Líder
Roglic ya no se esconde. Gana en Laguardia y se viste de rojo
El esloveno se viste de líder tras su victoria en Laguardia. Enric Mas sorprende por su buen nivel en un final más propicio para las cualidades de Valverde
Primoz Roglic es el nuevo líder de la Vuelta. Como si alguna vez hubiera dejado de serlo. El esloveno se impuso en la meta de Laguardia, un final empinado por las medievales calles de la localidad alavesa y demostró que no ha venido a España a recuperarse de la caída que sufrió en el Tour. Que ya está recuperado y ha venido a la Vuelta para ganarla otra vez.
Al final de la etapa esperaban las rampas de la ciudad amurallada de Laguardia. Un espectacular paraje que surge en un terreno donde hay más bodegas que personas. Y allí, al final de esas rampas apareció Roglic para marcharse con facilidad camino del triunfo. Cuando arrancó nadie pudo seguirlo. Ni un excampeón del mundo como Mads Pedersen ni un inspirado Enric Mas.
El esloveno ya había dado muestras en las etapas anteriores de que ha llegado a la Vuelta para seguir tiranizándola. Él era el verdadero líder, aunque el maillot rojo fuera pasando de compañero a compañero de Jumbo Visma desde que su equipo ganó la contrarreloj inicial en Utrecht. Primero fue Gesink; después, Teunissen y el último, Edoardo Affini. Pero el líder, el propietario del maillot rojo es Primoz Roglic. Igual que en los últimos cuatro años.
«El plan era coger el liderato. Hoy me tocaba a mí», confesaba después de la etapa. «Estoy muy contento. Es solamente el inicio de la Vuelta, pero siempre es mejor estar 10 segundos por delante que por detrás. El final era una oportunidad para luchar por la victoria de etapa. Tenía las piernas y lo he probado. Ya veremos qué pasa mañana, pero sumar 10 victorias es una locura, estoy muy contento y espero seguir en esta línea», aseguraba el ganador de las tres últimas ediciones, al que ya no le quedan dedos en las manos para contar sus victorias en la carrera.
Ya no tiene que esconderse Roglic. Ya ha demostrado en los tres últimos años de lo que es capaz. Se trata de ganar una y otra vez. Y en Laguardia ya no podía dejar que el desgaste fuera para otros. Era un final para los mejores y el mejor es él.
Antes de la llegada ya había dado muestras de que no necesitaba calentar para recuperar la forma en la subida al puerto de Herrera. En la cima, además de los puntos para la clasificación de la montaña, se repartían segundos de bonificación. Y Roglic superó a Julian Alaphilippe en el esprint. El esloveno manda y suma tres segundos más para distanciar a sus rivales porque todo suma.
Lo de Herrera era un ensayo en el que no estaban los rivales que se encontraría después. Ni Pedersen ni el renacido Enric Mas. Movistar marcó el ritmo en la subida, confiado en su líder, que aguantó casi hasta los últimos metros. Aunque las piernas de Roglic son demasiado para sus competidores. Ni siquiera Alaphilippe, ganador de los dos últimos Mundiales y en tres ocasiones de la Flecha Valona, fue capaz de meterse en la pelea por la victoria.
Tampoco Valverde. «Qué va. Yo no he podido, no he tenido las piernas que me hubiese gustado, pero espero poder ir entrando», decía el ciclista murciano, que apura sus últimas etapas en la carrera española. En otros tiempos, Alejandro hubiera sido el gran favorito para una etapa como esta. Una especie de Flecha Valona. Aunque otros lo comparaban con el clásico final en Ávila que sube a la muralla por calles empedradas. No había empedrado, pero había muralla, cuestas y ganas. Muchas ganas.
La victoria de Roglic prepara a la Vuelta para lo que viene. Ha aguantado más que en otras ediciones para vestirse de rojo. En 2020 y en 2021 fue líder desde el primer día, aunque después lo soltara por comodidad. Sólo en su primera victoria, en 2019, esperó más para ponerse primero en la general. No lo hizo hasta la tercera etapa, pero al final el resultado siempre fue el mismo.
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