Real Madrid

Celta de Vigo

El Real Madrid empata ante el Celta en Balaídos y queda a 16 puntos del Barcelona

Cristiano Ronaldo (i), pelea un balón ante el defensa argentino del Celta De Vigo Gustavo Cabral. EFE/Lavandeira jr
Cristiano Ronaldo (i), pelea un balón ante el defensa argentino del Celta De Vigo Gustavo Cabral. EFE/Lavandeira jrlarazon

Intentó agarrarse el Real Madrid a la Liga, marcó dos goles Bale remontando el primer tanto del Celta, paró un penalti Navas, pero no pudo ganar el partido en Vigo y vuelve a perder dos puntos con el Barcelona. Se le fue escapando la victoria durante toda la segunda mitad, cuando se fue para atrás para buscar una contra, pero no supo hacerlo. Frágil atrás, cansado en el medio, ni hizo contras para asustar al Celta ni supo aguantar la ventaja que le había dado Bale en la primera parte. Hay otros equipos que cuando se echan para atrás lo hacen para controlar la situación, porque así no dejan espacios y confunden al contrario, que no lo ve claro. Pero el Celta, con Aspas a la cabeza y con Wass en los momentos decisivos, sí que lo vio.

Según pasaban los minutos se fue viendo mejor que el Madrid, pese a estar por debajo en el marcador. Le cuesta al Real Madrid cerrarse una barbaridad, porque Casemiro no anda fino, porque Varane está muy irregular y porque Marcelo, que cumple once años en el Madrid, está lejos del Marcelo brillante. No le salen los planes a Zidane, que estaba viendo, mediada la segunda parte, que se le iba el choque, que no lo tenía controlado como quería, y di paso a Lucas Vázquez y Kovacic. Y ahí empató el partido el Celta. Y ya al final, cuando Lucas Vázquez tuvo un remate para ganar el partido, tiro al centro, a los puños del portero del Celta. Sumó un punto el Madrid, perdió dos y la Liga queda otro paso más lejos.

Gareth, el mejor

Fue un choque de nivel, golpe a golpe, a la carrera en la primera mitad, como si los centros del campo fueran de cristal o invisibles y todos jugasen en vertical. Fue, sobre todo, la primera parte de Bale. Pasito a pasito, con más prudencia y paciencia que nunca, el galés se ha ido recuperando de su última lesión, como si él mismo y también el cuerpo técnico entendieran que la presión, el agobio de tener que jugar y rendir al máximo nivel no fuera lo mejor para su estado de salud. Todo han sido mimos y cuidados para un futbolista que se ha ganado la admiración del resto del vestuario cuando le ha visto pelear en soledad, en el gimnasio o en el césped contra la mala suerte de las lesiones. Hay que tener ánimo para volver a iniciar un proceso de recuperación después de caer y caer, hay que tener ánimo para volver como lo ha hecho, decisivo en cada una de sus actuaciones, con pocos minutos en partidos importantes, como en el Mundialito; o con más tiempo en choques intrascendentes, como los de Copa. Y en todos, Bale ha hecho algo reseñable, dejando señales de que se ha recuperado como una moto, el problema es que con eso no le llegó al Madrid.

Frágil atrás

A él se agarró el Madrid cuando se vio en el precipicio. Había empezado con mucha energía el conjunto de Zidane, presionando al Celta e impidiéndole sacar el balón jugado. Se colocaba muy arriba el equipo blanco, con ganas de decidir pronto y forzar los errores del rival. Era un Madrid con decisión, sin Benzema y con Bale y Ronaldo arriba, mientras que atrás le faltaban Ramos y Carvajal. Y bien que los echo de menos. Porque cuando el Celta consiguió salir un poco descubrió que el rival que tan arriba apretaba era frágil un poco más atrás. Cuando superaba la presión, el equipo local sentía que llegaba muy fácil. Y más con Aspas, un jugador fenomenal al que no le acompañan casi todos sus compañeros. Aspas mandó y Wass estuvo en las jugadas decisivas. En el gol de la primera mitad y en el pase del tanto del empate.

El Celta nunca se rindió y fue tomando empaque frente a un rival que no supo cómo manejar la ventaja. Frente al equipo maduro de la temporada pasada, este Madrid ha dejado escapar puntos que tenía ganado. Recuperó el gol con el mejor Bale, pero no supo mantenerse fuerza. La Liga es una utopía.