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Siempre Cristiano

El Real Madrid remonta ante el Celta con tres goles y un gran partido del portugués. A los dos minutos ya había marcado el primero

Los jugadores blancos celebran su triunfo
Los jugadores blancos celebran su triunfolarazon

El Madrid, ahora mismo, es mucho menos que Cristiano Ronaldo. El portugués sólo necesitó dos minutos para levantar una eliminatoria que él mismo empezó a remontar en los últimos instantes del encuentro de ida. La noche era fría y perezosa, pero el 7 no conoce ni el frío ni la pereza. Marcó a los dos minutos un gol de ésos que sólo él y algunos pocos más son capaces de marcar. Recibió un saque de banda de Arbeloa, colocó la pelota a su gusto y la mando haciendo eses a la esquina de la portería del Celta. Después, reconocía con un gesto que ese culebreo era lo que le había hecho marcar.

Era su tanto 172 en los mismos partidos con la camiseta blanca. Una esperanza para los que creen que los números explican el fútbol. No lo hacen y sólo en ocasiones ayudan a entenderlo. Porque es muy difícil alcanzar la producción del portugués. Cristiano siempre funciona, aunque el partido no apetezca, a él le apetece. Esa actitud, la que siempre ha exigido el Bernabéu a su estadio, es la que le ha hecho ganarse por fin a la afición madridista. Al contrario de lo que sucede con su entrenador, los detalles extradeportivos cada vez pesan menos en la opinión del público. Cada vez importa menos que el portugués no resulte simpático. Cristiano Ronaldo nunca falla. Y eso es lo que importa.

El portugués siguió demostrando su infalibilidad en el segundo tanto. A los 25 minutos, el Madrid ya tenía ganada la eliminatoria. Modric vio el desmarque del 7, le lanzó la pelota por encima de la defensa y Ronaldo la acompañó lo justo con la izquierda para marcar. Lo mejor para el Madrid es que Cristiano no estaba solo en esos minutos en que parecía que iba a comerse al Celta sin pelar. Estaba Modric, que le dio el segundo, y estaba Özil, que acostumbra a mejorar cada pelota que toca.

Y estaba Xabi Alonso, al que no se vio tanto, pero se le echó en falta cuando se fue. Recibió un golpe en las cervicales y abandonó el campo en el descanso. En ese momento se hizo visible el extraño orden que tenía ayer la defensa del Madrid. Lo sustituyó Varane y Mourinho decidió cambiar el equipo entero. Essien, que era lateral derecho, ocupó el puesto en el centro del campo. Y Sergio Ramos, que fue expulsado más tarde, se fue al costado derecho hasta que Mourinho se dio cuenta de que Varane y Carvalho no eran la mejor pareja de centrales que tenía en el campo.

El Celta, una miniatura de equipo en la primera mitad, creció con la ausencia de Xabi Alonso y con la entrada de Iago Aspas. Pero llegó hasta donde le permitió Cristiano. El portugués nunca se cansa. Quedaban menos de cinco minutos para el final y todavía guardaba fuerzas para recorrerse más de medio campo con la esperanza de que Higuaín mirara a su izquierda para darle la pelota. El «Pipita» miró y Cristiano llegó con energías suficientes para adelantarse el balón con la izquierda antes de rematar por abajo para conseguir el tercero. En casi 180 minutos de eliminatoria había marcado todos los goles del Madrid. Pero todavía le quedaba la demostración de generosidad que le hace más grande al regalar el cuarto a Khedira.

Por cierto, jugó Casillas. Aunque ayer no hacía tanta falta.