Foro La Razón
Colaboración público privada para formar a los empleados de hoy y de mañana
►LA RAZÓN acoge la tercera edición de este foro en el que empresas e instituciones ponen de relieve la necesidad de la formación continua en diversas habilidades.
El Foro Talento y Educación de La Razón, ha vuelto a abordar una cuestión tan relevante como la capacitación profesional en un entorno donde la digitalización, la automatización y la irrupción de tecnologías disruptivas como la inteligencia artificial, son el pan nuestro de cada día. Un asunto que congregó a destacados representantes del ámbito empresarial, universitario y de la administración pública, quienes compartieron visiones y experiencias sobre los desafíos y oportunidades que enfrenta el sistema educativo y el mercado laboral.
Francisco Marhuenda, director de La Razón, abrió el debate subrayando la importancia de la formación continua. «El tema es francamente apasionante», aseguraba Marhuenda, quien recordó una conversación reciente en la que varias generaciones debatieron sobre inteligencia artificial, empleabilidad y gestión de equipos, defendiendo la integración de la tecnología en la educación. Es más, Marhuenda destacó la necesidad de conectar la educación con las nuevas tecnologías y la importancia de que los estudiantes desarrollen la capacidad de trabajar con ellas, más allá de los conocimientos técnicos específicos. «Lo importante es cómo le preguntas, cómo la gestionas, cómo la incorporas», insistió.
Palabras de Viciana
El consejero de Educación, Ciencia y Universidades de la Comunidad de Madrid, Emilio Viciana, tomó la palabra para inaugurar oficialmente el foro. “Gracias por ayudar a tender puentes entre la formación y las empresas, que son esenciales para el presente y para el futuro de España”, dijo. Viciana planteó la cuestión central: ¿Están las futuras generaciones suficientemente preparadas para convertirse en perfiles idóneos para las empresas? “Nuestra formación, nuestra educación superior, tanto FP como universitaria, son una consecuencia y una culminación de las etapas educativas anteriores. Si queremos que la universidad y la formación profesional nos den excelentes profesionales en todas las áreas, tenemos que abordar las reformas pensando en todo el sistema educativo desde los párvulos hasta primaria”, argumentó. El consejero subrayó la importancia de atender la etapa de la preadolescencia, entre los 11 y los 13 años, como clave para evitar el fracaso y el abandono escolar. “Es la edad decisiva para luchar contra el fracaso y contra el abandono escolar, contra la soledad, contra las drogas, contra las adicciones, las bandas y todos los demás gérmenes de la marginalidad y de aquello que hace que la educación no desemboque en una vida plena”, recalcó.
Viciana también resaltó la necesidad de reforzar los saberes básicos y la importancia de la colaboración público-privada. “Otra medida esencial para atender estos puentes tempranos entre la formación y el empleo es nuestra apuesta por los saberes básicos, empezando por la historia en su cronología, las matemáticas, la lectura, la escritura y la expresión oral”, explicó. En cuanto a la formación profesional, anunció un nuevo decreto que integrará los sistemas educativo y de empleo, con el objetivo de ampliar las oportunidades laborales e introducir proyectos de investigación en la FP.
Entrando en debate
Rosa Visiedo, Rectora de la Universidad CEU San Pablo, defendió la importancia de inculcar la curiosidad en los estudiantes. “En este momento de cambio es fundamental que consigamos inculcarles algo que muchas veces no traen de serie porque lo han olvidado, que es la curiosidad. Esa curiosidad es la que les va a permitir seguir aprendiendo siempre y plantearse que el paso por la universidad es solo una etapa de ese aprendizaje continuo”, señaló. Visiedo abogó por un enfoque integral en la formación, combinando humanidades y tecnología. “A más tecnología, más humanidades. Porque creo que la tecnología está sometida a un constante cambio, que tiene una obsolescencia cada vez más rápida. Y que la tecnología actual pasa a ser sustituida por la que viene dentro de unos minutos, como aquel que dice”, afirmó.
Ángela Botelho, Manager de Talent Management de Philip Morris, coincidió en la importancia de la curiosidad y la mentalidad de crecimiento. “Para nosotros, empresas, las universidades son fundamentales para formar a las personas y que tengan no tanto un conjunto específico de habilidades como lo teníamos en el pasado, sino sobre todo la capacidad de aprender, de ser ágil, de ser flexible, de aprender de forma continua la curiosidad y la mentalidad de crecimiento”, explicó. Botelho subrayó la necesidad de colaboración entre empresas y universidades para responder a la demanda del mercado. “No es posible hoy hacerlo solos. Las compañías, las empresas no pueden hacerlo solas y las universidades tampoco pueden hacerlo solas. Hay que trabajar muy de la mano porque es imposible. Va todo muy rápido y tenemos que trabajar juntos para responder a la demanda porque de otra forma no es posible”, concluyó.
Ana Montenegro, Subdirectora de Aprendizaje de Repsol, compartió la experiencia de su empresa en la gestión del talento. “Es verdad que el talento, la tecnología y el desarrollo de capacidades y habilidades de todo tipo son críticas para conseguirlo”, señaló. Montenegro explicó cómo Repsol ha reorganizado su oferta formativa en torno a competencias críticas, incluyendo digital, legal, finanzas, ética y sostenibilidad. “El desarrollo de esos productos hubiera sido imposible sin que hace 15 años nos pusiéramos a pensar desde el área más técnica del grupo Repsol, desde nuestro I+D, cómo resolver un problema que estaba viniendo y que ya lo veíamos venir antes de que todos habláramos de él”, relató.
Anna Bajo, Responsable Global de Impacto Social de Santander Universidades, abordó la necesidad de adaptar la formación a la velocidad de los cambios. “La realidad es que la universidad no es el único punto donde se adquiere este conocimiento sólido y necesario. Y la universidad sigue siendo muy necesaria para esa primera fase formativa que tenemos, que los profesionales, donde anclamos esa formación que nos va a ayudar a lo largo de la vida”, afirmó. Bajo destacó la importancia de la colaboración entre empresas y universidades y la necesidad de ofrecer opciones flexibles y accesibles para todos los perfiles. “Esto es una responsabilidad efectivamente compartida, es una responsabilidad también individual de todos, de entender que necesitamos continuar formándonos si queremos conseguir un progreso individual y también colectivo”, señaló.
Marta Blanco, Responsable de Talento en Unidades de Negocio Globales de Telefónica, habló sobre la importancia de la cultura del aprendizaje continuo en su empresa. “En Telefónica nuestra cultura de aprendizaje continuo es la base de poder continuar. Pero es cierto que el aprendizaje continuo tiene que venir acompañado de herramientas y de unas pautas que le puedas decir tanto a tus empleados como a los estudiantes de en qué tienen que formarse”, explicó. Blanco destacó la importancia de las habilidades blandas y la necesidad de que los profesionales desarrollen la capacidad de adaptarse y aprender de forma constante.
Formación ¿reglada?
El debate también abordó el equilibrio entre la formación reglada y la no reglada. “La formación reglada supone una base muy sólida de conocimiento para los profesionales y es necesaria. Pero también puede cobrar presencia y debe aportar rigor en otras fórmulas que también pueden ser igualmente flexibles y accesibles para todo tipo de perfiles”, apuntó Anna Bajo. Ángela Botelho coincidió en la importancia de la flexibilidad: “Tenemos personas que son más digitales, otras personas que son menos digitales. Tenemos personas que aprenden muy bien con un online de una hora y otras que necesitan el presencial”, remarcando que la formación debe ser muy flexible.
Rosa Visiedo defendió el valor único de la universidad. “La universidad no es un centro de formación profesional, no enseñamos solo competencias técnicas, la universidad es algo más. El paso por la universidad es una aventura vital y intelectual importantísima para cualquier persona y hay que tener en cuenta que también es un periodo de maduración, un periodo de maduración intelectual, personal y profesional”, afirmó. Visiedo reconoció, sin embargo, que existe un gap entre lo que ofrecen las universidades y lo que demandan las empresas, y abogó por una mayor colaboración entre ambos ámbitos.
Ana Montenegro señaló que la oferta formativa en áreas tecnológicas es insuficiente para cubrir la demanda de las empresas. “La realidad es que todavía no es suficiente. Como empresas tenemos la necesidad de tener esos profesionales y nos están funcionando muy bien los FP, que añade esa parte práctica que la universidad no nos la da o al menos en la cantidad que necesitaríamos”, explicó. Rosa Visiedo matizó: “Muchas veces hay un gap entre lo que las universidades ofrecen y lo que los estudiantes están dispuestos a estudiar. Entonces, que ahí también hay una labor muy importante que tenemos que hacer de la mano las empresas y las universidades”.
Marta Blanco destacó la importancia de modelos de aprendizaje no reglados, como la Escuela 42 de Telefónica. “Nosotros, por ejemplo, en Telefónica tenemos Escuela 42, no tiene un título como tal, pero de ahí salen colocados desarrolladores que después de seis meses intensivos con conocimiento cero en programación salen programadores de altas capacidades”, explicó. Blanco defendió la necesidad de superar la “titulitis” y apostar por modelos complementarios que se adapten a las necesidades del mercado.
Ángela Botelho aportó datos del World Economic Forum para ilustrar la velocidad de los cambios. “En 2030, el 39% de las competencias actuales se transforman o quedan obsoletas. Estamos hablando de cinco años. Eso es un dato importante”, señaló. Botelho destacó la importancia de la formación continua y la necesidad de que empresas y universidades trabajen juntas para responder a la demanda del mercado.
Responsabilidad compartida
El debate también abordó la responsabilidad compartida entre empresas y empleados en la formación. “Una cosa es formación y otra es aprender. Y que las empresas podemos dar formación, pero si el empleado no quiere aprender, el aprendizaje no ocurre. Es la diferencia entre formación y aprendizaje. Nosotros decimos que estamos en el punto en el que necesitamos asegurar, no con la formación, sino el aprendizaje. Y en ese punto, el 100% de la responsabilidad es de la persona”, afirmó Ana Montenegro. Marta Blanco coincidió: “Nosotros te damos las herramientas, pero tú decides, es tu decisión”.
Las participantes también debatieron sobre la dificultad de enseñar y aprender las llamadas “soft skills” o “power skills”. “para el que lo tiene intrínseco es fácil, el que no, es una formación muy personal y tiene que querer aprender a cambiar tu forma de comunicar, de gestionar personas.. es un cambio, y cambiar lo que hacemos y la forma en la que lo hacemos suele ser muy difícil”, señaló Ana Montenegro. Marta Blanco matizó: “Yo no diría que es más fácil o menos difícil que las técnicas, el tema es que es algo que necesitamos tener todos. Y como en cualquier capacidad, hay algunas que se te dan mejor y otras que se te dan peor”.
Ángela Botelho aportó una reflexión final sobre la importancia del autoconocimiento y el desarrollo personal. “El autoconocimiento que ayuda muchísimo en el proceso”, señaló. Botelho destacó la importancia de identificar las fortalezas de cada persona y de apostar por su desarrollo en aquellas áreas donde puedan brillar. “Muchas veces nos enfocamos en las áreas de desarrollo y muchas veces nos olvidamos de enfocar en las fortalezas. Y muchas veces empujamos a las personas para posiciones, para departamentos, para cosas que no son naturales y que el esfuerzo por detrás es impresionante”, concluyó.
El encuentro dejó claro que el aprendizaje es un viaje continuo, que requiere de la colaboración de todos los actores implicados y de una apuesta decidida por la formación, la adaptabilidad y el desarrollo de competencias clave para enfrentar los desafíos del futuro.