Tenis
El “vamos” de Carreño que se oyó en todo Tokio: elimina a Medvedev y luchará por las medallas
El español supera al número dos del mundo en un partidazo (6-2 y 7-6 [7/5) y se mete en semifinales de los Juegos de Tokio, donde se medirá al ruso Khachanov
En el Centro de Tenis de Ariake no hay público, pero sí hay ruido: el que hacen las cigarras estridulando bajo el calor abrasante. Por encima de ellas se escuchó un grito atronador, una palabra repetida tres veces: «Vamos». «Vamos». «Vamos». Y seguramente se oyera en todo Tokio. Pablo Carreño tenía motivos para decirlo tan alto, porque acababa de dar la gran sorpresa en el cuadro de tenis de los Juegos Olímpicos eliminando a Daniil Medvedev en los cuartos de final por un claro 6-2 y 7-6 (7/5). El jugador español, por tanto, está en plena lucha por las medallas y ante una oportunidad seguramente única para ir todavía más allá. Su rival en semifinales es un gran tenista, el ruso Khachanov (el viernes a las 08:00 de la mañana), pero no uno de los cabezas de serie, por lo que puede pasar de todo. Claro que cabeza de serie sí era Medvedev, ni más ni menos que el dos, y se ha ido ya para casa.
«Vine aquí a conseguir una medalla», dijo el jugador asturiano, que está mostrando mucho convencimiento en todo lo que hace pese a algunas dificultades extra. Al calor y la humedad se ha adaptado más o menos bien, pero su viaje a la capital de Japón ha sido frenético. A Wimbledon llegó después de haber sufrido un susto en la espalda la semana anterior. Se operó esa zona con 19 años y se la tiene que cuidar y proteger mucho, lo que no evita que de vez en cuando le pegue un latigazo. Perdió en primera ronda en la hierba de Londres y no quería ir a los Juegos con tanto tiempo sin jugar, de ahí que se marchara a Hamburgo para vivir una de las mejores semanas de su vida. Conquistó el torneo y casi sin descanso, a Tokio. Era cambiar de golpe de tierra a pista dura. «No es lo mejor, pero le cuesta menos ese cambio que al revés, de dura a tierra», explica Antonio Martínez Cascales, fundador de la JCFerrero-Equelite, la academia en la que entrena Pablo.
Su aclimatación a la superficie ya es plena. Medvedev lanzó una frase después del encuentro que se puede tomar como una alabanza, o como lo contrario. «No sé por qué no juega a ese nivel con más frecuencia», soltó el ruso. «Hoy simplemente fue mejor que yo», asumió también, para resumir lo que había pasado en la pista. La muralla que suele ser el número dos del mundo terminó derribada por un rival que rozó la perfección: fue inteligente tácticamente con los saques abiertos, resistente y ofensivo de forma equilibrada y resurgió cuando en el segundo set parecía que le entró un bajón. Antes, con las piernas frescas, el encuentro empezó duro de verdad, con intercambios eternos. Era una matanza, pero Pablo aceptó el reto del cuerpo a cuerpo contra un tenista que no regala nada. Parecía en su salsa Medvedev, pero le salió respondón el gijonés para hacer un break en el sexto juego, ponerse 4-2 y volar hasta el triunfo parcial por 6-2.
Entonces, Medvedev empezó a jugar el «otro tenis». Se fue al vestuario a cambiarse y tardó un mundo. Lo aprovechó además para tomar aliento, porque llevaba un rato con la boca abierta, buscando oxígeno. Se enfadó Carreño, se despistó y el ruso logró ventaja pronto en el segundo set. No se dejó ir Pablo y cuando el partido parecía encaminado al tercer parcial, llegó la reacción para forzar un tie break emocionantísimo: 3-0 para el español, la tozudez y el tenis de su rival para llegar al 3-3; otro tirón del gijonés para ponerse 5-3, el acoso de Daniil para el 5-5 y la primera pelota de partido. Un revés a la red de Medvedev confirmó la sorpresa. Carreño ya podía gritar tranquilo por encima de las cigarras.
Djokovic, a dos pasos de seguir haciendo historia
Novak Djokovic ha acudido a los Juegos de Tokio con la misión de conquistar el oro y seguir con su histórico desafío, y ya está a dos pasos. El japonés Kei Nishikori, ídolo local, aunque no hubiera público para animarlo, apenas le hizo cosquillas y sucumbió sin remedio por 6-2 y 6-0. En la próxima ronda, el número uno del mundo tendrá a su oponente más peligroso hasta el momento, el alemán Alexander Zverev, verdugo del francés Chardy (6-4 y 6-1). Djokovic ya tiene una medalla olímpica, el bronce de Pekín 2008, que logró tras perder en una semifinal épica con Nadal y superar a James Blake en la lucha por el tercer puesto. Lo que busca en Tokio es la eternidad, además del oro: ya ha conquistado el Open de Australia, Roland Garros y Wimbledon, y le faltan los Juegos y el US Open para el año perfecto.
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