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Fútbol

Lucas Vázquez: fidelidad, entrega y un adiós de corazón blanco

El lateral pone punto y final a su etapa madridista

Lucas Vázquez encarna como pocos la figura del futbolista silencioso, leal y polivalente que todo gran club necesita. Formado en la cantera del Real Madrid, el gallego debutó con el primer equipo en 2015 bajo las órdenes de Rafa Benítez, y desde entonces se convirtió en un jugador indispensable para todos los entrenadores que pasaron por el banquillo merengue. Su capacidad para adaptarse a distintas posiciones —como extremo, carrilero o lateral derecho— le permitió alargar su ciclo en la élite y convertirse en una pieza clave del engranaje madridista durante una década.

A lo largo de 10 temporadas con el primer equipo, Lucas disputó más de 400 partidos oficiales, anotó 33 goles y repartió casi 60 asistencias. Más allá de las estadísticas, su legado está marcado por su compromiso inquebrantable, su capacidad para aparecer en los momentos difíciles y su entrega sin condiciones. Fue titular en finales, suplente de lujo y siempre aceptó su rol con profesionalismo, sin un solo gesto fuera de lugar. Su actuación en la tanda de penaltis de la final de Champions de 2016 en Milán —cuando lanzó el primer disparo con una tranquilidad escalofriante— es una imagen que define su carácter.

Lucas se marcha del Real Madrid con 23 títulos en su palmarés: cinco Champions League, cuatro Ligas, una Copa del Rey, cuatro Supercopas de España, cuatro Mundiales de Clubes y cinco Supercopas de Europa. Una cifra al alcance de muy pocos, y aún más meritoria tratándose de un jugador que forjó su sitio a base de esfuerzo, sin el cartel de estrella.

Su despedida, oficializada el 16 de julio de 2025, llegó acompañada de un mensaje que refleja la profundidad de su vínculo con el club blanco. A través de sus redes sociales, escribió: "Me voy del Real Madrid, pero el Real Madrid nunca se irá de mí. Allí donde vaya diré con orgullo que tuve el honor de jugar en el mejor equipo del mundo… ¡Hala Madrid y nada más!".

Una frase sencilla pero poderosa, con la que selló una relación forjada en la humildad y el orgullo de pertenencia. Lucas Vázquez no se va solo como un futbolista exitoso, sino como un símbolo de lo que representa vestir la camiseta blanca con respeto y pasión.

Su historia en el Real Madrid no será contada por gestos grandilocuentes ni por cifras récord, sino por esa constancia silenciosa que define a los imprescindibles. Se va un jugador ejemplar. Se queda un madridista eterno.