Opciones remotas

El Sevilla se lleva el baile de los acabados (3-0)

Tras un partido pobre del equipo de Sampaoli y del Copenhague, dos chispazos de Papu Gómez e Isco dieron la victoria a los andaluces

Isco celebra su primer gol como sevillista
Isco celebra su primer gol como sevillistaJose BretonAgencia AP

Una asistencia de Papu Gómez y un gol de Isco, dos futbolistas tan sobrados de clase como faltos de condición física para la élite, han asegurado al Sevilla la tercera plaza de su grupo de Champions y el consiguiente pase a la Europa League. Al octavo intento, se sustanció la primera victoria en casa de una temporada que pinta negra negrísima a pesar de esta goleada mendaz a un Copenhague horroroso que, sin embargo, amenazó hasta el penúltimo minuto con hacerle una avería a los de Jorge Sampaoli, que ya se ha dado cuenta dónde se ha metido.

La alineación de Sampaoli desprendía cierto aroma extraño en la línea de medias puntas: Suso, Isco y Papu Gómez, futbolistas exquisitos en la cima de su arte que ahora difícilmente juntan uno entre los tres. La idea innegociable era monopolizar la posesión, desde luego, porque con semejante (carencia total de) despliegue físico más la asistencia a su espalda de Rakitic y Joan Jordán, ¿quién demonios iba a restar una pelota ahí? La querencia a la trinchera de Jacob Neestrup, el técnico escandinavo, invitaba a juntar a tanta vieja gloria. Iba a ser hoy o nunca, desde luego. En punta, Dolberg debía aprovechar la (teórica) capacidad del terceto para filtrar pases.

El resultado, sin embargo, fue previsible y desolador porque la pizarra lo aguanta todo, especialmente cuando se dibuja en ella con el recuerdo de cualidades pasadas. Pero la realidad es tozuda y dicta que, hoy, esta tropa es inservible. Si algún día volverá a servir, es una pregunta cuya respuesta cada vez está más clara. No hay más que ver la actitud, rayana con el pasotismo, con la que se echaban la pelota ante la cerrada defensa danesa, a la que no estuvieron en disposición de desbordar en ningún momento: acumuló el Sevilla unos cuantos tiros desde la media distancia para la estadística y aceptó, mediada la primera parte, una ocasión clara de Haraldsson que conjuró Dmitrovic. Al poco, Suso respondió con un remate cercano, tras buen pase de Rakitic, que detuvo Grabara.

El segundo tiempo empezó con En-Nesyri, que suplió a Dolberg, y susto tremendo al estrellar Clem un balón en el palo. El delantero marroquí, justo antes de lesionarse, abrió el marcador al peinar un envío de Papu Gómez, que acertó al fin en su enésimo intento de recorte hacia dentro para centrar con la derecha. La ventaja, lejos de calmar al Sevilla, lo angustió hasta el punto de dejarse encerrar por el Copenhague, que con su fútbol antediluviano –lluvia de saques de banda directos al área– volvió a tocar madera, esta vez por mediación de Diks.

La prolongación fue tranquila porque los daneses, en su ataque desesperado, permitieron que Isco controlase un balón en la esquina del área con todo el tiempo del mundo para pensar, sacar periscopio y marcar por la escuadra contraria, con un precioso pase a la red parabólico, su primer gol como sevillista. En el despelote final, Montiel marcó para redondear el 3-0, un marcador gozoso que rima con engañoso.