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Las claves en la mejoría de Nadal antes de Roland Garros

La victoria en Roma, y ante Djokovic, supone el empujón tenístico y moral que el balear necesitaba para buscar desde el domingo su duodécimo título en París

Nadal, tras su triunfo en Roma
Nadal, tras su triunfo en Romalarazon

La victoria en Roma, y ante Djokovic, supone el empujón tenístico y moral que el balear necesitaba para buscar desde el domingo su duodécimo título en París

Nadal ganó en Roma y el error sería pensar que va a ganar seguro en París... Cuidado. Al tenista balear le pasa como a los grandes clubes de fútbol como el Barcelona o el Real Madrid, que no suele haber término medio con ellos y se juzga la parte por el todo. Messi puede pasar de llevar un año increíble, de ser Dios, un lunes, a ser un fracasado dos días después por la estrepitosa derrota en Liverpool. Benzema es el «9» que necesita el Madrid cuando marca dos goles, pero si la semana siguiente el equipo se queda a cero, el problema es que falta gol. Nadal puede pasar de estar perdido por no ser capaz de ganar un torneo en tierra a ser considerado ya como ganador de su duodécimo Roland Garros porque ha vencido en Roma. La realidad es que en caso de haber perdido con Djokovic también hubiera sido el hombre a batir en Francia porque en catorce participaciones allí sólo ha sufrido dos derrotas, más otra vez que se retiró lesionado.

Pero el camino hasta hacer todavía más historia es largo y el triunfo de Nadal ante Djokovic por supuesto que no garantiza nada en París, pero sí ayuda. No sólo por ganar (el golpe de moral, la recuperación de la desconfianza; la mente, en definitiva), también por el cómo (el tenis que desplegó) y por el a quién (Djokovic). Lo cierto es que el número dos del mundo ha ido mejorando sus actuaciones según avanzaban los torneos de tierra batida, su hábitat natural. Esta vez le ha costado más volver tras las múltiples lesiones y parones del último año y medio. En Montecarlo su debut contra Bautista fue un espejismo. No jugó bien y Fognini lo pasó por encima en semifinales. Mejoró en Barcelona, todavía sin llegar a un nivel de notable, y perdió contra un gran tenista como Thiem sin hacer un partido desastroso. Simplemente su rival fue mejor. En Madrid siguió el crecimiento, la puesta a punto, con partidos destacados como el de Wawrinka y una derrota ante Tsitsipas en un duelo en el que ya estaba rozando el notable, que perdió, pero que también pudo ganar. Y en Roma ha tenido la decisión que le faltó en la capital de España, que es el paso siguiente para llegar a obtener una nota alta. Especialmente en semifinales y en la final, contra Djokovic, se vio al Nadal dominador sobre tierra batida, agresivo, yendo a por los puntos y a por el partido y jugando profundo con su golpe de derecha, que a veces, cuando está con dudas, se le engancha y se le queda demasiado corto.

El aumento de moral al superar a Djokovic es doble, porque el serbio es el antídoto perfecto contra Rafa. El plan habitual del español es castigar el revés del rival, acorralarlo en esa zona hasta que deje una bola corta y entonces pasar al ataque. Pero el revés del serbio puede aguantar el intercambio, por eso había que buscar alternativas, y Nadal lo hizo y recurrió a la estrategia: no repetirle tanto con su derecha al revés e intentar cambiar las direcciones con los golpes paralelos. Cuando la derecha paralela del zurdo funciona, es que está bien. Tampoco se acobardó Rafa con su revés, con el que apretó y tiró cuando Djokovic buscaba hacerle daño por ahí. Cuando no había opciones, le tiraba bolas neutraas al centro para evitar que en el juego cruzado Nole le abriera demasiados ángulos, buscó pelotas altas, restó perfecto para pasar al contraataque... Nadal sacó de sitio a Djokovic, pero, ojo, el serbio tampoco tuvo su mejor día, con más fallos de los habituales y algo bajo de energía después de los exigentes duelos de cuartos de final y semifinales, contra Del Potro y Schwartzman, respectivamente.

El número uno del mundo será mejor en París, cita que tiene entre ceja y ceja, ya que si vence habrá logrado ganar todos los Grand Slams seguidos. Nadal es el favorito en París, sí, pero el camino es largo y además de Djokovic también hay que contar con rivales como Tsitsipas, Thiem o Schwartzman, y habrá que esperar al sorteo del cuadro. En Roland Garros, como le ha pasado esta temporada en los torneos de tierra, suele ir de menos a más. Los cinco sets son una garantía para él: sólo ha perdido dos partidos al mejor de cinco sets sobre su superficie favorita.