Wimbledon

Destronada Garbiñe

La campeona del año pasado en Wimbledon se despide en segunda ronda tras ganar el primer set y sumar sólo tres juegos en las dos mangas siguientes.

La tenista española Garbiñe Muguruza tras peder ante la belga Alison Van Uytvanck. EFE/Gerry Penny
La tenista española Garbiñe Muguruza tras peder ante la belga Alison Van Uytvanck. EFE/Gerry Pennylarazon

La campeona del año pasado en Wimbledon se despide en segunda ronda tras ganar el primer set y sumar sólo tres juegos en las dos mangas siguientes.

Todos los fantasmas se le aparecieron de golpe a Garbiñe en Wimbledon. El lado oscuro de la española se hizo presente en la hierba londinense para bajarla de su trono ya en el segundo partido. La reina vigente se volvió a estrellar (5-7, 6-2 y 6-1) con una rival desconocida en un día en el que nadie, ni ella lo esperaba. Muguruza es así, es cierto, capaz de ganar un Grand Slam y al poco tiempo parecer una aprendiz ante cualquier enemiga. Está dispuesta a convivir con su irregularidad, «no pasa nada», repite, pero el resto lo aprovecha para sorprenderla en cuanto ven el primer signo de debilidad. Si las cosas van bien, la española vuela sobre cualquier superficie y abruma a cualquiera. Si el gesto se le tuerce y empieza a dudar, la que está delante se convierte en la mejor del mundo.

Los guiones de sus derrotas inesperadas son muy parecidos. Ella se va arrugando y al otro lado de la red aparecen las mejores virtudes de la otra jugadora. Ayer le tocó a la belga Alison van Uytvanck, que nunca había accedido a la tercera ronda del torneo y ahora sí que va a poder saber lo que se siente. «Estaba que me moría por dentro cuando saqué para ganar el partido», reconocía todavía nerviosa tras la hazaña. Quién lo iba a decir cuando Garbiñe se impuso en el primer set superando algún que otro bache y alcanzando un 7-5 que parecía asegurar su avance en Wimbledon.

Había tenido el debut soñado, con un partido plácido y abriendo la pista central el primer martes del campeonato. De blanco inmaculado y entre el olor de la hierba recién estrenada. Una de las catedrales rendía pleitesía a una grandísima jugadora, campeona y finalista allí y a la que se esperaba en rondas más avanzadas en este 2018. Al menos en semifinales como en Roland Garros, a donde llegó firme antes de caer ante Simona Halep, después ganadora en París. Pero nada de eso. Como sucedió en Australia, en el Gran Slam que abría la temporada, la segunda ronda fue su tope, demasiado poco para una campeona de su calibre.

Ayer se puso por delante y justo ahí dejó de creer en sus posibilidades. Todo lo contrario que Van Uytvanck, que nunca había ganado a una de las diez mejores del ranking. «Sabía que tenía tenis para hacerlo, pero no conseguía sacarlo en los partidos. Hoy (por ayer) lo hice», se felicitaba. Tres juegos ganó la española en las dos últimas mangas, sacada de la pista por la fe de su rival. No cometió Garbiñe demasiados errores no forzados (23), el problema fue más que no pudo responder a los palos que le venían desde el otro lado. Ella es la que está acostumbrada a acribillar a las rivales, pero fue al revés ayer. La belga, número 47 del mundo firmó 29 golpes ganadores y ya avisó en la primera manga. Se puso un «break» arriba ante el que Muguruza respondió con seguridad dentro de los nervios que ya se intuían. Sin estar cómoda, la garra le había sacado del apuro.

Un carácter que no mostró en lo que vino después, porque todo fue ya una cuesta abajo fácil para Van Uytvanck que encontraba fácilmente las direcciones buenas dominando desde la línea de fondo. «Garbi» alternaba un buen punto con fallos en los que se iba dejando las esperanzas. Ni la falta de luz vino en su ayuda, después de que el sol hubiera sido una molestia para ella al comienzo. «Mi nivel no fue el que debía ser. Ella tuvo mejores golpes que yo y se adaptó mucho mejor que yo a la hierba. Fue muy complicado ante una jugadora a la que le salía todo y que tuvo un gran día. Ahora estoy triste, tengo que aprender a elevar mi nivel», explicó Garbiñe.