Viaje a la casa de Chava Jiménez

Ángel Arroyo fue el principio. Aquel Tour de 1983 que vio el regreso de los españoles a las carreteras francesas fue el del despertar del ciclismo en El Barraco.

El color había llegado a la Vuelta en ese mismo año, con las primeras retransmisiones en directo y con la exhibición de Hinault en Serranillos.

Todo conduce a Ávila y a El Barraco, ese pueblo de tradición peletera en el que había nacido Ángel Arroyo. Ganó la Vuelta en 1982, pero la perdió por un positivo y quedó en manos de Marino Lejarreta. Su momento llegó un año después en el Tour, donde la pareja que formaba con Perico Delgado consiguió que las bicicletas volvieran a ser para el verano.

En aquellos años comenzó a funcionar en El Barraco la escuela ciclista que llevaba su nombre y que más tarde pasó a ser la Fundación Víctor Sastre, gestionada por el padre del ganador del Tour 2008, Carlos Sastre.

Pero Carlos no fue el único fruto de aquella escuela, aunque sí el único capaz de ganar una grande. A su regreso de París el pueblo se volcó en una fiesta multitudinaria para reconocer a su campeón. Antes que él había brillado su cuñado, el Chava. Un ciclista de posguerra trasladado a finales del siglo XX, excesivo sobre la bicicleta y fuera de ella. Una leyenda acrecentada por su temprano fallecimiento. Sastre ganó el Tour, pero ninguna historia fue tan grande como la de Chava.

Corredores como Pablo Lastras, David Navas y Paco Mancebo también se formaron en estas carreteras que ayudaron a crecer al ciclismo español. La etapa 15 de la Vuelta, Navalmoral de la Mata-El Barraco (197,5 kilómetros), lleva la meta hasta la casa del Chava. El mejor homenaje para los campeones criados a la sombra de los éxitos de Ángel Arroyo, el primer podio en color que tuvo el ciclismo español en el Tour.