Macroeconomía
El Banco de España eleva el crecimiento del PIB al 2,8% este año, pero avisa sobre el parón de la actividad económica, el empleo y el consumo
Vuelve a reprochar al Gobierno que sigue sin aprobar una senda fiscal, reclama una reducción de medio punto del PIB de déficit y lo eleva al 3,1% en 2024, por encima de la previsión del Gobierno. Avisa de que se incumpliría lo exigido por la UE
La economía española mantuvo un "elevado grado de dinamismo en el segundo trimestre", pero con "la información coyuntural más reciente, el ritmo de expansión de la actividad podría moderarse con respecto al registrado en el primer semestre del año". Así lo determina el Banco de España en sus últimas "Proyecciones macroeconómicas del tercer trimestre", en el que prevé que "las tasas de avance del PIB converjan paulatinamente a aquellas acordes con la capacidad de crecimiento potencial de la economía española".
Así, el ritmo de crecimiento de la economía española volvió a sorprender al alza en el segundo trimestre -otro 0,8%, como en el trimestre precedente- y los indicadores coyunturales sugieren que la actividad económica seguiría en el tercer trimestre, pero ya con un "menor vigor", que se reflejaría en dos décimas menos -en torno al 0,6%-. Esto significa que, en comparación con las proyecciones de junio, el supervisor revisa al alza el crecimiento del PIB hasta el 2,8% en 2024, cinco décimas más, el 2,2% en 2025 y el 1,9% en 2026, aunque el director general de Economía y Estadística del Banco de España, Ángel Gavilán, ha reseñado que el principal factor que esta revisión de medio punto este ejercicio se debe al "efecto arrastre positivo" provocado por los nuevos datos de la Contabilidad Nacional Trimestral publicados por el Instituto Nacional de Estadística a finales de julio
Sin embargo, el informe explica que esta "notable fortaleza" que la economía española ha venido exhibiendo en los últimos trimestres se ha debido esencialmente al aumento de la población -vía flujos migratorios-, la relativa resiliencia de las manufacturas españolas comparadas con las de otros países de nuestro entorno y, sobre todo, a la elevada aportación de la demanda exterior neta al avance del producto, gracias al "escaso vigor" de las importaciones y al "avance continuo" que han experimentado las exportaciones, sobre todo de los servicios de turismo. Pero en este contexto avisa de que "a pesar de estas dinámicas favorables, el comportamiento en la primera mitad del año del consumo de las familias y de la inversión sorprendió a la baja", lo que "podría condicionar la capacidad de la economía española para mantener en los próximos trimestres el elevado dinamismo reciente".
Asimismo, la institución bancaria alerta sobre la "notable incertidumbre" que existe acerca del comportamiento futuro del consumo de los hogares y de la inversión empresarial, ya que su evolución ha sorprendido a la baja en los últimos trimestres. Los analistas de la institución esperan que la economía pueda aprovechar "algunas palancas importantes de apoyo" -como, las elevadas tasas de ahorro o el despliegue progresivo de los fondos europeos-, para que tanto el consumo como la inversión remonten. Pese a ello, y de acuerdo con estas proyecciones hasta 2026, el Banco de España espera que el crecimiento económico remonte "gracias al dinamismo de la demanda interna". En particular, destaca que el consumo privado será el componente con una mayor aportación al avance del PIB, "fruto de una evolución favorable del empleo, los salarios y la inflación, así como del aumento de la población y de la recuperación paulatina de la confianza de las familias".
Respecto a la inflación, en comparación con las anteriores proyecciones, las actuales incorporan una ligera revisión a la baja en 2024 y al alza en 2025. Las diferencias con respecto a las presentadas en junio son relativamente menores y reflejan, en su mayor parte, las sorpresas observadas recientemente en los precios de la energía y de los alimentos -a la baja- y en la inflación de los servicios -al alza-, así como diversos ajustes derivados de la extensión de la reducción del IVA de los alimentos esenciales y de la incorporación del aceite de oliva a este grupo. Por todo ello, la tasa de inflación general se revisa ligeramente a la baja en 2024 -en una décima, hasta el 2,9%- y al alza en 2025 -otra décima, hasta el 2,1%—, mientras que la prevista para 2026 no experimenta cambios con respecto a la contemplada en el ejercicio de proyecciones de junio y permanece en el 1,8%.
Para el supervisor, sigue existiendo una "notable incertidumbre" en torno a la velocidad con la que el proceso desinflacionario podría discurrir a lo largo del horizonte de proyección, en un contexto en el que la inflación subyacente —y, en particular, la de los servicios— ha venido mostrando una mayor persistencia que la inicialmente prevista.
En cuanto al ámbito fiscal, vuelve a afear al Gobierno que siga sin incorporar una senda de ajuste presupuestario compatible con el cumplimiento las nuevas reglas fiscales europeas. Según apunta el supervisor, el diseño y ejecución de dicho plan constituirían una "palanca fundamental para reforzar la sostenibilidad de las cuentas públicas españolas y la confianza de los agentes económicos sobre nuestra economía", si bien en el corto plazo implicarían un menor grado de dinamismo de la actividad del proyectado. Por ello, reclama la importancia de "acometer dicho plan de ajuste sin demora y de forma transparente", como ha exigido en su última declaración de política monetaria del BCE.
Las estimaciones del Banco de España apuntan a que, para cumplir con las nuevas reglas fiscales europeas, sería necesario implementar durante los próximos años "un ajuste presupuestario de en torno a medio punto del PIB al año". Un ajuste fiscal que "no está incorporado en las actuales proyecciones, pues aún no existe suficiente concreción acerca de las medidas de ingresos y gastos que se desplegarían como parte del mismo". No obstante, estima que "la eventual implementación de un programa de ajuste estructural de medio plazo de la magnitud señalada acarrearía, previsiblemente, un menor grado de dinamismo de la actividad a lo largo del horizonte de proyección que el contemplado en el actual ejercicio de previsiones". En cualquier caso, el diseño y ejecución de dicho plan constituirían una "palanca fundamental para reforzar la sostenibilidad de las cuentas públicas españolas y la confianza de los agentes económicos en nuestra economía".
En este sentido, recuerda que el BCE ha destacado que "aplicar de forma plena, transparente y sin demora el marco de gobernanza económica revisado de la UE debería ayudar a los Gobiernos a reducir los déficits presupuestarios y las ratios de deuda de forma sostenida. Los Gobiernos deberían dar ahora pasos decididos en esa dirección en sus planes fiscales y estructurales a medio plazo".
El supervisor estima que el déficit de las Administraciones Públicas, en términos acumulados de 12 meses, se habría situado en el 3,4% del PIB en mayo, dos décimas inferior al registrado al cierre de 2023. Para el cierre del año sitúa este déficit en el 3,1%, una décima por encima de lo previsto por el Gobierno, con lo que se incumpliría con el tope marcado por Bruselas.
Respecto al mercado laboral, la creación de empleo se prolongará a lo largo del horizonte de proyección, aunque a un ritmo inferior al de los últimos trimestres. En particular, se prevé que, frente al incremento del 1,9% registrado en 2023, el empleo -medido en términos de horas trabajadas- aumente un 1,8% en 2024, un 1,7% en 2025 y un 1,1% en 2026. Estos avances, menores que los proyectados para la actividad, "favorecerán un incremento de la productividad", cuyo dinamismo ha sido relativamente modesto durante los últimos trimestres. Según apunta, la tasa de paro continuará reduciéndose gradualmente en el horizonte 2024-2026, pero "se verá limitada por la moderación proyectada en el ritmo de creación de empleo" y por el crecimiento de la población activa, debido a unos flujos de inmigración relativamente elevados. Además, esta conjunción de factores se produciría en un contexto en el que el envejecimiento progresivo de la población trabajadora podría estar detrayendo fluidez al empleo. Incluso algunos indicadores apuntarían a un deterioro de su capacidad para emparejar empresas y trabajadores.
El Banco de España también ha advertido sobre el estancamiento en el stock de parados de larga duración, en el entorno de 1,1 millones de personas y con una incidencia que exhibe cierta resistencia a caer por debajo del 40%, lo que podría sugerir que "una buena parte del stock de desempleados existente es de carácter estructural, lo que dificultaría su reducción mediante avances de la actividad de naturaleza cíclica". Por ello, la tasa de paro se situará en el 11,5% en 2024 y en el 11% en 2025, para bajar al 10,7% en 2026.
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