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Fútbol

Valencia-Real Madrid, 25 años de guerra por Mijatovic: “Te decían: márchate a la capital”

Un peñista del club blanco en Valencia recuerda cómo era el ambiente después de que se pagarán más de 1.000 millones de pesetas por el futbolista

Raúl González y Pedja Mijatovic
Raúl González y Pedja Mijatoviclarazon

Hubo un día que Luis decidió que ya nunca más iba a volver a Mestalla a ver al Real Madrid. Su hijo, entonces, tenía 8 años y, vestido con la camiseta del equipo blanco, fue con él a la grada a animar a su equipo contra el Valencia. Han pasado más de veinte años y aún lo recuerda: «Hasta la gente mayor se metía con él por llevar esa camiseta». Con los hijos se toman decisiones tajantes. Ahora Luis va al campo del Levante, por ejemplo, pero al del Valencia sólo ha vuelto para ver jugar a la selección.

El tiempo ha disminuido el rencor, pero el olvido no ha llegado pese a que ya son 25 los años que han pasado desde aquel principio de julio cuando Mijatovic fue presentado por el Real Madrid. Era el mejor jugador del Valencia, un futbolista que marcaba las diferencias y que quería títulos. El Real Madrid puso 1.250 millones de pesetas después de haber firmado un precontrato con el futbolista. Lo hizo el invierno anterior y durante seis meses hubo una guerra absoluta entre el Valencia de Roig y el Madrid de Sanz. Hasta entonces eran dos clubes que se miraban con simpatía, que a veces se ayudaban y a veces discutían, pero la relación era cordial.

Pero durante esos seis meses, desde que Mijatovic firma hasta que es presentado, se abre una trinchera que aún no se ha cerrado: «Tuvimos que ponerle hasta seguridad a Pedja para acabar la temporada. Esto fue en diciembre y él venía en junio. Y la verdad es que tuvo un merito aguantar seis meses, le echó valor ahí Pedja», reconocía hace años Lorenzo Sanz. Porque es un tema del que se sigue hablando. « La salida del Valencia fue sólo por tener la posibilidad de ganar algún título», reconocía Mijatovic hace dos años. «Por el resto, lo tenía todo en Valencia. El cariño de la gente, me sentía muy a gusto. En Valencia se vive de maravilla... Lo tenía todo menos los títulos, por eso decidí marcharme, para tener la oportunidad de ganar títulos, que por suerte lo conseguí».

En Valencia no le perdonaron ni el irse ni la forma de decir adiós: «Lo único que cambiaría son las declaraciones que hice, diciendo un poco que no me voy a marchar y me voy a quedar, y al final me tuve que marchar, por eso yo creo que la gente se enfadó conmigo, nada más», continuaba el ex futbolista en el programa «Tribuna Deportiva».

En 2001, Luis decidió crear la peña madridista «El 10» en Valencia para ver los partidos del Real Madrid. Llevaba cinco años incómodo cuando iba a los bares porque ya no podía llevar la camiseta del equipo, porque no podía gritar los goles, porque el tema había dejado de ser futbolístico para ser extrañamente personal con todos los madridistas. En Valencia se consideró una alta traición de Mijatovic y un gesto de depredador del club blanco. «Yo les decía: ‘’Si os hemos dado 1.000 millones’'», cuenta Luis, «pero ellos me respondían que les habíamos engañado». Era una discusión constante y amarga. La peña llegó a tener 100 personas, madridistas que buscaban un lugar tranquilo y entre los suyos para ver los encuentros de su equipo. Si celebraban un gol, había abrazo y felicidad. Y nadie les decía: «Márchate a Madrid».

Luis se hizo del Real Madrid viendo partidos en blanco y negro en los bares de Zamora con su tío. Ocurre la mayoría de las veces: los equipos de fútbol no se eligen, llegan por afinidades afectivas o por recuerdos agradables o no se sabe muy bien por qué. Ahora jubilado, Luis viajó mucho por España, pero se instaló en Valencia, donde están sus hijos y su vida. Ha visto jugar a Alfredo di Stéfano, a Amancio y fue de los madridistas defensores de Velázquez, un centrocampista sensacional, «un Guti, pero más calmado», dice, un jugador al que parte del Bernabéu adoraba y otra parte no le podía no ver. Demasiada tranquilidad para una afición a la que le gusta la efervescencia. Le gustan ese tipo de futbolistas: Redondo, ahora Modric, «que es una pena que tenga 36 años». «Yo iba a Mestalla cuando ir al fútbol era barato, porque era un modo de ver fútbol de Primera», recuerda Luis.

Desde Valencia se vio al Madrid como el enemigo. Mijatovic era el futbolista que tenía que darles el salto de calidad. Era un club, además, que años después iba a pelear con los grandes, jugando dos finales de la Champions, una contra el Real Madrid. Posiblemente consideraban que si les quitaban a los mejores, iba a ser imposible crecer. Paco Roig era el presidente del Valencia y quiso presentar batalla en una guerra que tenía perdida porque el pago de la cláusula hacía imposible cualquier movimiento. Amenazó con tentar a los jugadores madridistas: «Un vicepresidente del Real Madrid metía en el bolsillo de Mijatovic el doble de lo que gana en el Valencia. Conozco todas las cláusulas de los jugadores del Madrid y Sanz se puede llevar una sorpresa», aseguraba. «Si he molestado a Roig lo siento, pero si se quiere llevar a alguno del Madrid, que lo intente. A ver si alguno quiere irse al Valencia», contestaba entonces Sanz, que ya tenía el fichaje atado.

«En la peña teníamos un señor de 80 años al que unos jóvenes, un día al salir a la calle después de una reunión y ver que era del Real Madrid, le empezaron a insultar. Yo tuve que salir a ver qué sucedía y a decir que le dejaran», recuerda Luis de aquellos años de máxima tensión entre los dos clubes.

Hay muchos aficionados jóvenes del Valencia y del Real Madri que no vieron jugar a Mijatovic y su recuerdo de aquel traspaso es ya de segunda mano, de lo que les han contado. Pero el fútbol se nutre, sobre todo, de las historias que van pasando de generación en generación y lo de Mijatovic sigue siendo un punto de inflexión. El Real Madrid sigue siendo un enemigo en Mestalla, pero en los últimos años el club valencianista ha estado demasiado ocupado en sus propias guerras internas como para pensar en el Real Madrid o en si se puede competir con él.

Todo se ha calmado: «Ahora somos unas 20 personas en la peña», asegura Luis. Las crisis económicas y la crisis actual provocado por el coronavirus han dejado huella. Una peña supone aportar una pequeñísima cantidad, pero es un gasto que se puede considerar superfluo en tiempos en los que hay que ser austero.

La llegada del Madrid a Mestalla, sin embargo, ya nunca será un partido más. Y con Bordalás al mando, en estas cuatro jornadas, el Valencia ha recuperado parte de la autoestima. Lleva los mismos puntos que el Real Madrid y, aunque es pronto, si le gana, le puede pasar en la clasificación. En el fútbol, además, las cuentas pendientes se renuevan cada temporada.

El miércoles pasado, antes de ir a la peña a ver el partido contra el Inter, Luis fue de compras. Hoy, claro, no va a ir a Mestalla, pero sí lo verá por la tele con sus compañeros. Jubilado y disfrutando de la vida, ve esta enemistad menguante con distancia. El próximo sábado unos turistas que llegan de Los Ángeles se les unirán en la peña para ver el choque del Real Madrid contra el Villarreal. Están de viaje por España y no quieren perderse el partido. Llamaron al Real Madrid y desde el club blanco le dijeron a Luis si podía acogerles para ver el choque y ver el fútbol con los que son de los suyos.