esta semana, en A través de Flandes y en el Tour de Flandes, lo demuestran. Y Pogacar lo sabe.
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