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Hípica

La nueva vida de los caballos jubilados en Málaga

Los animales en los carruajes turísticos han dejado de formar parte del paisaje habitual en la capital de la Costa del Sol

Un coche de caballos en Málaga el año pasado Jorge ZapataEFE

Durante décadas, los caballos de los carruajes turísticos formaron parte del paisaje habitual de Málaga. Recorrían el centro histórico bajo el sol, entre el tráfico y las avenidas concurridas convirtiéndose en una imagen reconocible para los visitantes. Su retirada, adelantada por el ayuntamiento, ha abierto una nueva etapa para estos animales marcada por el traslado al campo y por la búsqueda de un final de vida digno tras años de trabajo continuado. El pasado 6 de octubre fue cuando el Ayuntamiento hizo efectiva la revocación de las últimas 25 licencias de coches de caballos

La medida aceleró un proceso que originalmente estaba previsto para dentro de una década. Los cocheros recibieron indemnizaciones y los carruajes dejaron de circular por la ciudad. Sin embargo, la situación de los caballos quedó en un punto delicado. Muchos eran animales mayores, con un desgaste físico notorio y un historial de trabajo prolongado, lo que generó preocupación sobre su futuro inmediato y el riesgo de que acabasen vendidos sin control o enviados al matadero.

Ante esta situación, varios refugios y asociaciones de bienestar animal actuaron con rapidez. Uno de los centros más activos ha sido una instalación a las afueras de Antequera, que asumió el cuidado de dieciséis caballos procedentes de los carruajes malagueños. La responsable del refugio, antigua amazona profesional, explicó que el objetivo principal era garantizar que estos equinos tuvieran la posibilidad de completar su vida en condiciones adecuadas, lejos del asfalto y del trabajo intensivo.

El cambio de entorno ha sido significativo. Caballos acostumbrados al ruido urbano, al contacto constante con personas y a jornadas largas, ahora se encuentran en amplios paddocks, rodeados de vegetación y con una rutina muy diferente. Algunos han llegado con problemas articulares severos, otros con signos de estrés acumulado o escasa socialización con otros équidos debido a años de trabajo individual. Los veterinarios y mozos han tenido que planificar procesos de rehabilitación para su adaptación al nuevo entorno.

Cada caballo presenta un perfil diferente. Entre los recién llegados hay animales que llevaban casi veinte años tirando del mismo carruaje, otros que reaccionan con sobresalto ante ruidos fuertes por la memoria condicionada del tráfico urbano y algunos que arrastran desgaste en extremidades y cascos. En todos los casos, el cambio del asfalto al terreno natural supone una mejora en su calidad de vida y un descenso claro del nivel de exigencia física. El paso del trabajo diario al descanso ha permitido observar avances notables en movilidad, comportamiento y estado general.

Este proceso de retirada ha abierto un debate en el sector ecuestre sobre la gestión del caballo en su última etapa. La vida útil de un animal de trabajo no siempre coincide con su capacidad para disfrutar de una jubilación adecuada y el caso de Málaga pone de relieve la importancia de planificar este momento con responsabilidad. El bienestar del caballo no termina cuando deja de generar rendimiento; continúa en forma de cuidados, seguimiento veterinario y un entorno que respete sus necesidades básicas.

En distintos centros ecuestres y escuelas de equitación se observa que los caballos mayores pueden seguir teniendo utilidad en programas de bajo impacto, como la equinoterapia, la iniciación a la monta o actividades asistidas. Algunos de los equinos retirados de Málaga se están evaluando para integrarse en este tipo de programas en fases posteriores, una vez completado su periodo de adaptación. Otros permanecerán en régimen de retiro total, atendidos de manera permanente.

La retirada de los carruajes también plantea un reto a medio plazo: asegurar que todos los caballos afectados puedan acceder a un destino responsable. La capacidad de los refugios es limitada y la continuidad de estos proyectos depende en gran parte de donaciones privadas y de la colaboración con entidades locales. El modelo aplicado en Málaga podría servir de referencia para futuras decisiones similares en otras ciudades, siempre que cuenten con estructuras de apoyo suficientes para evitar abandonos o ventas indeseadas.

La experiencia de estos caballos retirados refleja una realidad que a menudo queda fuera del foco público: la vida del caballo de trabajo más allá de su función inicial. Su traslado al campo y su rehabilitación muestran que, con una gestión adecuada, es posible ofrecer una etapa final estable y segura a animales que han pasado años en actividad constante. La retirada no tiene por qué implicar marginación ni abandono, sino un cierre de ciclo que respete el bienestar del caballo y acomode sus limitaciones.