Fútbol
Un heroico Sevilla resiste al Barcelona (1-1)
Los de Lopetegui se asientan en la segunda plaza gracias a un empate logrado en inferioridad numérica y en medio de una epidemia de lesionados
Uno no podía ganar y el otro no supo, así que empataron. Sevilla y Barcelona despidieron 2021 con una igualada que sabe mejor a los locales, todo el tramo final en inferioridad numérica y asolada su plantilla por las bajas, pues los asienta en la segunda plaza e impide el asalto de los culés a la zona Champions.
Resultó curioso que dos entrenadores a los que ha picado el bicho del ajedrez táctico resolvieran la primera parte con dos acciones de ese tiro al plato que es el balón parado. Aunque el Barcelona merodeaba más el área de Bono que el Sevilla la de Ter Stegen, apenas una galopada con gol de Rafa Mir anulado por un claro fuera de juego, fueron los locales quienes se adelantaros al cruzarse la media hora. Rakitic lanzó un córner raso al primer palo y Papu Gómez lo cruzó con el interior del pie al poste contrario. En la última jugada de la primera parte, Araujo despegó en el punto de penalti para empatar mediante un cabezazo soberbio. Presumen, con razón, los sevillistas de defensa de acero pero han encajado tres goles de saque de esquina en el último mes. Ante el Barcelona, con una defensa compuesta por cuatro centrales.
Consciente de que le iba a ser complicado resistir toda la segunda parte igual, Lopetegui ordenó subir la línea de presión tras el descanso. Incomodaba así a un Barcelona en el que sólo Gavi actuaba como pegamento entre la defensa y el ataque. El joven centrocampista batía líneas en conducción y la única ocasión culé la propiciaba una de sus cabalgadas. Conectó con Ez Abde, cuyo disparo se marchó muy alto.
Los sevillistas no generaban ocasiones, aunque sí se mostraban amenazantes. Esto no quiere decir nada, que conste, pero la dinámica del encuentro había cambiado... hasta que en el ecuador del segundo tiempo llegó la jugada crítica. Jordi Alba, perro viejo, fue a darle un toquecito al novel Koundé que se disponía a sacar de banda y el francés, inocente como el asa de un cubo, le tiró el balón a la cara. Más un gesto feo que una agresión, desde luego, pero suficiente para dejar a su equipo en inferioridad numérica.
En superioridad numérica, Xavi transmitía paciencia desde la banda mientras que Lopetegui sacaba a En-Nesyri, después de tres meses lesionado, para ver si cantaba bingo con una carrera. El cuarto de hora final era un puro asedio barcelonista: Gavi cabeceó fuera por poco, Dembelé se estrelló con el palo... Se mascaba el gol pero quedaban cinco minutos y seguían resistiendo los locales, que lanzaron a la batalla a dos debutantes, Juanlu y Valentino, para añadir brazos fuertes a la trinchera. Sufrió menos, paradójicamente, el Sevilla en los minutos postreros. Normal: Xavi había sacado a Luuk De Jong, el delantero que se marca solo.
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