Crisis

Movistar y el ciclismo español, un Tour para reflexionar

El sexto puesto de Enric Mas no satisface a un equipo que aspiraba al podio de París y se va completamente de vacío de la ronda gala

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Hay una pintada recién hecha, bien fresca en las rampas, mediada la subida de Luz Ardiden y con mucho todavía por delante. El último puerto del Tour. “Enric Mas, ¿ya no puedes más?”. Es casi hiriente, duele ahí, en la cima conquistada cinco de las nueve veces que se ha subido por ciclistas españoles. Tan plagada de aficionados de nuestro país que quieren, suplican y desean casi tanto como el mallorquín por ese relevo tan ansiado que no llega. Que no ha llegado este año tampoco. Porque así llegó Enric Mas hasta aquella meta el pasado jueves, última etapa pirenaica. Sin poder más. Él y todo el Movistar.

Caídos en un pozo de ambición que no lograron transformar en realidad. La escuadra telefónica le echó corazón y ganas. Todo lo que pudo. Pero nada les acabó saliendo bien y de París, el equipo de Eusebio Unzue se marcha de vacío. Ni la clasificación por equipos, que tanto valor históricamente le han dado en las siete ocasiones que la han ganado, ni el podio de Enric Mas, ni un triunfo parcial de etapa. Nada.

No ha sido por no buscarla. El único día que a Iván Cortina, el hombre rápido, pero también protector de Enric Mas, tuvo libertad para disputar un esprint fue cuarto. Imanol Erviti se filtró en una fuga camino de Nimes, pero no fue capaz de aguantar el ritmo de Nils Politt y el eterno Alejandro Valverde derrochó su clase en la etapa andorrana hasta que en los kilómetros finales del ascenso a Beixalís, Sepp Kuss atacó y el murciano fue incapaz de seguirle el ritmo.

La mala suerte de las caídas también tuvo su parte de culpa. La retirada de Marc Soler tras el grave incidente de la primera etapa, los continuos percances de Supermán López, que sin pena ni gloria, casi anulado y borrado corrió este Tour y la fuerte caída de Carlos Verona, que bastante tuvo con sobrevivir, mermó a la escuadra española.

El resultado final es un sexto puesto, el de Enric Mas, que dado el enorme nivel y desgaste de este Tour de Francia es algo notable. Pero no satisface. El equipo al completo cerró filas en torno a una filosofía conservadora y con un objetivo claro que obligó a sacrificar ideas ofensivas o de ataque. “Éste es mi sitio”, dijo el mallorquín en Luz Ardiden, donde la pintada y donde su ataque. Se abre ahora el periodo de reflexión tras un Tour del todo esclarecedor para el futuro más próximo.