Vuelta a España

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Cuando ser líder es una carga

El francés Rudy Molard es el nuevo líder de la Vuelta. El Sky le permitió llegar con la ventaja suficiente para soltar el maillot de líder. La etapa fue para Simon Clarke.

Molard, en el podio con el maillot rojo y la mascota de la Vuelta en la mano
Molard, en el podio con el maillot rojo y la mascota de la Vuelta en la manolarazon

El francés Rudy Molard es el nuevo líder de la Vuelta. El Sky le permitió llegar con la ventaja suficiente para soltar el maillot de líder. La etapa fue para Simon Clarke.

A veces, el maillot rojo es más un castigo que un premio. Un reconocimiento que carga de obligaciones al que lo lleva y a sus compañeros, que retrasa todo lo que sucede después de cada etapa, la comida, la ducha, el masaje, el descanso... Porque antes hay que atender otras cosas, las entrevistas, el control antidopaje, la vida. Y de eso es de lo que pretendía huir el Sky camino de Roquetas. El equipo británico está acostumbrado a asumir la responsabilidad en el pelotón. Lo lleva haciendo desde que nació, especialmente en los últimos años, cuando Chris Froome ha tiranizado el Tour. Y cuando no era para él, han dominado para Geraint Thomas, como en la última edición de la carrera francesa.

Pero ahora no está ninguno de los dos y el equipo acostumbrado a tener en carrera a cuatro o cinco corredores que serían capaces de subir al podio en el Tour, apenas tiene dos opciones, De la Cruz y Kwiatkowski. El desgaste es excesivo, sobre todo porque no están seguros de recibir el premio gordo al final. Y si llegan al final en condiciones de disputarlo, les harán falta las fuerzas que puedan ahorrarse ahora. «Para la carrera no significa nada. El Sky quería dejarlo porque es una responsabilidad y un desgaste. Sky ha cogido la responsabilidad en todo momento, pero no han tirado para coger la fuga. Han hecho bien», explicaba Alejandro Valverde al finalizar la etapa.

El equipo de Kwiatkowski no tenía ninguna intención de evitar las escapadas, pero la velocidad con la que se inició la etapa. Costó que se hiciera la fuga buena y cuando se hizo estaban todos. La única preocupación del Sky era que no se metiera alguno de los corredores que pudieran ser peligrosos para la general por mucho tiempo que hubieran perdido antes. Como Nibali. Entonces, la fuga estaba dispuesta. Y allí estaban Simon Clarke, Mollema y De Marchi, los tres que se jugaron la victoria. Y Vilella, De Tier y Molard, que llegaron ocho segundos tarde para pelear por el triunfo.

Ganó Simon Clarke, un ciclista de verbo fácil enamorado de la Vuelta desde que consiguió su primera victoria y el maillot de lunares. Está en carrera para ayudar a Rigoberto Urán, pero ayer tenía el día libre. En el esprint se impuso a Bauke Mollema. El curioso lector holandés –carga varios libros en la maleta para acompañar las grandes vueltas– ha llegado sin obligaciones. Se ha olvidado de la general y su única labor es pelear por los triunfos parciales. Y Roquetas era una buena oportunidad para él. Tanto que había decidido salir sin potenciómetro y cambiar su modelo de bicicleta habitual, una más ligera apropiada para escaladores, por la más pesada que suelen utilizar los rodadores. La idea era ser más aerodinámico en el último descenso. Una decisión acertada, porque tuvo que esforzarse en la bajada. Una avería mecánica a falta de 30 kilómetros cuando ascendía el alto del Marchal, le hizo perder contacto con sus compañeros de aventura y tuvo que acelerar para poder pelear por la victoria. Para entonces, Rudy Molard ya había cambiado de objetivo. Había salido del hotel pensando en la victoria de etapa, pero en los últimos kilómetros, cuando la ventaja ya le permitía vestirse de rojo, empezó a mirar a la general. Lo consiguió a pesar de que en la meta fue sancionado con veinte segundos por avituallarse en territorio prohibido. El Sky le permitió subir al podio. «Perder el liderato nos quita un poco de trabajo», confiesa Castroviejo, al que en el último puerto ya le dijeron que podía descansar.