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La «Pulga» atómica

Los dos goles de Messi guiaron al Barcelona hacia una noche mágica

La Razón
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A Messi le acusan de autista porque parece que le cuesta relacionarse con la gente. El argentino es tímido y lo que más le gusta es la pelota, el resto es secundario –menos el pequeño Thiago, por supuesto–. Pero todo es una pose. La «Pulga» sabe con exactitud todo lo que sucede a su alrededor y lo que se dice de él. Y no se han escuchado cosas muy bonitas últimamente. Messi no ha estado acertado en las últimas semanas, eso es un hecho, pero dudar de un jugador al que algunos califican, a sus 25 años, como el mejor futbolista del planeta es cruzar una línea. Ayer respondió a todos y cada uno de sus críticos con una exhibición memorable (una más) que condujo al Barça, y a todo el barcelonismo, a un éxtasis total.

Messi se echó el equipo a la espalda, como se le exigía, y lideró la presión desde el primer minuto. No se había esforzado al máxima en las últimas citas, quizás reservándose para lo de ayer, que fue muy distinto. En cinco minutos ya había aportado más que en los 90 de San Siro. Una pared con Xavi en la frontal y el balón a la escuadra.

Antes del descanso, llegó el peor momento para el Barça, cuando M'Baye Niang, de 18 años, se quedó solo ante Valdés y se topó con el palo. El público se quedó mudo y Messi decidió animarles. No dejó ni que el balón saliera fuera. En la misma jugada, recibió de Iniesta, amagó a Mexes y gol. Media remontada era del argentino, el primero que felicitó a Villa tras el tercero y Alba, ya con fiesta total en el estadio. Messi es una «Pulga» atómica.