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Medvedev da a Rusia su tercera Copa Davis

Rusia gana a Croacia y conquista la Copa Davis de la mano de su líder, Daniil Medvedev, un hombre tranquilo fuera de la pista y retador dentro que ya desafía a Nadal y Djokovic

Tarpischev, el capitán de Rusia, y Medvedev, Rublev, Donskoy, Khachanov y Karatsev, los campeones de la Copa Davis
Tarpischev, el capitán de Rusia, y Medvedev, Rublev, Donskoy, Khachanov y Karatsev, los campeones de la Copa DavisJesus G. FeriaLa razon

«Daniil es un tío muy agradable en el plano corto, pero en la pista se transforma, es un asesino, un killer, y tiene ese carácter excéntrico, desafiante, le gusta el choque...»

Así define Pepe Vendrell, el entrenador de Roberto Bautista, a Medvedev, con el que convivió la cuarentena de quince días obligada en Australia a principios de año. Se hicieron «parejas» y el tenista español y su equipo compartieron entrenamientos y conversaciones con el moscovita durante dos semanas. Ahí empezó un curso en el que el ruso llegó a la final de ese primer Grand Slam y que ha terminado por todo lo alto: ganando el US Open y conquistando la Copa Davis al superar en la final a Croacia por la vía rápida e imponiendo la lógica. Medvedev, el número dos del mundo, completó el trabajo ante Cilic (7-6 [9/7] y 6-2) que había empezado Rublev, el quinto mejor jugador del circuito, ante Gojo (6-4 y 7-6 [7/5]). El dobles ya no importaba.

El carácter desafiante del que habla Vendrell lo ha conocido el público que llenó de colorido el Madrid Arena en esta Copa Davis, pese a la derrota de España en la fase de grupos. En las semifinales contra Alemania, Daniil escuchó silbidos y los clásicos «Vamos, Rafa» que se oyen en el Mutua Madrid Open y, en realidad, en todo el mundo. Le querían picar (?), pero de poco sirvió porque ganó e hizo el gesto de pisar fuerte como retando: «Aquí estoy»; y sonrió antes de asegurar, aunque apenas se podía escuchar por la reprimenda de la grada: «Lo dije en 2019, si quieren que pierda me deben animar, porque si no voy a derrotar tanto al rival como a ellos». Tiene gracia hasta para sacar la chulería, por mucho que en la pista a veces parezca de hielo.

En la final el recibimiento fueron sobre todo aplausos y algún pitido entremezclado que en realidad quedó casi mudo. Sí montó bulla la afición croata. Lo que hacen unos buenos platillos: no eran muchos seguidores, pero parecía que había venido todo el país a Madrid por el ruido que hacían, acompañado de un grito que a oídos de alguien que no sabe nada de croata sonaba algo parecido a «libertad, libertad». No fue suficiente todo ese apoyo. Cilic plantó cara, es un campeón de Grand Slam (US Open 2014, y finalista en Wimbledon 2017 y Australia 2018), e intentó liar a su oponente con el golpe cortado, cambiando la velocidad, o acelerando con su derecha (14 ganadores con ella). Tuvo que correr mucho Medvedev, pero tampoco eso es un problema para él. Y con 4-2 abajo en el tie break del primer set, el ruso logró dos primeros saques para volver a la igualdad y llevarse el parcial con un punto final de resistencia, forzando que su oponente tirara fuera un revés. Las buenas prestaciones de Cilic ya fueron a menos.

El líder ruso cerró el torneo sin ceder un set y tras el último punto no hubo celebración, algo que ya forma parte de su personaje. Se abrazó con el capitán Tarpischev, saludó a todos los rivales de forma deportiva y luego hizo las «paces» con el público. No estuvo juguetón y no buscó la provocación esta vez: «Gracias por haberme apoyado hoy», afirmó. Rusia cumplió con lo que todos esperaban desde el principio: era la favorita para llevarse la Copa Davis (la tercera en su historia, tras las de 2002 y 2006) y confirmar así que es un equipo que tiene pinta de ganar unas cuantas más, campeones también de la Copa ATP en este 2021.

«Daniil es un personaje especial. Es un genio, porque es un tío muy inteligente y la cabeza le va muy rápida. A nivel intelectual es muy listo. Hablando con el entrenador, con Gilles Cervara, me contaba historias que demuestran que mentalmente es un privilegiado. Yo creo que luego en pista se ve reflejado en cómo ha evolucionado, cómo ha crecido, y su capacidad para atacar grandes objetivos; cómo está respondiendo a la presión, a las obligaciones...», sigue Pepe Vendrell. Medvedev, 25 años, ya ha dado el salto: no es que sólo pueda competir con los Nadal, Djokovic y Federer, es que está a su altura y en cada torneo va a partir como uno de los hombres a batir. El técnico de Bautista también describe a la persona: «Para nada va de estrella. Cuando está por el circuito no da la sensación de ir por encima o mirar por encima del hombro. Es un tío muy equilibrado y muy familiar, porque también viaja con su mujer desde hace años ya. Es un tío muy normal». Luego, el tenista, te «mata». Y lo hace como si no costara, como si fuera fácil, y con una sonrisa en la cara.