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Hípica
Kincsem, la yegua que nunca perdió
La considerada mejor yegua de carreras de la historia ganó 54 carreras seguidas

El nombre más legendario en la historia del turf corresponde a una yegua húngara nacida en 1874. "Kincsem" es considerada la mejor yegua de carreras que ha existido jamás con 54 victorias en otras tantas citas. Su trayectoria no admite matices. Nunca fue derrotada.
Su carrera comenzó a los dos años con una temporada perfecta: diez salidas y diez victorias. Seis de ellas fueron en Alemania y cuatro en Austria, algo poco habitual para una yegua húngara en un momento en el que el turf europeo estaba dominado por Inglaterra y Francia. Su propietario, Blaskovich Béla, no se conformó con competir a nivel local. "Kincsem" respondió en cada prueba, al margen de la distancia o el terreno. Ni la climatología, ni el viaje, ni el nivel de los rivales cambiaron el resultado.
Su carácter era tan particular como su historia deportiva. Los cuidadores contaban que no probaba la comida si no estaba cerca el gato que la acompañaba en todas las competiciones. Viajaba con él en trenes, barcos y carruajes, y nadie discutía esa condición porque el resultado en la pista justificaba cualquier rareza. "Kincsem" tenía fama de temperamental, pero el público que la veía correr hablaba más de la sensación de ligereza con la que se movía en los finales. No parecía que rematara, simplemente se alejaba, como si el esfuerzo fuera menor que el del resto.
En 1878 logró el triunfo que terminó de consolidar su leyenda: ganó la Goodwood Cup en Inglaterra frente a los mejores caballos británicos del momento. Era una prueba de prestigio, en territorio inglés y con las cuadras locales preparadas para impedir que un caballo extranjero destacara en sus carreras. "Kincsem" ganó con autoridad, no tuvo rival en la recta final. Aquella victoria la convirtió en una referencia más allá de Hungría. Dejó de ser la yegua invencible centroeuropea para convertirse en una amenaza para cualquier cuadra del continente. Cuando el mundo del turf entendió que no había manera de derrotarla, comenzó la pregunta que aún hoy se repite: ¿hasta dónde habría llegado con rivales modernos, entrenamiento actual y preparación contemporánea?
Algunos se acercaron durante un tiempo, pero siempre llegó una derrota en la recta final de su carrera, un mal día, un mal apoyo o una mala salida que rompió la estadística. A "Kincsem" nunca le ocurrió. Saltó generaciones, cambios en el turf, nuevas sangres y nuevas metodologías de entrenamiento, y su récord sigue intacto.
La yegua murió cuando tenía sólo trece años y su propietario la enterró en la finca familiar, en Tápiószentmárton. Más de un siglo después, Hungría sigue recordándola como la yegua más importante de su historia. Tiene una estatua en el Parque Municipal de Budapest y otra en la localidad donde creció. El hipódromo nacional también lleva su nombre, y no existe aficionado al turf en el país que no conozca su historia. La cultura popular la ha mantenido viva con libros, cuadros y adaptaciones cinematográficas.
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