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Cristo, el delantero del Madrid que sólo remataba con vaselinas

Es el único delantero del Madrid contra el Leganés. Tiene talento, carácter y mucha movilidad. Hace años terminaba todos los uno contra uno pasando el balón por encima del portero

Cristo González, en el entrenamiento de ayer del Madrid / Foto: Realmadrid.com
Cristo González, en el entrenamiento de ayer del Madrid / Foto: Realmadrid.comlarazon

Es el único delantero del Madrid contra el Leganés. Tiene talento, carácter y mucha movilidad. Hace años terminaba todos los uno contra uno pasando el balón por encima del portero.

A Cristo González ya se le veían maneras cuando jugaba en el Laurel, en Tenerife. A los jugadores buenos se les ve enseguida, tengan la edad que tengan: la seguridad con la que juegan, la habilidad que hace más pequeños a los demás. «Hacía cosas increíbles con la pelota y siempre se caracterizó por marcar goles», contaba en «La Opinión de Tenerife» Fanfi Herrera, su entrenador cuando tenía once años en ese equipo. En el Tenerife le ponían a jugar con mayores para que aprendiera más. Era un talento por pulir, un adolescente decidido a ser futbolista. «Tenía una cosa: no se achicaba, era atrevida, por eso está donde está, por atreverse a hacer cosas que otros no hacían», asegura a este periódico Quico de Diego, que fue su entrenador en el Tenerife B.

Como Cristo tenía las cosas claras, no se callaba y eso le hizo tener algunos problemas con entrenadores: «Los futbolistas deben tener carácter, de qué te vale un chico con talento, introvertido, sin carácter, que cuando le pitan en un campo ante 10.000 personas se viene abajo. Yo he tenido futbolistas así, en cambio a Cristo le da lo mismo que le piten». Quico le exigía y le aconsejaba, le pedía que se centrara en el juego y Cristo aprendió a serenarse, sin perder talento ni carácter o valentía. «Cuando llegaba mano a mano con el portero siempre intentaba la vaselina», cuenta Quico, «y falló dos o tres veces. Entre Cristo Marrero, que era mi segundo, y yo, le dijimos que intentase resolver de otro modo, que buscase el segundo palo». Les hizo caso y cuando tuvo otra oportunidad así, marcó un gol.

«¿Y sabes lo que hizo en el siguiente partido cuando estuvo solo contra el portero? Una vaselina».

En el Tenerife, sobre todo, cogió masa muscular. Era un chico joven, que jugaba contra mayores y al que le costaba mantenerse en pie cuando iban a por él. Eso ha cambiado: en Valdebebas, en el Madrid, se le ve más fuerte. Llegó al filial la temporada pasada y hoy puede ser el delantero titular contra el Leganés. A sus 21 años sabe que hay trenes que no pasan más de una vez. «A los jóvenes hay veces que les toca llegar más rápido. Aportan vitalidad y frescura, siempre apoyados en los jugadores con más experiencia y en la madurez de la plantilla. Ellos pueden soltarse a partir del apoyo de todos los demás», explicaba ayer Solari cuando le preguntaron por los jóvenes que pueblan ahora no sólo los entrenamientos de Valdebebas, si no también el equipo titular.

Reguilón y sobre todo Vinicius han demostrado que ser joven no es impedimento para jugar en el Madrid y que tampoco importa en qué situación te llega la oportunidad: hay que aprovecharla. La lesión de Benzema y como Mariano no termina de recuperarse, le han abierto las puertas a Cristo, que ya jugó la segunda parte en el Villamarín, un partido más trascendental que el de hoy contra el Leganés, al que el Madrid llega con tres goles de ventaja.

Cristo es parecido al Karim. «Yo le ponía entre los centrales rivales», cuenta Quico, «pero él se iba a las bandas o bajaba a tocar la pelota en el centro del campo». Al final le dejó hacer. Como con las vaselinas.