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El invitado sorpresa en la final del Mundial de Qatar: De repartir pizzas a repartir pases
La enfermedad de Rabiot puede llevar a Fofana a volver a compartir el centro del campo con Tchouaméni, su ex pareja en el Mónaco, en la final ante Argentina. Estuvo a punto de dejar el fútbol
El centro del campo de la Francia campeona del mundo en 2018, Kanté y Pogba, quedó roto por las lesiones para 2022, aunque Tchouaméni ya estaba tomando forma y apuntaba a titular. Faltaba por saber el acompañante y el experimentado Rabiot estaba siendo el habitual, con un relevo que tuvo que ser titular en la semifinal. Rabiot fue presa de la «gripe del camello» y ante Marruecos dejó su sitio a Youssouf Fofana, por lo que Deschamps recuperó a una pareja de centrocampistas que se conoce perfectamente. Ya compartieron equipo en un partido en la selección sub 20 y 79 más como jugadores del Mónaco durante dos cursos, hasta que Tchouaméni se fue al Real Madrid el pasado verano. “Aprendimos a jugar juntos sabiendo gestionar quién debe subir, quedarse... Tenemos una conexión, firmamos el mismo día por el Mónaco, somos casi de la misma generación, desde el principio estuvimos juntos en el hotel. Cuando juegas cada tres días al lado de alguien, desarrollas lazos”, explicó Tchouaméni.
Debutó en septiembre...
Para la final contra Argentina, Rabiot ha entrenado ya con el grupo, pero está por ver cómo se ha recuperado de la enfermedad. Por tanto el ex dúo del Mónaco podría volver a escena ante Messi y compañía, por tercera vez (antes, aparte de la citada de Marruecos, también contra Túnez, en la fase de grupos, sin nada en juego), con lo que Deschamps demuestra que Fofana no está en Qatar ni mucho menos de relleno. La primera vez que le convocó con la absoluta fue el pasado septiembre, a dos meses para el Mundial, para los últimos partidos de la Nations League. No faltó a la lista de 26 y en la gran cita ha tenido minutos en todos los encuentros menos en los cuartos ante Inglaterra.
Casi deja el fútbol...
Para Fofana, de alguna manera, es como cerrar un círculo porque no hace tanto tiempo estuvo cerca de dejar el fútbol. Del barrio, donde jugaba de niño en París, pasó a la academia de Clairefontaine, uno de los doce centros donde se reúne en Francia a los chicos más prometedores (chicos como Mbappé) para que puedan desarrollar su potencial. Era una gran oportunidad para un chaval que provenía de una familia humilde: su padre repartidor, su madre limpiaba casas, y en total eran siete hermanos. Pero de allí no salió con un equipo en el que seguir creciendo y tuvo que volver a casa en 2015. Se incorporó al Drancy, equipo amateur de los suburbios del noreste de París. Durante el Mundial ha reconocido que ese momento de volver a ser una persona normal fue duro porque sentía que había fracasado, que trabajó repartiendo pizzas para llegar a fin de mes, pero sin dejar de intentarlo con el fútbol. El paso por la academia sí le ayudó a entender lo que era ser profesional, el entrenamiento diario, la dedicación absoluta, pero no parecía que le fuera a llegar una nueva oportunidad. Soñaba incluso con ser bombero. En el Drancy jugó hasta que volvió a llamar la atención y entró en el juvenil del Estrasburgo en 2017. Ese tren ya no lo dejó escapar este centrocampista que aporta músculo y recuperación y después no se complica en el pase, y que tuvo como inspiración a un delantero, Drogba, marfileño, como parte de los orígenes de Fofana, que también los tiene de Malí. En un año ya había debutado en la Ligue1, la Primera francesa, y en 2020 fue fichado por el Mónaco.
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