Pionero
El primer ciclista del Vaticano en un Mundial
Rien John Schuurhuis
«Durante las carreras todo el equipo trabaja junto y cuando un compañero de equipo atraviesa un momento de dificultad, están sus compañeros para apoyarlo y acompañarlo. Como en la vida es necesario cultivar un espíritu de altruismo, generosidad y comunidad para ayudar a aquellos que se quedan atrás y han logrado un cierto objetivo». Las palabras del Papa sirven de inspiración al Rien John Schuurhuis, el representante papal en el pelotón. El primer ciclista que representa al Vaticano en un campeonato del mundo.
Esa reflexión del Papa Francisco la recoge en su cuenta de Instagram Valerio Agnoli, uno de los responsables de que el Vaticano esté representado en los Mundiales de Wollongong, en Australia. Agnoli, ex corredor de importantes equipos italianos como Liquigas, es ahora el director deportivo de la sección de ciclismo de Athletica Vaticana, el club deportivo de Ciudad del Vaticano.
«Somos embajadores de Su Santidad. Estaremos con él. Vamos, Rien. El ciclismo es señal de unión, de espíritu de sacrificio y un fuerte mensajero de paz y de inclusión», asegura Agnoli. Y así, sin más pretensión que la de participar se presenta Schurhuuis en Australia, un territorio familiar para él, que se ha recorrido medio mundo dando pedales. Schurhuuis, nacido hace 40 años en Groninga, en los Países Bajos, ha corrido principalmente en Australia y en Oceanía y a pesar de su edad, su recorrido en el ciclismo de alto nivel es escaso.
El año pasado participó por segunda vez en los campeonatos nacionales de su país. Eso fue antes de integrarse en la Athletica Vaticana y de convertirse en un pionero, el primer ciclista que representa al Vaticano en un campeonato del mundo. Hasta la ciudad del Vaticano llegó por amor. Su esposa es diplomática australiana y hace un par de años fue destinada como representante de su país ante la Santa Sede. Gracias a eso obtuvo la nacionalidad vaticana.
Sin saberlo, estaba ante su gran oportunidad como ciclista después de dos experiencias fugaces en 2016 y en 2018 dentro del ciclismo profesional. Él es el pionero, pero es también el continuador de la «tradición» ciclista vaticana. A finales del siglo pasado el Amore e Vita fue un equipo que corrió con la intención de transmitir los valores de la Iglesia.
El equipo después se trasladó a Polonia y ahora se mantiene en actividad con licencia ucraniana después de haber pasado en su momento por Polonia gracias a la cercanía de su propietario, Ivano Fanini, con el Papa Juan Pablo II.
Ahora el ciclismo vaticano ha dado un paso más allá.
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