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Boris Johnson, Bolsonaro y el deporte como receta

A los dos les ha salido el tiro por la culata con la organización de la Copa América y la Eurocopa

Protestas en las afueras del estadio de Maracaná en contra de la Copa América
Protestas en las afueras del estadio de Maracaná en contra de la Copa AméricaPILAR OLIVARESREUTERS

Tanto Boris Johnson como Jair Bolsonaro se las prometieron muy felices como anfitriones de la Eurocopa y la Copa América, respectivamente. El británico hizo todo lo posible para que, salvo los residentes en Inglaterra, ningún aficionado de los equipos visitantes pudiese entrar en el país para ver y animar a su equipo en las gradas de Wembley. Casualmente, supongo, las restricciones se levantarán una semana después de disputarse la final.

La UEFA, tragando, le devuelve el favor al primer ministro, responsable máximo y directo de evitar la presencia de los equipos de la Premier League en la creación de la famosa Superliga. El presidente brasileño, por su parte, se empeño en acoger el torneo en su país cuando los datos de contagios por coronavirus eran tan evidentemente peligrosos que hasta su selección se reveló. Varios jugadores trataron de plantarse y querían negarse a participar. Pero por cosas del fútbol, o de la vida, el tiro les ha salido a ambos por la culata. Los primeros perdieron de la manera más cruel en la final contra Italia, que lo mereció más y superó la racanería inglesa en la tanda de penaltis gracias a un excelente Donnaruma y la inestimable colaboración de Southgate.

El segundo recibió un puñetazo en el mentón, perdiendo en Maracaná ante su máximo rival, una Argentina capitaneada por Leo Messi, proclamado mejor jugador del torneo. A ninguno le pudo saber peor la derrota y es que, cuando uno escupe hacia arriba, las posibilidades de terminar con la cara babeada suelen ser elevadas.