Alianza gubernamental
Yolanda Díaz, a la sombra del todopoderoso Pablo Iglesias
Sánchez aún no se ha reunido formalmente con la vicepresidenta tercera, aunque Podemos mantiene intacto su poder en el Gobierno y la comunista ha heredado el puesto de Iglesias en el CNI
La sombra de Pablo Iglesias es alargada. Con pulso firme, desde la retaguardia continúa marcando el paso de los miembros de la formación morada que ostentan puestos de responsabilidad en el Gabinete de Sánchez, incluido, por supuesto, el de la vicepresidenta tercera. Pese a su salida del Gobierno central, el líder de Podemos conserva intacta su autoridad y poder. «Yolanda no tiene ninguna influencia. Quien manda es Pablo», aclaran, con naturalidad, fuentes monclovitas a este diario. La realidad es que, desde que se convirtió en candidato a la Presidencia de Madrid, ni un sólo día ha dejado de llevar las riendas de las relaciones con Pedro Sánchez. De ahí que el presidente del Gobierno sea consciente de que para negociar cualquier cuestión (reforma del mercado de trabajo, precios de los alquileres de la vivienda...) está obligado a hacerlo con quien controla los 35 escaños de Podemos, «y ése no es otro que Pablo», advierten fuentes gubernamentales a LA RAZÓN.
Por tanto, la influencia de Díaz, militante comunista, pero no de Podemos, en el seno del Gobierno es escasa por no decir nula, «más allá de que pueda o no aportar sus conocimientos técnicos en cuestiones puntuales». De hecho, el jefe del Ejecutivo no se ha reunido con ella formalmente tras nombrarla vicepresidenta tercera de su Gabinete en sustitución de Iglesias, con quien negoció el intercambio de orden de las Vicepresidencias, la tercera por la segunda. Es más, la propia Díaz fue la primera sorprendida con la decisión de Iglesias de designarla su sucesora en el seno del Ejecutivo.
«Fue una decisión de última hora, que no le comunicó hasta el final», confiesan a LA RAZÓN fuentes cercanas a la vicepresidenta tercera. Por tanto, la salida de Iglesias del Ejecutivo y el ascenso de Díaz en el mismo no han alterado las relaciones de unos dirigentes con otros, ni las ha dulcificado ni las ha tensionado más. Es más, fuentes gubernamentales admiten que estos cambios no han influido en nada. «En el Consejo de Ministros no se ha notado nada. Pablo nunca generaba problemas dentro». Otra cosa son las trifulcas públicas que protagonizaba y sigue protagonizando a costa de las reformas laboral y de las pensiones, del ingreso mínimo vital, del precio de los alquileres... Prácticamente a diario ponía y pone contra las cuerdas a Calviño, a Ábalos y, sobre todo, a Escrivá.
Pero al jefe del Ejecutivo sus desaires públicos no le quitan el sueño. Para Sánchez, lo trascendental es conseguir el respaldo suficiente en el Parlamento y, por tanto, los vitales 35 escaños de Podemos para poder sacar adelante sus proyectos. Y ese apoyo sólo lo pueden garantizar Iglesias o Ione Belarra, flamante ministra de Derechos Sociales, y no Yolanda Díaz, que, además, no pertenece a la formación morada. Por eso ahora se ha convertido en una cuestión crucial despejar la incógnita del resultado electoral de la Comunidad de Madrid el próximo día 4 de mayo. A Sánchez no se le escapa que su alianza con Podemos está vinculada inexorablemente al dictamen de las urnas.
De ahí que le ocupe y le preocupe que un mayor desgaste de Podemos lleve a Iglesias a dejar de prestar sus 35 escaños a la causa socialista y, por tanto, no poder sacar adelante las reformas estructurales vitales que demanda Bruselas a cambio de recibir los 140.000 millones de euros que corresponden a España de los fondos europeos, circunstancia que le podría abocar a un adelanto electoral. Si llega ese momento, ¿qué camino tomará la vicepresidenta tercera? Fuentes de IU y del PCE consultadas por LA RAZÓN no dudan de que la ministra de Trabajo dará la batalla. «Será entonces cuando le interese marcar distancias dentro del Ejecutivo». Por el momento, prefiere mantener un trato exquisito con el resto de miembros del Gobierno, hacer gala de su talante negociador y desplegar su encanto personal.
Herencia
Mientras se despeja el panorama político, la vicepresidenta tercera ha heredado todos los cargos que ostentaba Iglesias en el Gobierno, incluido el de la Comisión encargada de supervisar el Centro Nacional de Inteligencia (CNI), según publicó el Boletín Oficial del Estado el pasado 7 de abril. Iglesias se marchó del Gobierno sin asistir a ninguna reunión de esta Comisión, porque nunca se convocó desde que fue nombrado miembro de la misma. Mientras permaneció en el Ejecutivo, el dirigente podemita no consiguió controlar el CNI, una de sus máximas obsesiones desde que pactó con Sánchez la hoja de ruta del Ejecutivo de coalición. El presidente cumplió su compromiso y hace un año aprovechó un decreto ley sobre medidas económicas antipandemia para convertirlo en miembro de esta Comisión de supervisión de un órgano tan sensible como el CNI, puesto que ahora ocupa Yolanda Díaz.
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