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Muere Alfredo Di Stefano, una leyenda del fútbol mundial

Alfredo Di Stéfano deja huérfana a la pelota. Murió ayer, a los 88 años, tras sufrir el sábado una parada cardiorrespiratoria.. Ha sido el mejor futbolista de la historia, el hombre que convirtió al Madrid en el club más importante del mundo

Alfredo di Stefano, con las cinco Copas de Europa que ganó con el Real Madrid.
Alfredo di Stefano, con las cinco Copas de Europa que ganó con el Real Madrid.larazon

Murió ayer, a los 88 años, tras sufrir el sábado una parada cardiorrespiratoria. Ha sido el mejor futbolista de la historia, el hombre que convirtió al Madrid en el club más importante del mundo

Editorial y artículos de: Josep Pedrerol, Julián Redondo, Inocencio Arias, Ramón Tamames, Miguel Ors, Jorge D'Alessandro, Paco Buyo, Quique Sánchez Flores, Martín Vázquez, José Emilio Santamaría, Pachín, Lucas Haurie, Isacio Calleja y Diego Gándara

En un foro de internet, un usuario escribía que sentía la muerte de Di Stéfano, pese a que no le gustaba el fútbol porque gracias a él, su padre, emigrante español en los años 50, se sintió más cerca de España cuando estaba a tanta distancia. Internet, nada más lejos de Di Stéfano, sintió la muerte del mejor jugador de la historia. Eso es el fútbol. Ayer el Madrid, el fútbol y el todo mundo lamentaron que ni el corazón ni su cabeza aguantaran más. Don Alfredo es una leyenda del fútbol. Ayer murió a los 88 años después sufrir una parada cardiorrespiratoria el pasado sábado y ser atendido por el Samur, durante 18 minutos en una calle de la capital. Ingresó en el Hospital Gregorio Marañón, donde le aplicaron el protocolo para estos casos: le indujeron el coma y le bajaron la temperatura del cuerpo mientras estaba sedado durante 48 horas. Ayer se cumplieron y cuando se terminó la sedación el cuerpo de Di Stéfano dijo basta. No daba para más. El hombre que cambió el fútbol, el jugador que hizo grande al Real Madrid, se despidió para siempre.

Cuando llegó, en 1953, el equipo blanco había ganado dos Ligas; el Barcelona, seis; el Atlético, cuatro; el Athletic, otras cuatro. El Madrid era un equipo más entre todos ellos. A veces ganaba, a veces, no. Cuando Alfredo se marchó, once años después, con la Copa de Europa ya inventada, había convertido al equipo y, por tanto, al club, en una de las instituciones más importantes del planeta y, seguro, la más importante del mundo del fútbol del siglo XX, según la FIFA.

Di Stéfano protagonizó la gran pelea entre el Madrid y el Barcelona. La batalla más decisiva porque los dos clubes decían que le habían fichado. Uno había firmado con el Millonarios, su equipo en Colombia; otro, con el River argentino, el conjunto al que iba a volver. Intervino un mediador y en una decisión salomónica determinó que tenía que jugar dos temporadas en cada uno de ellos. Empezó con el Real Madrid y a los pocos encuentros, el Barcelona renunció a contar con él cuando le tocaba. Nunca un fichaje ni una renuncia cambiarían tanto la historia. Di Stéfano alcanzaría la eternidad con el Real Madrid.

Aunque el Bernabéu ya le había visto en un encuentro con el Millonarios, lo que ocurrió a partir del 27 de septiembre de 1953, el día de su debut, era inimaginable. Nunca se había visto un futbolista de este tipo. Ocupaba todo el campo, era incansable y tenía un amor al fútbol que nunca se le agotó. Desde el principio dejó claro que era un jugador distinto, que llegaba para marcar una época. Esa temporada, el Madrid se llevó la Liga y Di Stéfano marcó 27 goles en 28 partidos. «Una pelota no se mueve por ella misma. La tenemos que mover nosotros. También el fútbol tiene algo de arte. Todo lo que hacemos con los pies, lo hemos de hacer antes con la cabeza», aseguraba en una entrevista al escritor César González Ruano. Volvió a ganar la Liga el año siguiente y en 1956, la primera Copa de Europa, el comienzo de la gran historia.

Era el jugador orquesta de una plantilla irrepetible. Coincidió con Gento, el extremo que rompía todas las defensas, y luego al equipo fueron llegando grandes jugadores, algunos como Kopa no fructificaron; otros, como el húngaro Puskas, que llegó gordo y pidiendo que le pusieron la pelota en el pie y no un metro más allá, redondearon los años mágicos. Di Stéfano y Puskas marcaron los 7 tantos del 7-3 de la final de la quinta Copa de Europa, frente al Eintracht. Di Stéfano era famoso. En Caracas fue secuestrado menos de un par de días.

Los que habitaron en aquel vestuario reconocen que eran un grupo de amigos, que quedaban después y que se siguieron viendo con el paso de los años. Di Stéfano tenía un carácter fuerte, que se relajaba cuando se encontraba entre amigos. No era de los que más hablaban fuera del campo, aunque sí dentro, donde no dejaba a nadie en paz hasta conseguir su objetivo. Hizo 308 goles en 396 partidos oficiales y se despidió tras perder la final de la Copa de Europa contra el Inter. No fue la mejor manera, pero, tras jugar en el Espanyol volvió para un homenaje y comenzó la carrera como entrenador. No podía abandonar el fútbol hasta el final. Hasta ayer.

Lo primero que hizo Florentino Pérez al llegar a la presidencia del Real Madrid fue nombrar a Alfredo di Stéfano presidente de honor. El Madrid le debía ése puesto a su hombre, junto a Bernabéu, más importante. Desde esa posición, Don Alfredo asistió a la presentación de los grandes futbolistas que han llegado. Y todos le dieron un abrazo: desde Zidane hasta Cristiano Ronaldo, que se presentó en el estadio madridista junto a Di Stéfano y a Eusebio, el mito portugués.