Superación
El río que le dio el oro y trajo la ruina a Ricarda Funk
La campeona olímpica que consigue la primera medalla para el país en Japón, es originaria de una de las localidades más devastadas por las inundaciones
La palista alemana Ricarda Funk veía sus sueños hechos realidad este martes, cuando conseguía la ansiada medalla de oro en el título de eslalon de kayak femenino, venciendo a la española Maialen Chourraut y a la favorita, la australiana Jessica Fox. La gloria le llega a Funk en un momento especialmente duro de su carrera. Mientras ella se afanaba en luchar contra las aguas revueltas que le llevaron a la victoria, sus vecinos del pueblo de Bad-Neuenahr, ayudados por cientos de voluntarios de todo el país y por el ejército y los especialistas del servicio de protección ciudadana de ayuda técnica ante catástrofes, aún andan quitando lodo y escombros tras la trágica riada de hace dos semanas.
Funk, que no había conseguido clasificarse para las Olimpiadas de 2016, tuvo una actuación estelar en Tokio, una cita que aseguraba «no sabía si iba a tener lugar» por la pandemia y para la que asegura que se había preparado toda su vida. Según ella, el primer pensamiento que tuvo al ser consciente de que era la vencedora fue para con su ciudad. «Lloré varias veces», explicaba, mientras le llegaban las imágenes de la catástrofe de las inundaciones que asolaron el suroeste alemán. «Me duele ver mi ciudad así», explicaba la joven deportista que se mudó hace tiempo a Augsburg para continuar su carrera deportiva y completar una carrera en Ciencias de la Comunicación. Quiso mandar un mensaje de apoyo a sus vecinos: «Todo lo que puedo decir es que los vecinos de Ahrweiler son fuertes y que saldremos de ésta». Quiso mandar «amor, fuerza y sobre todo esperanza a mi hogar».
La joven de 29 años y 53 kilos de peso, un peso más bien bajo para su especialidad, explicaba a la televisión pública ZDF que su familia había jugado un papel fundamental para poder conseguir el triunfo: «Mi padre me entrenó durante años» y empezó en la disciplina muy joven, con tan solo cinco años. Su liviano peso le permite moverse «como si bailara en el agua, cuando surfeo una ola y hago una vuelta hacia atrás». Movimientos que aprendió en el río Ahr, que le dio el oro y que ahora trajo la ruina a su pueblo natal tras desbordarse. El martes todos los puentes que unían las dos partes de la localidad, atravesada por el afluente del Rin, aun estaban destrozados y la ciudad construye a marchas forzadas cinco pasos provisorios. Varias casas fueron completamente destruidas por el agua. Su club ha comenzado a recaudar donaciones para las víctimas de las inundaciones, que aún no han recibido las ayudas inmediatas prometidas.
La joven deportista ha tenido que reponerse a otras adversidades de la vida: en las Olimpiadas de Río de Janeiro falleció su entrenador en un accidente de tráfico. Medio llorando explicaba en directo a la televisión alemana que «mi entrenador del alma ha venido conmigo aquí y me ha acompañado todo el tiempo... Todavía sigo pidiéndole consejos en mi interior». También en las últimas competiciones mundiales de su disciplina resultó segunda y tercera en la categoría individual. Su victoria es la de la lucha contra la adversidad. La competición en Tokio tampoco fue fácil. La eslovaca Eliška Mintálová, que era una de las favoritas, tuvo un error y quedó en penúltimo lugar. Pero la campeona mundial Jessica Fox estuvo a punto de arrebatarle el título. En uno de último de los obstáculos se decidió su destino y el himno alemán sonó por primera vez en Tokio 2020.
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