
Copa del Rey
El Extremadura y el premio a tres años y medio de reconstrucción
El conjunto de Almendralejo recibe al Sevilla en un partido que va mucho más allá de la Copa: un club renacido, una ciudad en vilo y un vestuario decidido a demostrar que los sueños se pelean

El CD Extremadura, renacido desde las catacumbas del fútbol regional y hoy en Segunda RFEF, se mide al Sevilla (21:00) en la segunda ronda de la Copa del Rey y todo el club de Almendralejo vive el duelo como un premio a tres años y medio de reconstrucción acelerada.
El equipo cuenta con la dirección de Francisco Javier Diosdado en el banquillo. «Cisqui» habla del encuentro con una mezcla de orgullo y responsabilidad. «Para mí es una satisfacción plena, me siento un privilegiado y afortunado», confiesa. No lo dice sólo por enfrentarse a un Primera. Lo hace en su casa, donde se crió como futbolista y entrenador. En el Francisco de la Hera las gradas llenas de rostros conocidos. «La ciudad está repleta de alegría, se ve por las calles», resume el entrenador sobre el que será el primer argumento de su equipo para complicar la vida al Sevilla, que ayer conoció la sanción del cierre parcial por tres partidos del Sánchez Pizjuán después de lo vivido en el pasado derbi. «Cisqui» marca el tono puertas adentro: «La afición tiene que disfrutar y nosotros saldremos a sufrir, a correr y a competir». Sabe que el margen de éxito es pequeño, «digamos que un 10, un 15 o un 20 por ciento», pero con la solidaridad por bandera el Extremadura sueña.

En el centro del campo, una de esas voces que ordenan y contagian es la de Giovanni Zarfino. El uruguayo vuelve a vestir la camiseta azulgrana tras bajar dos categorías. Su objetivo es tan exigente como ambicioso: ascender y devolver al club al fútbol profesional. Zarfino ejerce de guía para los más jóvenes, muchos están ante la primera gran noche de sus carreras. «Les digo que acá te pueden salir bien o mal las cosas, pero lo que no podés hacer es no dejarlo todo dentro del campo», explica. Ese «dejarlo todo» es la manera de honrar a una afición y a una ciudad que siente como propias. «Vengo del exterior y me siento parte de acá. Cuando entramos al campo debemos ser el reflejo de nuestra gente: trabajo y humildad». Se reencontrará con viejos conocidos en el rival y con Matías Almeyda en el banquillo, «un fenómeno» con el que mantiene una relación cercana.

Desde los despachos, Pepe Reynolds, secretario del Consejo de administración, pone en perspectiva lo que está a punto de vivir el club. «Este proyecto se inicia hace sólo tres años y medio, desde la última categoría regional. Haber llegado ya a nuestro segundo duelo copero seguido contra un Primera es algo grandioso», explica. Para él, la clave del crecimiento se sostiene en tres pilares: una afición que nunca abandonó el fútbol pese a la liquidación vivida por el anterior club; una plantilla comprometida, que en gran medida ha ido subiendo de nivel a la vez que el Extremadura y una gestión ordenada que ha priorizado la estabilidad.
Los números dan la medida del fenómeno: más del 10 por ciento de la población censada es abonada y las entradas para el partido volaron en cuestión de horas. Económicamente, la cita es «un bálsamo» para un club humilde.
Un protagonista que vive en la memoria
En la previa se cocina también un componente emocional especial: el homenaje pendiente a José Antonio Reyes, cuya figura ya preside un mosaico en los muros exteriores del estadio. Sevilla y Extremadura, dos camisetas marcadas en su carrera, volverán a encontrarse bajo su recuerdo..

Cuando ruede el balón, nada de lo que se ha contado servirá si el equipo no es fiel a sí mismo. «Cisqui» lo tiene claro: «Se trata de juntar líneas, multiplicar ayudas, restarle tiempo de juego al Sevilla y atreverse a atacar en los momentos que toque». Zarfino pide que el Francisco de la Hera apriete como en las grandes tardes que ya vivió hace algunos años. Y Reynolds, desde la grada, agradece «a todos quienes han traído al club hasta aquí».
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