Industria aeronáutica

Boeing: volando de crisis en crisis a bordo de su tan flamante como problemático 737 Max

El avión, el más vendido de la compañía, ha sido también responsable de innumerables problemas en los últimos años que han arrastrado las cuentas y la reputación de la compañía

An Alaska Airlines Boeing 737 Max 9 aircraft awaits inspection outside the airline's hangar at Seattle-Tacoma International Airport Wednesday, Jan. 10, 2024, in SeaTac, Wash. On a Jan. 5 Alaska Airlines flight, a panel used to plug an area reserved for an exit door blew open midair, forcing it to return to Portland, Ore. (AP Photo/Lindsey Wasson)
Boeing Emergency LandingASSOCIATED PRESSAgencia AP

La del 737 Max es la historia del avión más exitoso de la historia de Boeing pero, a la vez, la de la aeronave que más quebraderos de cabeza está dando al fabricante estadounidense. Y es que la crisis casi perenne en la que vive instalada la compañía desde finales del año 2018 tiene mucho que ver con las desventuras de su modelo más vendido, como el desprendimiento de una parte del fuselaje de un Max 9 de Air Alaska el pasado 6 de enero, por el que las autoridades de Estados Unidos han abierto una investigación.

El comienzo de las desdichas de Boeing tiene fecha exacta: el 29 de octubre de 2018. Aquel día, un 737 Max 8 de la aerolínea Lion Air se estrelló en Indonesia, matando a las 189 personas que viajaban a bordo. A este siniestro le siguió otro de parecida gravedad en marzo de 2019, cuando otro aparato similar de Ethiopian Airlines se estrelló matando a otras 157 personas. Tras este siniestro, los reguladores de aviación de todo el mundo, empezando por el chino, decretaron la prohibición de que los aviones de la familia Max pudieran volar hasta que se esclarecieran las causas de ambos accidentes y se pusiese remedio a los problemas que los provocaron. Una decisión que marcó el comienzo de una profunda crisis tanto económica como reputacional para la compañía.

Pérdidas

Apenas cuatro meses después del siniestro, Boeing anunció las mayores pérdidas económicas trimestrales de toda su historiaarrastrado por la crisis de los Max: 2.600 millones de euros. Sólo el veto a su modelo estrella le supuso una caída de ventas del 35%. La magnitud de la crisis del 737 Max fue de tal calibre que se especuló incluso con la posibilidad de que Boeing dejase de producirlo. Pero el modelo sobrevivió contra todo... y contra todos. Porque por el camino se quedaron Kevin McAllister, máximo ejecutivo de su división de aviones comerciales; y el director ejecutivo Dennis Muilenburg. Pero no el avión.

Su camino para volver al cielo, no obstante, no estuvo exento de dificultades. En abril de 2019, Boeing se vio obligado a recortar un 20% su producción, decretando en enero de 2020 la suspensión total de su fabricación, lo que constituyó la mayor parada en un línea de montaje de la compañía estadounidense. Por aquel entonces, Boeing se encontraba sumida en una segunda crisis sin que todavía hubiera sido capaz de resolver la del 737 Max: la del coronavirus. Desde entonces, no ha hecho sino encadenar pérdidas: en 2022 registró unos números rojos de 4.900 millones de dólares, algo por encima de los 4.200 de 2021 aunque muy lejos, eso sí, de los 11.873 millones de 2020, el "annus horribilis" de la compañía. Unas pérdidas en las que todavía sigue instalada. En el tercer trimestre de 2023, sus números rojos ascendieron a 1.638 millones de dólares, mejores, no obstante, que los 3.308 millones de pérdidas contabilizadas al cierre del mismo período de 2022.

En todos estos años, la compañía ha tenido que seguir lidiando con los diversos problemas que le ha generado la familia 737 Max, si bien el más reciente lo ha protagonizado un 747 de la compañía Atlas cuyo motor se incendió tras despegar de Miami el jueves. A pesar de que entre finales de 2020 y comienzos de 2021 el avión recibió la autorización de los diversos reguladores aéreos mundiales para volver a volar tras realizar las modificaciones necesarias para evitar nuevos accidentes como los de Etiopía e Indonesia, en abril de 2021 la compañía tuvo que detener sus entregas por problemas eléctricos que volvieron a inmovilizar parte de su flota. Y eso, a pesar del empeño de la compañía por sobreponerse a los dedos acusadores después de que las investigaciones de los dos accidentes determinaran que Boeing falló en el diseño y desarrollo del Max, así como en su transparencia con la FAA, y que el regulador falló en la supervisión y certificación. De hecho, sus errores con la supervisión de seguridad le costaron a la compañía 237,5 millones de dólares en indemnizaciones a los accionistas. 

En cinco años, las acciones de la compañía han caído de 424 a 220 dólares

Pese a la penalización económica y a sus reiteradas declaraciones públicas mostrando su voluntad por mejorar sus procesos de control, lo cierto es que Boeing y el Max han seguido registrando un goteo de problemas que han seguido acosando a la compañía. En abril del año pasado, tuvo que suspender las entregas del avión por un nuevo problema de calidad con piezas suministradas por su proveedor Spirit AeroSystem y en agosto identificó un nuevo problema de calidad que afectada a los orificios perforados incorrectamente en el mamparo de presión de popa. Hace apenas dos semanas, justo antes del incidente del avión de Alaska Airlines, los Boeing 737 volvieron a estar también de actualidad, después de que la multinacional estadounidense pidiese a las aerolíneas inspeccionar sus aviones en busca de un posible tornillo suelto en el sistema de control.

Todos estos contratiempos no sólo han supuesto problemas operativos y económicos para la propia Boeing sino que los están padeciendo en sus carnes sus accionistas. En febrero de 2019, justo antes del accidente de Etiopía, sus acciones cotizaban a 424 dólares. Ahora se mueven en el entorno de los 215 dólares. Y cada incidente es un golpe para una compañía que, según algunos analistas, tiene una mandíbula de cristal demasiado sensible a estos vaivenes. Tras el incidente del avión de Alaska Airlines, por ejemplo, sus títulos cayeron un 8%.