Banca
¿Cómo puedo abrir una cuenta bancaria con un “selfie”?
Las mejores implementaciones de estos sistemas cuentan con una tasa de error extremadamente baja y el 99,9999% de las veces se identifica al impostor señalan
Introducir un usuario y una contraseña para abrir una cuenta en el banco se queda obsoleto. Ahora, la gran apuesta viene de la mano de la biometría facial, un sistema que reconoce y comprueba los rasgos faciales para dar de alta a un nuevo usuario. Esto es, en resumidas cuentas, el mítico “selfie” que ya forma parte del laboratorio de ideas de muchas de las entidades bancarias de España. En este sentido, la última firma que ha incorporado “el selfie” para abrir una cuenta bancaria ha sido la vasca Kutxabank que advierte, además, de que se trata de “un proceso que se puede completar en tan solo 10 minutos” y “sin necesidad de desplazamientos físicos a las sucursales”. El proceso, explica la entidad, “se puede iniciar en cualquier momento y desde cualquier lugar, y se completa una vez que el nuevo usuario haya aportado sus datos personales, los datos de contacto y la actividad económica a la que se dedica”. Tras esto, se verifica el número de teléfono móvil, y se piden unos requerimientos de identificación, no presencial, mediante este nuevo sistema que reconoce y comprueba los rasgos faciales. Una vez que el usuario confirma sus datos, puede firmar el contrato también de forma telemática.
Para David Alonso, product manager de la firma digitalizada de Cecabank, este tipo de sistemas “son convenientes ya que evitan que el cliente tenga que recordar su nombre de usuario y contraseña”, lo que muchas veces ha generado “problemas bancarios por pérdidas de clave o interceptación, entre otros”. Igualmente, señala Alonso, las mejores implementaciones de estos sistemas cuentan con una tasa de error “extremadamente baja, el 99,9999% de las veces se identifica al impostor”, lo que muestra “un elevado grado de fiabilidad con respecto a otros sistemas”. Por su parte, Cecabank integra tecnologías de reconocimiento facial para el acceso seguro a sus aplicaciones de banca electrónica, como faceID de iPhone, o la tecnología nativa de Android en los teléfonos que sean compatibles. Además, apuesta por la firma manuscrita digitalizada, también calificada como un medio biométrico, pero basado en los rasgos conductuales, que permiten identificar “con un elevado grado de acierto en tiempo real a un cliente por la dinámica de su firma (aceleración, presión, velocidad del trazo de la rúbrica)”, asegura el directivo de área de la entidad.
Conscientes de ello, los bancos de algunos países al otro lado del Atlántico, como México, explican que desde marzo de este mismo año "estarán obligados a disponer de registros de datos biométricos, ya sea la huella dactilar, la voz, o bien los rasgos faciales". Este requisito de la información biométrica estaba previsto que entrara en vigor el 1 de enero de 2019, pero las entidades mexicanas solicitaron una prórroga con el fin de trabajar en un solo sistema, en lugar de que cada entidad tuviera la suya.
Sin embargo, el horizonte tecnológico que plantea esta nueva tecnología también abre la puerta a algunos obstáculos. La ciberseguridad, por supuesto. En este sentido, Alonso asegura que las soluciones de mercado más débiles son susceptibles de ataques de presentación, “desde muy burdos (un ataque mediante una falsificación facial a través del uso, por parte del usuario, de una máscara de cartón), hasta otros más sofisticados, como puede ser con una máscara de látex con la que suplante la identidad de una forma más experta”, o incluso, agrega Alonso, “la generación de caras mediante inteligencia artificial”. Frente a ello, los bancos implantan sistemas que son robustos ante estos ataques de presentación, certificados por organismos como ISO.
Y como en la mayoría de los avances digitales, la batalla se basa en innovar o morir. Por ello, otras entidades como BBVA, Bankia o Liberbank han puesto en funcionamiento la posibilidad de poder hacer reintegros con el reconocimiento facial, sin necesidad de PIN. BBVA y Santander comenzaron el pasado septiembre con este tipo de proyectos que ya han dispuesto para sus usuarios. Lo mismo que Visa y Mastercard, que exploran nuevas propuestas para sustituir el uso del PIN en las tarjetas por sensores de huella dactilares.
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